CAPITULO 5

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— Si tú te casas conmigo yo podre pagarle todos los medicamentos a tu madre y no volverá a pasar ninguna necesidad —. Lo mire

Algo dentro de mi se posiciono en mi corazón, baje la mirada pensando en sus palabras.

— Piénsalo —. Beso mi cabeza

Y salió de la habitación, roze mis labios con mis dedos pensando en sus palabras.

Me acerque en la cama y me senté en la orilla de ella.

(...)

Escuche abrirse la puerta, la mire y de ella entro él.

Desvíe mi mirada de él, y la enfoque en el ventanal.

— Si yo me caso contigo ¿Me prometes que jamás le faltara nada a mi madre? —. Una lágrima resbalo por mi mejilla

— Así es —. Afirmo

Me levante de la cama y lo mire directamente a los ojos.

— Acepto —. Mis ojos se tornaron borrosos

Su sonrisa se amplio por todo su rostro demostrando triunfo.

— Esta bien, ahora vistete porque tenemos una cena con unos inversionistas —. Se dio la vuelta y salio de la habitación

Mi mundo se había derrumbado al aceptar ser su esposa, pero muy en el fondo sabía que era lo único que podía hacer para salvar a mi madre de la enfermedad.

Camine al baño y me despoje de mi poca ropa, deje que el agua acariciara mi piel desnuda y que tranquilizara todos mis males.

Salí envuelta en una toalla, me dirigí al armario, a lo lejos encontré con la mirada un vestido encantador.

Rojo, ceñido al cuerpo con una pierna abierta y con un escote de corazón adornado con pequeñas piedras.

Tome unos zapatos a juego y una cartera igual, me lo puse, y encajo perfectamente.

Me puse los zapatos, arrugue la frente extrañada es como si todo lo que hubiera aquí fuera para mi.

Me mire al espejo y me desconocí por completo, deje mi cabello suelto y rocíe un poco de perfume en mi cuello.

La puerta se abrió y en ella entro Sebastián, me miro y solo pude ver deseo en su mirada.

Me examino de arriba hacía abajo y una pequeña sonrisa salio de su boca, iba vestido de traje negro como la noche.

— ¿Estas lista? —. Preguntó sin dejar de mirarme

— Si —. Afirme

— Entonces vámonos —. Abrió por completo la puerta

Se hizo aún lado, camine dudosa hacía ella, pero sus manos en mi cintura hicieron que reaccionara de inmediato.

Me aparte de él y le lance una mirada llena de odio, él solo se limitó a sonreír.

Baje con delicadeza las escalera, pero pare al no saber donde era la salida.

Detrás de mi salio Sebastián, camino delante de mi y yo solo lo seguí en silencio.

Cruzamos un enorme pasillo hasta llegar a la salida, era la primera vez que veía la salida.

Observe todo con detenimiento, parecía ser un enorme castillo.

Había un enorme laberinto de árboles y todo lo de más eran adornos, frente a nosotros se encontraban sus guardaespaldas.

Abrieron la puerta para él, pero él se hizo aún lado esperando a que yo entrara.

Dude en hacerlo, pero el aire choco fuertemente con mi rostro atrayéndome al mundo real.

Camine al auto y entre por completo en la limusina, después entró él, me retire lo más posible.

Pues emanaba un aura maligna que se sentía a kilómetros de distancia, sentí como el auto comenzó a avanzar, miraba por la ventanilla.

Observando a mi mejor compañera... La luna.

El camino era pasar por un pequeño bosque y después de eso solo había carretera.

Sentí la pesada mirada de Sebastián recorriendo cada parte de mi ser.

— Ahora que aceptaste casarte conmigo —. Su voz atrajo mi atención, lo mire atenta a sus palabras

— Ante el público tendrás que ser la prometida más feliz del mundo, dejarte besar, acariciar y tomarte de la cintura o la mano —. Trague saliva

— No podrás decir ninguna palabra sobre nuestro trato, y siempre te dirigiras a mi como "mi amor o amor" —. Relamí mis labios nerviosa

— Dame tu mano —. Frunci el ceño confundida

Pero acerque lentamente mi mano a la de él.

La tomo con delicadeza, de su bolsillo saco una pequeña cajita negra, la cual abrió y de ella salio un hermoso diamante.

Era grande y muy fino, lo metió entre mi dedo, y encajo a la perfección, me soltó y mire perpleja el anillo.

Lo mire con detenimiento me di cuenta que en la parte de atrás decía mi nombre.

— Mónica... —. Susurré

Lo mire sin saber que decir, él solo sonrió, suspire cansada, no sabía que pasaría al estar casada con él.

ME PERTENECES (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora