Estaba con Camila en el jet de Austin Scott, que pilotaba el avión rumbo a Nuevo México. Lauren no llegaba a creerse que fuera la realidad y no uno de tantos sueños que había tenido con ella. Estiró las piernas y la observó mirar el cielo por la ventanilla. El sordo rumor del motor les daba cierta privacidad respecto a Austin.
Por fin tenía a Camila para ella sola, lejos de aquellos miserables parásitos a los que llamaba familia. Y todo gracias a Amelia, que sí que era un familiar de verdad, del tipo que valía la pena, una persona a la que sólo le importaba el bienestar de Camila.
Por fin estaban las dos juntas. Por fin podrían intentar aclarar lo que pasaba entre ellos, con tiempo por delante y sin sentirse el centro de todas las miradas. No podían seguir posponiendo ese instante.
Pero aunque aquella fuera su prioridad, no dejaba de dar vueltas en su cabeza a diversas preocupaciones. No conseguía adivinar por qué los Cabello habían aparecido una vez más. ¿Qué querían? Siempre que hacían una visita era porque necesitaban algo.
A los diecisiete años, había encontrado a Camila desesperada después de dos días de visita de los Cabello porque le angustiaba pensar en las cosas que desaparecerían de la casa de la tía Martha cuando se fueran. Hasta llegó a plantearse huir con ellos para proteger a las personas que más amaba.
Camila giró la cabeza hacia ella.
-Gracias por haber organizado este plan. No dejaba el restaurante desde... - Camila se pasó los dedos por su denso cabello-. Ni siquiera me acuerdo. Supongo que desde que lo inauguramos, hace dos años.
-Siempre es duro empezar un negocio. Tú y tus hermanas han asumido muchas responsabilidades -se abrieron las nubes y dejaron a la vista el desierto. Pronto aterrizarían.
Camila sonrió.
-La tía Martha nos dejó una maravillosa herencia.
-Tienes razón. Es una casa fantástica -Lauren había rechazado numerosas ofertas para vender la casa familiar, pero aparte de que su madre seguía ocupándola, no podía soportar la idea de desprenderse de una casa que había pertenecido más de dos siglos a su familia.
-No me refería sólo al edificio, sino a la noción de «hogar» que heredamos de ella. Por eso insistimos en conservarla -Camila hizo un movimiento con la mano, como para despejar el aire-. Pero ésa no es la cuestión en este momento. Te estaba dando las gracias.
-No las merezco -dijo ella, que en realidad no sabía por qué Camila le daba las gracias por algo que constituía un placer para ella.
Camila sonrió una vez más.
-Esta situación me trae recuerdos.
-¿De qué?
-De la fiesta de fin de curso. Aunque en lugar de en una limusina, estamos en un avión -Camila acarició los reposabrazos de cuero-. No estoy acostumbrada a estos lujos.
-¿Te gustan? -Lauren tenía que adivinar los sentimientos de Camila porque nunca sabía qué esperar de ella. De hecho, ése era uno de sus principales atractivos. Pensó en la noche en el muelle, un par de días atrás, cuando habían estado a punto de perder el control.
Camila arrugó la nariz y se hundió en su lujoso asiento.
-Sería una desagradecida si dijera que no. Sólo un idiota preferiría tener que hacer escalas, pasar controles de seguridad y sufrir retrasos.
-Pues yo prefiero los perritos calientes al caviar -Lauren posó su mano sobre la de ella y le acarició la muñeca. Por el momento, ése era el contacto más íntimo que estaba dispuesta a permitirse-. El dinero no siempre me da lo que quiero.
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Sólo Tú
Romance¿Cómo podría negarle nada a aquella mujer? Amable. Irresistible. Peligrosa. Lauren Jauregui era todo eso y mucho más y había protagonizado las fantasías de adolescencia de Camila Cabello... Además había sido su primera amante y su gran desengaño. A...