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Casi corrí para llegar a casa pero fue muy tarde. Las luces estaban apagadas. Mamá, papá y Emily estaba sentados en el sofá de la sala de la nueva casa. Sonreí inocentemente cuando aparecí ante ellos y me miraron.

"¿En dónde estabas?" Mamá preguntó curiosa.

"En una cafetería." Respondí sentándome en el reposabrazos del sofá. "Conocí a una chica." Sonreí al recuerdo.

"¿Es de por aquí?" Emily se interesó.

"Vive cerca del centro comercial."

"¿Cómo se llama?" Entonces papá preguntó.

"No tengo la menor idea."

"Que nombre tan raro." Em hizo una mueca.

"No, Em," reí "no me dijo su nombre."

"Eres tan sociable, Ana." Dijo sarcásticamente mi hermana.

"Bueno, ya déjame." Me levanté de mi asiento. "Vete con tus amigos, traidora."

"Ay, bueno, no te enojes." Contestó acomodándose en el sofá junto a mamá.

"Calienta la cena, si quieres." Dijo mamá y yo negué.

"Voy a mi cuarto, conseguí dos libros que quiero leer." Dije lo suficientemente alto al ir subiendo las escaleras.

Pero no leí nada. Mis dedos golpeaban la madera de mi escritorio. Mi mente no estaba muy enfocada en la literatura en estos momentos. La chica de la cafetería estaba apoderándose de mi cabeza.

No entendía el porqué. Ella era muy divertida pero ya. Conocer a alguien era realmente genial si era como mi encuentro con ella.

Al darme por vencida de tratar de leer, me metí en la ducha y salí al instante. No tenía muchos planes para el día siguiente pero sin duda iría a la cafetería a esperar a que apareciera la chica con ceguera. Me acosté en mi cama para quedar dormida en poco tiempo.

Eran las cinco de la tarde cuando estaba en la librería observando la cafetería de lejos para asegurarme de que la chica apareciera.

No lo hizo.

A las siete me di por vencida y salí a regañadientes del lugar. Me dirigí lentamente a la cafetería para hacer tiempo. Estaba preocupada porque ella apareciera y necesitaba verla, era como, si yo quisiera saber su nombre, deseaba saberlo porque algo en ella era realmente misterioso e interesante y yo era de esas curioso-idiotas que amaban investigar a la gente, aunque muchos llamen a eso un acosador, yo me autoindiqué curioso-idiota.

Iba a ir directo a su casa pero no sabía su nombre. La escena en mi mente me divirtió e hizo que me diera pena.

Su madre abriría la puerta y tendría una mueca en los labios al darse cuenta de que no me conocía, y cuando me pregunte a quién buscaba, yo diría que a la chica ciega que vivía ahí, entonces ella cerraría la puerta en mi cara por mi falta de modales al llamar a su hija ciega.

Me senté en la banqueta de su patio a jugar con mi suerte, pero nada. Ni siquiera estaban las luces prendidas. Tomé unas piedras del césped de su familia y comencé a tirarlas frente a mí. Con Em siempre hacíamos eso en Michigan. Tirábamos piedras a la casa de la señora Hansen y quién tirara una de las macetas que estaban en el porche podía escoger el canal de televisión después de la cena.

Me la pasé dos años viendo Disney Channel y Discovery Kids por mi falta de tino. Pero era divertido hacer eso con Emily, a decir verdad todo lo que Em y yo hacíamos era divertido. Me siento patética al darme cuenta de que mi pequeña hermana me hace mucha falta para divertirme.

CRITICAL - Ale y Ana (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora