—Lauren, ¿vas a decirme dónde me llevas?
Lauren mantuvo la vista fija en la carretera. Mirar a la mujer que llevaba a su lado era peligroso y, de todas formas, pronto podría contemplarla durante tanto tiempo como quisiera.
La escapada había exigido poner a prueba su capacidad de improvisación, pero finalmente había diseñado un plan lo bastante atractivo como para que Camila no pudiera resistirse.
También había organizado un operativo de vigilancia con el departamento de policía de Charleston para vigilar la casa en su ausencia. Había recibido un soplo sobre un asunto de falsificación de tarjetas de crédito por parte de los Cabello, en Dallas. Con suerte, lograría que la policía los detuviera y presentara cargos contra ellos. Aun cuando sólo los condenaran a servicios a la comunidad y a una multa, la amenaza bastaría para hacerles ver que hablaba en serio, y los mantendría alejados de Charleston en el futuro.
Había sido casi imposible convencer a Camila de que se marchara de la casa después de que Alejandro Cabello se plantara delante del restaurante con una señal escrita a mano anunciando: Especial tortillas: dos por una. Había jurado que sólo quería ayudar al negocio a cambio de un pequeño porcentaje de los beneficios.
La imagen de Amelia, bajando furiosa los escalones del porche, bastó para que cambiara de idea. Camila sólo había accedido a marcharse una vez vio a su padre romper la señal en la rodilla.
Consecuentemente, Lauren podría cuidar de ella por unos días. Era sorprendente que hubieran pasado toda la vida buscando ocasiones para estar solos. Afortunadamente, la madurez le había proporcionado los recursos de los que carecía en la adolescencia.
—¿Dónde quieres ir?
Al no recibir respuesta, miró a Camila y sus ojos se posaron más tiempo del debido en el collar de pequeñas caracolas que se colaba entre sus senos, por debajo del escote. Como si leyera su pensamiento, Camila jugueteó con la mayor de las caracolas, en el centro del collar.
—¿No tienes un plan?
Lauren volvió la vista a la carretera.
—Claro que sí, pero siempre estoy abierta a sugerencias.
—Por el momento, prefiero ver qué tienes pensado.
A Lauren le sorprendió que Camila se mostrara tan dócil y estuviera dispuesta a cederle el control con tanta facilidad. Normalmente discutían hasta alcanzar un acuerdo, y lo mejor llegaba cuando se reconciliaban... Pero en aquella ocasión Lauren no pensaba enfadarla, rebajándose de haber conseguido una victoria tan pronto.
Suponía que en los días que iban a pasar juntos acabarían acostándose, pero por si acaso, había reservado dos habitaciones. Así Camila podría decidir sin sentirse presionada. Aunque si optaba porque estuvieran juntas... Sólo con imaginarlo se le disparaba la adrenalina.
—Te agradezco que confíes en mí. Prometo no decepcionarte.
No mentía. Había hecho bien su trabajo y pensaba ofrecerle mucho más que sexo. Después de haberla visto comportarse como la niña vulnerable del pasado, incapaz de enfrentarse a su familia, había decidido darle algo muy importante antes de separarse de ella.
El año anterior, Camila le había asegurado que, de no haber sido por su apoyo y la fe que tenía en ella, no se habría atrevido a montar un negocio. En aquel momento, ser consciente de que tenía tanta influencia sobre ella le había inquietado. De hecho, incluso en aquel mismo instante, sólo pensarlo le hacía sentir un peso sobre los hombros. Sin embargo, sabía que no podría marcharse sin proporcionarle la última pieza que le faltaba para adquirir una plena autoestima: la capacidad de decir adiós para siempre a su familia.
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Sólo Tú
Romansa¿Cómo podría negarle nada a aquella mujer? Amable. Irresistible. Peligrosa. Lauren Jauregui era todo eso y mucho más y había protagonizado las fantasías de adolescencia de Camila Cabello... Además había sido su primera amante y su gran desengaño. A...