Capítulo 8

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Capítulo 8

—Esto es de locos —refunfuñó Anahí cruzando los brazos y mirando a Alfonso a la mañana siguiente cuando iban a Jackson en la camioneta.

Tenían pensado parar en los juzgados, en el hospital y en la tienda de piensos. Habían salido a primera hora de casa para aprovechar bien la mañana.

A Anahí no le había importado demasiado madrugar. A decir verdad, sólo había conseguido dormir un par de horas en toda la noche. Se había precipitado al aceptar la oferta de matrimonio de Alfonso. Después de haber tenido tiempo para pensarlo mejor...

Alfonso la echó una mirada rápida antes de volver a prestar atención a la carretera.

—¿Qué es lo que es de locos?

—Que nos casemos. No quiero casarme contigo.

—¿Te estás echando atrás?

Puso cara de asombro al hacer la pregunta, pero su voz era despreocupada.

—Tiene que haber otra solución.

—Hay muchas otras, pero casi todas tienen la palabra préstamo de por medio, a la que tienes alergia, si no me equivoco.

—¿Por qué no puedes ser mi socio?

—Lo seré. Seré tu socio, tu marido y tu amante.

Anahí se quedó mirándolo atónita.

—¿Amante? —chilló.

Alfonso se encogió de hombros.

—No me negarás que existe una atracción entre nosotros, ¿no? Dándole tiempo al tiempo, es normal que ocurra. Y cuando estemos casados desaparecerán los remilgos que te impiden acostarte conmigo.

—Nunca hablamos de ser amantes, no entraba en el trato —dijo Anahí indignada.

¿Era aquello lo que quería? ¿El matrimonio era sólo una estrategia para llevársela a la cama?

—Pero sí entraba que fueras mi esposa.

Lo miró con rabia, torció la cara y se puso a mirar por la ventana. Aquello ponía peor las cosas. A Anahí se le paró un instante el corazón para a continuación empezar a latir a toda velocidad. Amantes. Era un plan para que fueran amantes.

—¿Crees que casarte conmigo te da derecho a meterte en mi cama cuando te venga en gana? —le preguntó sin apartar la vista de la ventana.

—No, pero algún día me invitarás a ella y entonces sí que me parecerá que tengo derecho a acostarme contigo.

—Ya, ¡tienes muchas probabilidades!

Anahí guardó silencio un instante antes de volver la vista hacia Alfonso y continuar hablando.

—¿Por eso quieres casarte conmigo?

—Es una de las razones.

—¿Cuáles son las otras?

—Ya hablamos de eso ayer.

—Refréscame la memoria. Ayer estaba impactada al haberme enterado de lo del seguro. He tenido tiempo para pensar y...

—Y tiempo para asustarte de la palabra matrimonio y por eso quieres echarte atrás. ¿Por qué? Ayer dijiste que no habías encontrado a otra persona con la que quisieras casarte. Puedes aprovecharte de lo que sé sobre cómo llevar un rancho. Estoy completamente seguro de que necesitas el maldito dinero. Y cuando te toco, creo que no te disgusta exactamente.

Marido de AlquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora