FINAL

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Capítulo 16

PONCHO regresó a Mallon's End unos días después a media tarde.

Su intención había sido hacerlo después de comer, pero la llegada de Diane lo había retrasado. Su excusa, que había ido a ver a su madre, había sido bastante convincente, pero en cuanto salieron de la habitación de su madre, Poncho entendió el verdadero objetivo de su visita.

-No es verdad que no quieras volverme a ver -protestó ella, con los ojos llenos de lágrimas-. Es cierto, cometí un error, pero no amo a Tony, te amo a ti, Poncho.

Poncho alzó los ojos del montón de cartas que se había acumulado durante la estancia de su madre en el hospital. Habían sido sólo unos días, pero el buzón de su casa estaba lleno.

-No te amo, Diane. Creo que nunca te he amado -respondió él, con total sinceridad-. Supongo que tus atenciones halagaron mi vanidad. Eres una mujer muy hermosa.

-¿Qué ha cambiado? -preguntó ella, mirándolo con incredulidad.

-Yo he cambiado -respondió él-. He decidido que quiero más de la vida que lo que tú puedes ofrecerme.

-¿Como qué?

Poncho se dio cuenta de que a Diane le costaba controlar su genio.

-Un hogar, e hijos -respondió él-. Algo que a ti nunca te ha interesado.

Diane apretó los labios.

-Y supongo que tu repentino deseo de cambiar de vida no tiene nada que ver con tu señora de la limpieza, ¿verdad? -le espetó, furiosa.

-Eso no es asunto tuyo -respondió Poncho, encogiéndose de hombros.

-Tu madre nunca la aceptará -exclamó, burlona-. Tenías que haber oído su reacción cuando le dije que Annie tuvo una niña a los dieciséis años. Estaba horrorizada.

Poncho se tensó.

-Y exactamente, ¿cuándo le diste esa información? -quiso saber él, tratando de hacer memoria-. A mí no me ha comentado nada al respecto.

-No, bueno, supongo que no pudo -confesó Diane-. Hablé con ella el martes por la tarde. Me llamó cuando volvió de Mallón's End. Estaba preocupada por ti y Annie Puente. Creo que al día siguiente fue cuando tuvo el infarto.

Poncho no podía creerlo.

-¿Hablaste con mi madre el martes por la tarde?

Diane asintió con la cabeza.

-Eres una bruja -dijo él-. ¿No se te ocurrió pensar que tus palabras podían afectarla?

-Sólo le dije la verdad -insistió Diane-. Si no querías que la afectara, no tenías que haberte liado con ella.

-¿Qué sabrás tú de ella? Lo único que sabes son los cotilleos de tu madre. Pero no deberías juzgarla por tus propios principios. Que tú te acuestes con cualquiera que te lo pida, no significa que Annie también lo haga.

-Oh, ya veo -Diane estaba furiosa-. Te ha rechazado. Eso te lo podía haber dicho yo. Es una frígida. Hasta dicen que su embarazo fue virgen.

En ese momento apareció la enfermera que se ocupaba de atender a la señora Herrera y les pidió que bajaran el tono de voz para no molestar a la enferma, pero Poncho le pidió sin rodeos que acompañara a la señorita Chesney a la puerta.

Después subió al habitación de su madre y comprobó con alivio que el infarto que había sufrido en la madrugada del miércoles no había tenido secuelas graves. Su madre estaba tan alerta como siempre, y esperando una explicación sobre las voces que había oído unos minutos antes.

Amargo despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora