Capítulo 11

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Lauren estaba sentada con su madre en la biblioteca, y miraba a su alrededor recordando los comentarios de Camila. ¿Qué había sugerido? Contraventanas y visillos que dejaran entrar la luz. También había mencionado la conveniencia de aligerarla de cosas.

Su mirada se quedó clavada en la repisa de la chimenea y las numerosas fotografias familiares que la ocupaban, retratos artificiales, de poses forzadas y solemnes. Como el gran retrato al ólco que dominaba la habitación. No había ni el más mínimo destello en ninguno de ellos de la naturalidad que caracterizaba las fotografias que sacaba Martha Lewis.

Quizá por primera vez en su vida, Lauren habló sin pensar.

-Mamá, ¿por qué aguantaste a papá tantos años?

Su madre se quedó paralizada con la taza en el aire. Unos segundos más tarde, la dejó cuidadosamente sobre su plato y respondió:

-No comprendo a qué te refieres, querida.

Lauren no estaba dispuesta a seguir con aquella parodia. Sentada allí, en aquella opresiva atmósfera, se preguntó si ser hija única no se habría convertido en una excusa para vivir en soledad. Desde luego, era más sencillo que plantear conversaciones como aquella. Y sin duda, menos doloroso que arriesgarse a que Camila le destrozara el corazón.

Pero en aquel momento, estaba dispuesta a lo que fuera para no perderla.

-Sabes perfectamente a qué me refiero -una idea lo perturbaba, y necesitaba aclarar las cosas-. Madre, en mi profesión trato constantemente con gente que miente. Puede que no sea el trabajo que tú hubieras elegido para mí, pero lo hago muy bien. Y algo me dice que me llamaste para que viniera por alguna razón que no alcanzo a adivinar. Si esperas algo de mí, al menos deberías ser sincera conmigo.

Su madre hizo girar la taza en el plato con mano temblorosa.

-Que tu padre no fuera expresivo, no quiere decir que no quisiera a su familia.

Lauren ya no aguantaba más.

-Las únicas veces que me tocó fue para posar en una fotografia o para darme un bofetón. No nos teníamos bastante afecto como para llegar a tener una relación.

Su madre apoyó las manos en el regazo con los labios apretados en una fina línea.

-No llegaste a conocer a tu abuelo. Tu padre tuvo que recorrer un largo camino para llegar donde llegó y ser como era.

-Eso puede servir de explicación, pero no de excusa.

-¿Insinúas que yo debía haber intervenido?

Lauren guardó silencio. No había pretendido que la conversación se encaminara en aquella dirección, pero no supo cómo reorientarla.

-Hice lo que creía que debía hacer, hija mía, aquello con lo que confiaba en poder preservar este tipo de vida para ti. Tú no tienes ni idea de lo que es que la gente te mire por encima del hombro porque no tienes dinero.

La familia de su madre había muerto siendo ella pequeña. Sabía que no tenían mucho dinero, pero su madre nunca había mencionado que pasaran penurias.

-Si sabes qué se siente siendo pobre, ¿por qué tratas a Lauren y a las demás chicas como si fueran escoria?

-Porque quiero que mantengas el estatus que tanto me ha costado que alcanzaras -la voz de su madre adquirió un tono agudo-. No quiero que te rebajes. Debes ser una digna representante de tu linaje.

-¡Caramba! -el cerebro de Lauren se puso a trabajar frenéticamente, analizando la información que su madre le había proporcionado en tan sólo un par de frases-. Yo creía que no te gustaban porque en el pasado habían estado implicadas en asuntos turbios, no por una cuestión tan insignificante como «el linaje».

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