05. Coco milk

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Tras lo sucedido ayer en la tarde no volví acercarme a los chicos ni a Sunghoon. Hoy en la mañana también me senté atrás e ignoré completamente a Jay y a Jungwon. Esté último se quedó al frente mío por unos minutos, me llamó por mi nombre, sacudió mi cabello e me hizo muecas esperando a que sonriera o que al menos le dijera algo, pero lo ignoré fríamente.

Así fue todo el día. Incluso con Jake, quién me saludó en el almuerzo y desvíe mi mirada a otro lado sintiéndome completamente horrible. Me daba mucha pena hacerlo. Realmente me agradaban los chicos pero aunque no quisiera, lo tenía que hacer por mi madre. No podía arriesgarme, no podía echar a la basura todo el esfuerzo que había hecho ella para conseguir un empleó así. Realmente había cambiado nuestras vidas y no lo iba a echar a perder por culpa mía o la de un chico sin empatía alguna como era el hijo de los Park.

Llegué de la escuela a la mansión totalmente desanimada. Sunnie llegó a los minutos con música y lápices para pintar mandalas junto a mí, últimamente nos habíamos hecho muy cercanas.

— ¿Estás bien, Sky? Te ves algo desanimada hoy... —comentó al ver que llevaba ya media hora observando el techo de la habitación sin hacer absolutamente nada, incluso con el contraste de la alegre música pop que tenía puesta desde su pequeño parlante.

Sólo fantaseaba con confrontar brutalmente a Sunghoon. Lo único que faltaba es que me prohibiera hasta hablar con Sunnie.

Se oyeron unos toquecitos en la puerta y me levanté a abrirla, arrastrando mis pies.

— ¿Qué sucede? —pregunté, al ver que se trataba de mamá.

— Es sólo que acompañaré a la señora Park a hacer las compras. Su esposo nuevamente esta en una reunión y siendo tú la más madura aquí necesito que cuides a sus hijos por mientras. Les dije que podías hacerlo ya que eras lo suficientemente responsable. No me decepciones, cariño. Ya sabes que puedes socializar un poco, se que te llevas bien con su hija, pero también podrías hablarle al chico. Supe que tienen la misma edad, y su madre me contó que es realmente de bajo perfil, tal vez le da vergüenza hablarle a las chicas... —habló mamá con una sonrisa  pícara y asentí, queriendo reír a carcajadas ante lo último.

— Cuidaré a Sunnie, no te preocupes, puedes ir. —Le prometí y mamá beso mi mejilla, yéndose. Volví al cuarto y Sunnie alzo su mirada en mi dirección con curiosidad—. Nuestras madres saldrán de compras, seré tu niñera por ahora —Le sonreí. La pelinegra me devolvió la sonrisa y me acerqué a su lado, ayudándola esta vez a pintar las demás mandalas que faltaban.

— Muero de sed... —soltó Sunnie y alce la mirada, dejando de pintar.

— ¿Te traigo algo? —inquirí, ya de mejor humor.

— Te lo agradecería demasiado. ¡Ah! Pero que no sea agua, prefiero el jugo de naranja que tenemos en la cocina. ¿Sabes en dónde esta? —inquirió y asentí con una sonrisa, pues mamá se la pasaba ahí y a veces la acompañaba.

Salí de la habitación en dirección a la cocina y al llegar a esta saqué del refrigerador el jugo de naranja, tarareando en silencio una canción que vino a mi mente en ese momento.

— ¡Oye!

Me volteé rápidamente, pero no vi a nadie.

— Cállate ya, Sunoo. —Escuche decir a Sunghoon desde el comedor. Al ver que se trataba de los chicos, dejé de lado el jugo y corrí tras la isla de la cocina escondiendo tras ella.

PRÍNCIPE DE HIELO / SUNGHOON (reeditando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora