Oscuridad, su visión se tornó oscura al ya no poder mantener sus ojos abiertos. Ya no sentía cansancio, ni siquiera dolor u otra afección en su cuerpo; tampoco sintió la tierra al caer al piso, porque estaba seguro de que eso había pasado, pero había algo que sí sentía, el dolor en su pecho producto del arrepentimiento y algo pesado que colgaba de sus muñecas, un peso que antes no estaba ahí.
Quería abrir los ojos, pensando que vería un cielo azul y a su querido Once-ler, pero al abrirlos no vio nada, solo una oscuridad infinita que se extendía por cualquier lado al que mirara, ni siquiera podía ver el piso, no sabiendo si había algo realmente ahí que le daba la opción de caminar y estar de pie. Su vista luego viajó hasta sus muñecas, dónde unas gruesas cadenas y grilletes las mantenían presas. Dió un paso tras otro con cautela, ¿Estaba avanzando o retrocediendo? Difícil saberlo cuando no había nada que le indicara a dónde se dirigía o si estaba avanzando; tampoco podía escuchar algo además del sonido de las cadenas en sus muñecas y su ropa al moverse, sus pasos no hacían ningún ruido, reafirmando la pregunta de si en verdad había piso que pisar.
-Te vas a volver loco, no pienses mucho sobre este lugar, no llegarás a nada.-Se sobresaltó, volteando hacia atrás para ver a la persona que le hablaba, ¿O era hacia enfrente? Dejó de lado por un momento las preguntas que inundaban su mente sobre ese lugar, centrándose más en quién era aquella persona vestida con una sudadera negra con capucha, pantalones de mezclilla oscuros y una máscara blanca que cubría su rostro. Lo examinó de pies a cabeza, interesándose en la funda de una katana que llevaba en la espalda, con su respectiva arma envainada.
-¿Quién eres?-Lo miró con desconfianza, agarrando parte de sus cadenas para poder defenderse en caso de requerirlo.
-Dejemoslo en qué soy un… ex compañero.-Caminó hacia él, con las manos metidas en los bolsillos de su sudadera.
-¿Por qué estamos aquí?-Apretó con más fuerza las cadenas, retrocediendo.
-Yo estoy aquí porque es mi trabajo, tú estás aquí porque estás muerto.-Se encogió de hombros.
-¿Q-Qué?-Soltó las cadenas, mirándolo sorprendido.
-Y vamos tarde para el juicio.-Pasó a su lado, Greed negó, alcanzandolo, caminando a la par del extraño.
-¿Qué juicio? ¡Explícame dónde demonios estoy!-Se detuvo, suspirando. A pesar de que ya llevaba tiempo en ese trabajo nunca se hacía más fácil el decirles la verdad a las pobres almas que recogía.
-Te acusarán formalmente cuando lleguemos.
-¿Acusarme de qué? ¡Aquí no hay nada!
-Livya solicitó un juicio para ti.
-No puede ser. Debo de estar delirando.-Se cubrió el rostro con ambas manos.-Todo esto es un disparate.
-No estaríamos aquí si tan solo hubieras dicho "No".
El anciano lo miró confundido, ¿Decirle "No" a qué o quién? ¿Realmente estaba muerto? ¿O casi lo estaba? Llegó a pensar que aquel lugar y el joven que seguía caminando frente a él no eran más que un producto de su imaginación, ocasionado por la contaminación destruyendo su cerebro. Era lo más lógico para el mayor.
"Aquí no existe la lógica"
Se sobresaltó, entrecerrando los ojos por la brillante luz que se acercaba a su rostro, impidiéndole ver el camino.
-¿Qué es esta cosa?-Acercó sus manos, mirando extrañado la gran cantidad de arena brillante que flotaba sobre sus palmas extendidas.-Dime que no estoy tan enfermo para imaginarme a unas hadas.
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Austeridad y codicia
FanfictionOnce-ler y Norma son dos humanos que desde niños han estado bajo el cuidado de El Lorax, el gran guardián del bosque de Truffula. Algún día uno de los dos será el nuevo guardián del bosque, y al ser este muy codiciado por los demás humanos, muchos...