Un año después de los acontecimientos del Robomagedón, Colt y Shelly trabajan juntos como policías en la comisaría del nuevo pueblo, Starrwoods. Esta vez deberán tomar el caso de la desaparición de Corbin Peltoh, un botones malhumorado que pasa sus...
Una gran tormenta sobrevolaba la ciudad de Starrwoods, gotas de lluvia caían sobre el techo de una casa rodante beige, en medio de un basurero. Aquella chatarrera estaba repleta de objetos metálicos destruidos y mojados por la lluvia, entre todas esas cosas, también habían partes roboticas.
Entre medio de toda la chatarra, había algo que destacaba, una sombra, una silueta, alguien misterioso, que tocó la puerta de la casa rodante, y despertó a quien estaba durmiendo en el interior. La pequeña niña pelirroja, Jessie, la cual abrió los ojos al escuchar aquellos fuertes sonidos que se mezclaban entre el agua de la tormenta. Se levantó de la cama y escuchó que, de nuevo, tocaban la puerta, pero esta vez con más intensidad. Penny estaba cerca suyo, en la cama de al lado, aquella casa rodante era una especie de habitación para ellas dos, por lo tanto, no era un sitio muy amplio.
-¿Quién podrá ser?- Se preguntó la niña, mientras se colocaba unas pantuflas en sus pies, para caminar hasta la puerta. Era extraño, ya que a esa hora de la madrugada no era normal que alguien llegara a tocar a la puerta de su casa, y eso le daba un poco de miedo, sobre todo porque su mamá no estaba ahí con ella, pues esta se encontraba durmiendo en otra casa rodante que quedaba un poco lejos, pero dentro del basurero enorme.
Estuvo a punto de mandarse a abrir la puerta, pero decidió primero despertar a su amiga y compañera, pues el miedo dominaba su cuerpo, y prefería ir acompañada a que estar sola, además, con todo el tema de las desapariciones en el pueblo, abrir la puerta como si nada no era la mejor idea.
Jessie: Penny... ¡Hey...! -Susurraba en voz baja, mientras movía un poco el cuerpo acostado de su amiga, pero no se despertaba- Penny, hay alguien en la puerta. -Insistió preocupada-
Penny: Pues ve y ábrele. -Contestó desinteresada, sin siquiera abrir los ojos, probablemente ni siquiera tenía noción del tiempo-.
Jessie: Me da miedo... -Se quedó esperando unos segundos por una respuesta, pero su única contestación fue un ronquido de parte de la contraria- Ugh...
Rápidamente tomó su rifle aturdidor, que estaba apoyado en la pared, cerca de su cama, y acto seguido, comenzó a caminar lentamente hacia la puerta. Mientras se acercaba, su mente iba maquinando los pensamientos, ella era una chica muy curiosa, pero su cerebro no paraba de imaginar que lo peor podría pasar, después de todo lo que pasó en el robomagedón... Todo lo que sucedió el año pasado... Solía ser más miedosa desde ese entonces.
Tomó el picaporte de la puerta, suspiró profundamente, y luego, la abrió de golpe, aunque su miedo se notaba desde lejos. En la entrada, una silueta se presentó, y de a poco se fue iluminando, dejando totalmente paralizada a la chica.
Una silueta conocida, familiar, una silueta que estaba en lo más profundo de sus sentimientos de remordimiento y culpa, la silueta de él...
¿Carl...?
El robot minero estaba ahí, mirándola fijamente, mojado, y parecía tener frío. Su cuerpo estaba destruido, le faltaba un ojo, por el cual salían cables cortados, y en la pantalla de su otro ojo, se podía ver un texto que Jessie no alcanzaba a leer.
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