Capítulo 12

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Capítulo 12

AMY no dejó de protestar durante todo el camino de regreso a casa. No le había gustado nada que su madre la despertara, y no entendía por qué no podía entrar a despedirse de Poncho..

-¿No podemos ir un momento a darle las gracias?

-Hoy no -respondió Annie, llevando a su hija por el sendero que conducía a la cancela del jardín de la iglesia-. Además, está ocupado. Está hablando por teléfono.

Desafortunadamente en ese momento, la niña decidió mirar a su madre para expresar su disgusto y fue cuando vio la marca morada que Poncho había dejado en el cuello de Annie. Amy contuvo un gritito.

-¿Sabes que tienes un moratón enorme en el cuello?

Annie se llevó automáticamente la mano a la zona para cubrir la marca que había dejado la boca de Poncho, y se alegró de que su cara no pudiera ponerse más roja de lo que estaba.

-Oh, algo me habrá mordido -exclamó, y prefirió no pensar en la ironía de sus palabras. Consciente de que no podía permitir que Amy entrara en casa con la noticia de que algún monstruoso insecto había mordido a su madre, añadió-: y preferiría que no le dijeras nada al abuelo.

-¿Por qué?

¿Cómo que por qué? Annie reprimió un gemido de histeria. ¿Cómo tenía que responder a eso?

-Pues por qué no queremos preocuparlo, ¿verdad? -cosa que era verdad, añadió para sus adentros-. No le ha hecho mucha gracia que fuéramos a la playa. Y no queremos darle más motivos para... para...

-¿Para protestar? -sugirió Amy, con astucia.

Lo único que pudo pensar Annie era que su hija estaba creciendo muy deprisa.

-Más o menos -dijo-. Y hoy hemos pasado un día maravilloso, ¿verdad?

-Ya lo creo -asintió Amy-. Herrera me cae muy bien, ¿y a ti?

-El señor Herrera -lo corrigió su madre.

-Tú lo llamas Poncho.

-No es verdad.

-Sí que es verdad. Hoy lo has llamado Poncho.

Annie suspiró y tuvo que rendirse a las palabras de su hija. No se le escapaba nada.

-Está bien, pero de todos modos no importa. Acuérdate, no le digas nada al abuelo sobre mi... mordedura.

-Vale.

De todos modos, George Puente no estaba en casa, y Annie aprovechó para darse una ducha y cambiarse de ropa, mientras Amy se tumbaba delante del televisor.

Después de marcharse y untarse crema por todo el cuerpo, Annie eligió un jersey del cuello alto que cubría por completo la marca de Poncho en su cuello, a pesar del calor que hacía, y unos pantalones largos.

Estaba en la cocina terminando de preparar la cena cuando su padre volvió del paseo con Harvey y unas cervezas en el pub local. A pesar de la hostilidad reflejada en la expresión de su cara y en el torno de su voz, Annie prefirió ignorarlo y procuró actuar como si no hubiera pasado nada.

-¿Has tenido un buen día? -le preguntó cuando se sentaron a la mesa.

-¿Te importa? -respondió él, con un bufido.

-Claro que me importa.

-Pero no lo suficiente como para rechazar la primera invitación que te hacen -le respondió él, dolido-. A pesar de que sabes perfectamente que no apruebo tu relación con ese hombre.

Amargo despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora