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Hubo una vez una feria, la feria del pueblo.
Globos, colores, deliciosa comida chatarra, exceso de personas, felicidad, sí, todo lo que odiaba en un mismo lugar.
Mi amargura no se debía a eso, se debía a que ella estaba en una cita, una cita fallida donde la terminé rescatando, así que ambos nos encontrábamos sentados en una banca frente a la rueda de la fortuna.
Le di una mordida a la manzana de caramelo mientras veía a todas las personas pasar a nuestro alrededor. Jennie se encontraba... decepcionada por tan fallida cita, que por supuesto no arruiné.
Su mentón se encontraba recargado en la palma de su mano mientras su codo estaba sobre su muslo. Su mente divagaba, realmente se preguntaba si había hecho las cosas bien y sí, las había hecho.
Era una chica agradable, linda tanto física como emocionalmente ¿Por qué saldría mal su cita? No lo sé, quizás ella no se encontraba lo suficientemente bien.
—¿Quieres hablar al respecto? —rompí el silencio luego de escucharla sollozar
—No te mentiré, a ti no —me miró sobre su hombro y mi corazón se partió.
Verla llorar era un martirio para mí, así que mi mano tocó su espalda y la frotó un poco en un intento muy patético por reconfortarla.
—Jennie
—Me gustaba, o al menos eso creí
Escucharla decir eso también fue martirio, uno muy desagradable.
—Jennie —suspiré mientras rascaba mi nuca y buscaba las palabras exactas que obviamente nunca aparecieron—, No conozco mucho sobre esos temas, pero puedo asegurarte que gustar y amar son dos cosas completamente diferentes... creo —suspiré — Lo siento si no ayuda mucho
Ella me miró aún con sus ojos cristalizados y yo nuevamente suspiré. No podía mentirle, el sentimiento a lo que llaman amor era tan ajeno que ni siquiera podía darme una idea de lo que realmente era.
La vi limpiarse las lágrimas que salían de sus ojos para luego ver como aparecía nuevamente esa hermosa sonrisa en su rosto.
—Andando —golpeó sus muslos y se puso de pie
—Ya se está haciendo tarde y tengo que llevarte a casa
—Pero que aguafiestas eres Taehyung —se burló mientras tomaba mi mano y tiraba de esta
—No soy aguafiestas —lo era, lo admito—. Solo no quiero que pesques un resfriado
—Solo subamos a un juego
—No puedes subir a ningún juego —le advertí.
Por su condición Jennie lo tenía prohibido y era increíble como en ese lugar todos lo sabían y se lo advertían, era un poco molesto pero no podía decir nada.
