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Atenea

Una semana después


—Dame un motivo de peso, Kim. —bufó como respuesta aumentando mi desesperación—. Es más, mejor no respondas, digas lo que digas no pediré que abandonen la prueba de ADN.

—Creo que estás en un error, Atenea.

—¿Por qué? ¿Acaso está mal querer entender todo lo que pasa a mi alrededor? ¿Soy una mala persona por desear facilitarme la vida a mí y a mi novio?

—Te estás haciendo muchas ilusiones y no quiero que se destruyan a la velocidad que chasqueo los dedos.

—Pero saldremos de la duda. —Kim suspiró profundo—. Es mi última palabra y deberías apoyarme, si tenemos el resultado de esa prueba en nuestras manos quizás entendamos muchas cosas.

—Está bien, —sonreí alegremente y ella se rió levemente— Quizás estoy muy paranoica, ¿no?

—Pues sí.

—Todo saldrá bien. —habló para sí misma pero yo logré escucharlo.

—Sí —exhalé—. Y en cuestión de horas sabremos el resultado, y si es el que creo, cambiará muchísimas cosas.

—¿Ya le comentaste a Jason de todo esto?

—No, todavía no. Está consciente pero aún débil y prefiero esperar a tener una respuesta concreta para todo.

Han pasado siete días. Sí, diría que bastante porque ha parecido una eternidad. Él ya está estable, pero la debilidad continúa en su cuerpo. La herida está cicatrizando bastante rápido lo cual quiere decir que en cuestión de días le darán el alta. Luego de esto, deberá comenzar a asistir a una clínica de rehabilitación, en dónde lo ayudarán con la adicción que tiene por las drogas.

Deseo que todo salga bien. En el fondo de mi pecho hay una llama de esperanza, la cual me grita que al fin seremos felices a plenitud y que los problemas que tanto nos han perseguido desaparecerán de una vez por todas. 

Hoy me dan los resultados.

—Señorita Weller. —me llama el doctor y de inmediato me levanto—. Es el horario de visitas, puedes pasar a verlo. Sígueme.

Me puse de pié al instante y caminé detrás de él a pasos rápidos.

—¿Ya tiene los resultados?

—Sí.

—¿Y?

—Primero pasa a ver a Jason, luego te daré los resultados de la prueba de ADN.

Sonreí entusiasmada, estoy alegre. Abrí la puerta de la sala de Jason y entré para verlo. Estaba recostado en su camilla, con una expresión neutra y mirando hacia el techo. Por suerte ya su rostro no se vé pálido ni decaído, sino todo lo contrario, cada vez toma más vida.

—Mi amor —Jason me enfocó y una sonrisa se formó en su rostro—. ¿Cómo te sientes?

Me acerqué a él y deposité un suave beso en sus labios antes de que me respondiera.

—Me siento mejor, —tomó mi mano— ¿Tú cómo estás, Diosa?

—Bien, no sabes cuanto me alegra ver que te estás recuperando rápido y bien.

—¿Y los exámenes? —suspiré. Todo el tiempo de preocupa por eso, incluso más que yo misma. Estoy tan concentrada en él, en cómo está y en su recuperación, que estoy dejando todo lo demás en segundo plano.

PERMITIDO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora