CAPITULO 6

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Llegamos a lo que parecía ser una mansión, había muchas personas en ella.

Iban y venían, sonreían pero al ver que llegamos Sebastián y yo todo mundo guardó silencio.

Las miradas cayeron sobre nosotros, él me tomo con fuerza de la cintura.

Me removí incomoda, trate de alejarme pero él se aferro a mi, se acercó a mi oído y comenzó a susurrar cosas en el.

— Cuidado y hagas una estupidez Mónica... Recuerda que la salud de tu madre esta en tus manos —. Trague saliva con miedo

Lo mire y sonreí como si todo nuestro mundo fuera color de rosas, me acerque a su mejilla y deje un pequeño beso fugaz.

Él arrugó la frente confundido pero después de eso volvió a tomar cordura.

Comenzamos a caminar y a lo lejos ví a muchos hombres vestidos de negro al igual que él.

Nos acercamos a ellos, ellos posaron sus miradas en mi.

— ¿Así que ella es tu prometida Sebastián? —. Un hombre de escasos cuarenta y tantos hablo

— Así es —. Afirmo Sebastián

— Mónica él es Arturo, Arturo ella es Mónica —. Me sonrió y tomo con delicadeza mi mano

La beso con delicadeza, sentí que el agarre de Sebastián se intensificó.

— Es un gusto conocerla —. Dejo mi mano libre, pude respirar con más facilidad, sólo me limite a sonreír

— Bueno pasando a los negocios —. La voz de Sebastián se escuchaba irritada

— Claro, sientense —. Tomamos asiento

(...)

Las horas pasaban y ellos seguían hablando de negocios de los cuales yo no entendía nada.

Suspire cansada, mientras miraba con detenimiento a Sebastián.

Era de ojos azules como el mar, cabello negro como la noche, sonrisa encantadora, cuerpo de infarto.

Pero había algo más que no podía descifrar de él.

¿Por que quiere casarse conmigo? —. Esa pregunta invadió mis pensamientos

Era cierto, en cierto punto él no tenía que casarse con nadie para ser feliz, a decir verdad él podía tener a cualquier mujer rendida a sus pies.

¿Pero por que yo? —. Toque levemente mis labios

Mientras seguía observándolo, a decir verdad él parecía ser un hombre muy temido por los demás.

Pero sentía que cuando estaba conmigo, era un pequeño niño indefenso.

Él se levanto de su asiento, borre rápidamente esos absurdos pensamientos.

Copie su acción, él reía mientras se despedía de sus inversionistas.

Arturo me miro y sonrió con picardía, se acercó de nuevo a mi, tomo mi mano de nuevo con delicadeza.

— Fue un gusto conocerte Mónica —. Con agilidad quite mi mano de la de él

— Hasta luego Sebastián —. Se despido de él

Él me miro con rabia y volvió a tomarme con fuerza de la cintura, me saco de aquel lugar, hasta llegar casi corriendo a la limusina.

Entre casi corriendo, me recorrí de lugar.

El auto comenzó a avanzar, sentía la mirada pesada de él observándome con cautela.

— Mónica mírame —. Ordenó

Lo dude un par de segundos, pero al final accedí al sentir sus manos en mi barbilla.

Me hizo mirarle a la fuerza, sus ojos no se apartaban de los míos.

— ¿Conoces a Arturo? —. Su pregunta me saco de lugar

— ¡No, claro que no! —. Arrugue la frente confundida

— Cuando a él se le mete algo por los ojos, no hay poder humano que lo haga sacar de esa idea —. Sus palabras me hicieron temblar

— Escucha bien lo que te voy a decir Mónica —. Sus dedos se clavaron en mis mejillas con fuerza

— Tú me perteneces y nadie va a poder cambiar eso —. Sus palabras me llenaron de terror

Sus labios rozaron con los míos, cerré los ojos por instinto.

— Quiero consumirte en el fuego de mis deseos y hacer que ardas en mi infierno —. Lamió mis labios

Abrí los ojos de golpe al sentir como beso con cariño mi cuello, sus besos eran delicados y húmedos.

Me separe de golpe de él, no quería caer en su tentación, su mirada oscureció, y mi corazón se acelero dentro de mi.

ME PERTENECES (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora