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Narrador omnisciente



Todo se había organizado. Las piezas sueltas del puzzle estaban comenzando a posicionarse correctamente en sus lugares. ¿Qué ocurría luego? Quizás la tormenta sería más potente que la misma calma.

Atenea se quedó mirando los resultados por algunos segundos, bastante atónita. Aunque en su mirada no era posible descifrar cuáles eran los resultados de esa prueba de ADN.

Ella desea saber la verdad por muchos motivos, pero el principal no es su familia, sino Jason. Su objetivo es saber si ambos podrán ser felices, no desenterrar oscuros secretos de los Weller. Realmente, ese es un daño colateral que tendrán que sufrir todos.

—No puede ser. —habló en voz baja y caminó rápidamente hasta la habitación en la que está Jason. Cerró la puerta tras su paso, y se quedó mirándolo algunos segundos.

—¿Qué ocurre? —preguntó él.

—Jason... necesitas ver esto, —extendió su mano ofreciéndole la prueba. Él la miró confundido pero no dudó en tomarla al instante. Comenzó a leer... hasta que llegó al resultado que realmente les interesa— Jack...

—No es un Weller. —finalizó por ella. Sintiéndose abrumado y en las nubes. Jason no sabía nada de lo que estaba pasando, pero sabe que este no es el momento para reclamar nada, sino la hora de actuar.

—Y tú... —intentó decir Atenea.

—Tampoco. —la miró a los ojos. En cierto modo hay alegría en ambos, pero también una especie de tristeza. Todos se criaron como una familia, y aunque poco a poco los mismos se encargaron de apartarlos, toda esa 'vida perfecta' que les habían pintado, era una farsa y les duele—. ¿En qué momento hiciste esta prueba? ¿Cómo se te ocurrió?

—La sangre de Jack no era compatible con la del resto de la familia, esa fué mi primera pieza. Luego empezaron a llegar recuerdos a mi cabeza y acabé pidiendo esa prueba de ADN.

—Eso significa que nosotros... —se quedó callado algunos segundos. Habían pasado por tanto, y ahora resulta que no llevan la misma sangre en las venas. Por la mente de Jason solo circulaba una frase "todo hubiera sido tan fácil si lo hubiésemos sabido desde el maldito inicio". Pero también sabe que lo hecho, hecho está.

—Nosotros... no somos primos. —Él no pudo controlar la sonrisa espontánea que se dibujó en su rostro.

Pero al instante, algo llegó a su mente cambiando totalmente su expresión alegre.

—¿Y entonces? ¿Por qué mierda la familia nos tachó de depravados? Nos echaron a la calle y resulta que ni familia somos, —suspiró alterado— ya no sé hasta qué punto llega el descaro de los Weller.

—Tenemos que hablar con ellos. Necesitamos desenmascararlos y decirles que ya sabemos la verdad... —zanjó Atenea, bastante segura de lo que dice—. No me quedaré callada, mi propia madre me juzgó, me llamó puta y si ellos sabían esto... no merecen perdón.

—Entonces vamos de una vez.

—Espera, ¿te sientes bien?

—Sí, mi herida ya está perfecta.

PERMITIDO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora