Don't stop

251 18 7
                                    

Once-ler observaba desde la frontera del bosque como las maquinas talaban los arboles, había pasado ya un año desde que regresó a vivir al bosque junto con su hermana, ya tenia veintisiete y en un par de meses cumpliría los veintiocho, pero no se notaba en su cuerpo, después de todo, la inmortalidad ahora era suya desde que su esposo decidió tener un amorío con su secretaria.

En cierta forma su cuerpo se había acostumbrado al dolor diario, y ahora podía ver como los ríos en el valle ya no llevaban agua cristalina, ahora parecían llevar algo parecido al alquitrán; el cielo azul solo permanecía sobre el bosque, siendo gris por la contaminación pasando sus fronteras; la tierra no era la excepción, el valle parecía ya no tener ni un poco de color, visualizándose apenas unas cuantas manchas rosas a kilómetros de ahí. Greed-ler estaba acabando con todo, y sabia muy bien que el día en que le pidiera el bosque estaba muy cerca.

-Buenos días, hermanito.-La castaña se sentó a su lado con un leve sonrojo en las mejillas. Once-ler no recordaba verla así de feliz en mucho tiempo.

-Buenos días. ¿Pasó algo interesante en ThneedVille?

-Algo así, conocí a un chico, Theodore Wiggins. Es muy caballeroso, y guapo, y tierno..

-¿Donde lo conociste?

-Trabaja en el supermercado donde hago las compras de la despensa, por accidente saqué una lata de donde no debía y todo el estante se vino abajo.

-Norma...

-¡Él esta bien! Lo ayudé a acomodar las latas, lo voy a ver mañana, fuera del trabajo obviamente.

-Aja, ¿Cuantos años tiene?

-Tiene veintitrés.

-¿Te das cuenta de que tienes treinta y dos? ¿No eres algo mayor para él?

-En realidad, si tomamos en cuanta que tuve la inmortalidad por algunos años, oficialmente sigo teniendo veintitrés. Bueno, veinticuatro.

-Para la humanidad tienes treinta y dos.-Soltó una risita ante el puchero de su hermana, al menos ya se sentía un poco mejor al saber que por fin iba a tener la vida que ella deseaba y a la que renunció por verlo feliz.

Después de unos minutos observando el paisaje Norma lo miró.

-Ya casi no hay árboles en el valle. La gente en Thneedville está enfermando, pero se niegan a ver la verdad, siguen pidiendo más y más Thneeds.-Su hermano jugó con un pequeño brote de una margarita al lado de él.-¿Vas a curar algunas áreas para disminuir un poco la contaminación?

Once-ler soltó una risita, negando. Ya lo había considerado desde hace mucho, pero ¿Si lo hacía de que serviría? Greed cortaría los árboles en cuanto los viera crecer otra vez en el valle. Los árboles del bosque eran suficientes para mantener a los animales seguros frente a la contaminación en el aire, pero Thneedville estaba lejos, cualquier cosa que intentara era inútil a menos de que curara el valle entero en una noche y que Greed recapacitara, ambas cosas eran imposibles.

La castaña miró sus manos, no hubo necesidad de que Once-ler le respondiera, ella ya sabía lo que pasaba por la mente de su hermanito. Además, ¿Cómo se podía ayudar a las personas si se negaban a aportar al cambio?

-A menos que ellos se interesen realmente en lo que está pasando, nada va a mejorar... Jamás. No puedo resolver los problemas por ellos, y no puedo guiarlos si se niegan a ver y escuchar.

Norma lo miró con tristeza, le partía el corazón ver a su dulce hermanito en ese estado. Seguía siendo racional y sonreía genuinamente con ella como en aquellos viejos tiempos, pero era muy evidente que el amor que sentía por Greed-ler no había desaparecido en lo absoluto.

Austeridad y codiciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora