23

416 29 1
                                    

────── ──────

| Capítulos Finales |

Atenea


Abrí los ojos cuando sentí una luz intensa irritármelos. Me percaté que mi cabeza estaba apoyada en el hombro de Jason quien ya estaba despierto.

Estoy en el hospital, no me he movido de aquí al igual que ninguno de mi familia excepto la abuela a quién el cansancio ya estaba pasándole factura.

Quisiera descansar también, pero sé que no podré y tampoco me iré de aquí. Llevo tanto tiempo durmiendo en hospitales, pasando noches en vela esperando noticias, sin comer nada en horas, que ya mi sistema lo ha comenzado a notar.

Mis ojeras son profundas y con un tono leve entre el color negro y púrpura. Estoy más delgada y mi estómago se ha reducido bastante, al punto que con pocos bocados de un sándwich ya estoy totalmente llena. El cabello ha crecido, siempre solía cortarlo para mantenerlo del mismo largo sobre los hombros, pero ya está por mis senos.

Constantemente tengo dolores de cabeza provocados por el mismo estado de tensión y estrés. No logro concentrarme en nada que tenga que ver con libros o simplemente, en una conversación interesante.

El dolor en mis articulaciones no queda detrás, siempre tengo incomodidad en algunas posiciones o solamente cuando estoy mucho tiempo de pié.

—¿Alguien quiere ir a casa? —pregunta mi padre—. Hemos estado muchas horas aquí y seguro quieren descansar un poco.

—Yo creo que iré a casa, —dice Kim— necesito dormir algo.

—Está bien, —respondió mi papá— Vé con Dylan y descansen los dos.

—Pero volvemos mañana. —mi prima se acerca a mí y me da un beso en la mejilla— Si necesitas algo llámame, ¿Sí?

—Tú descansa. —sonríe. 

────── ──────

Me recuesto al hombro de Jason como en la mañana sin pensármelo dos veces. Estoy agotada, y estar sobre él de cierto modo me dá las fuerzas que necesito.

—Te extraño... —me susurra al oído. ¿Me extraña? No estamos en nuestro mejor momento, pero estoy a su lado. Así que no entendí del todo lo que quería decir con esa expresión.

—Estoy aquí... no me alejaré.

—No, —dice— te extraño de otra manera.

—¿De cuál? —no entendí.

—Extraño follarte.

Hasta cierto punto me paralicé. Siempre seré débil ante la sinceridad y franqueza que tiene Jason a la hora de estas cosas, así que tragué saliva tratando de buscar alguna respuesta que no diera vergüenza ajena.

—¿Extrañas follarme, en éstas circunstancias ?

—Sí. —zanjó— Lo necesito urgentemente. Hace mucho no te hago mía, y la falta de contacto contigo me está matando.

—Yo también tengo ganas... —le confieso— Pero temo que no es el momento para eso.

—¿Por qué no? Vamos al baño para poder demostrarte las ganas que te tengo.

¿Me calentaba? A millón. Demasiada calentura recorrió mi cuerpo. En realidad sí llevamos mucho sin hacer el amor por su herida, tanto que tocarme a mí misma ya no me es suficiente y no calma los deseos que siento constantemente.

PERMITIDO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora