FINAL

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Capítulo 11

—¿Qué demonios pensabas que estabas haciendo al irte tan temprano el domingo? —tronó la voz de Alfonso a través del auricular cuando Anahí levantó el teléfono.

Anahí había llegado al rancho seis horas antes y estaba sentada tomando un poco de sopa y un bocadillo cuando sonó el teléfono.

—Tenía cosas que hacer.

—¿Tan importantes como para que ni siquiera me dijeras que te ibas a marchar temprano?

Había sido pura y simple cobardía, pero no podía decírselo.

—Estoy esperando, Anahí.

Por su tono de voz, se notaba con claridad que estaba enfadado.

Contenta de que hubiera distancia de por medio, Anahí intentaba dar con una respuesta que dejara a Alfonso satisfecho sin tener que revelarle lo vulnerable que se sentía.

—Tengo ciertas responsabilidades...

—Y una de ellas debe de ser largarte sin decir una palabra, supongo —replicó Alfonso.

—Lo siento, Alfonso, tienes toda la razón, hice mal. Debí dejarte una nota o algo.

—Debiste haber esperado a que me levantara y decírmelo a la cara, eso es lo que debiste haber hecho. No me vengas ahora con el cuento de las responsabilidades. ¿Había algún problema urgente en el rancho?

Anahí estuvo a punto de mentir, pero se dio cuenta de que Alfonso podría descubrirla con facilidad.

—Simplemente tenía que irme, ¿de acuerdo? Siento no habértelo dicho en el momento. ¿Qué tal te fue el domingo?

—Gané. Maldita sea, Anahí, te sacudiría si estuvieras aquí. Vamos a tener que hablar muy en serio tú y yo cuando vuelva a casa. Esto no acaba aquí, Anahí.

—¿En Acción de Gracias?

¿Es que iba a volver antes? Aguantó la respiración.

—Sí, ¡hasta entonces!

Muy despacio, volvió a colgar el auricular, contando los días que quedaban para Acción de Gracias. Pensativa, Anahí se lamentó de que si hubiera querido, Alfonso podía haber encontrado un hueco para acercarse al rancho antes de Acción de Gracias. Si hubiera querido, claro.

* * *

Anahí tenía los nervios de punta. Sin lugar a dudas, estaba asustadísima. Llevaba varias semanas planeando y preparándolo todo y al ver que se acercaba el día, notaba que tenía un verdadero nudo en el estómago. La incertidumbre era su compañera a todas horas. Bueno, la incertidumbre y el deseo hacia Alfonso.

Había limpiado la casa hasta dejarla reluciente y redecorado las dos habitaciones que había reservado para Ángel y para Kyle. Estaba satisfecha del resultado. Los cuartos de Kyle y Ángel eran los dos que quedaban libres, lo que obligaba a Alfonso a pasar a la habitación de Anahí. No había vuelta de hoja. Lo único que le quedaba por hacer, era convencer a su marido para que compartiera la habitación con ella durante la visita de sus hermanos. Tragó saliva e intentó imaginar la reacción de Alfonso. ¿Le parecería buena idea o pensaría furioso que lo único que movía a Anahí a acostarse con él era la gratitud?

Otra cosa que había traído de cabeza a Anahí fue decidir si invitar a Ángel y a Kyle a que pasasen todo el puente con ellos o si dejar que se fueran al día siguiente. Al final optó por la idea del fin de semana largo. Así, si las cosas con Alfonso no se arreglaban y no salían como esperaba, les tendría de escudo.

Marido de AlquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora