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Y entre toda la felicidad que pude experimentar con ella, entre todos los buenos y malos momentos

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Y entre toda la felicidad que pude experimentar con ella, entre todos los buenos y malos momentos... Llegó el peor momento de todos.

La ambulancia había pasado por ella justamente a las tres después de un ataque que la dejó inconsciente por varios minutos.

Corrí por los pasillos del hospital en su búsqueda, mis ojos se movían frenéticos, mi corazón latía deprisa, golpeaba mi pecho con tanta fuerza que el aire no llegaba a mis pulmones.

Pregunté por ella y nadie tenía ni idea de su paradero.

Fue un martirio ese corto tiempo hasta que fue el sollozo de su madre quien me hizo parar.

Mi corazón comenzó a detenerse lentamente, caminé despacio y podía escuchar la voz del doctor, en el reflejo de los padres de Jennie claramente se veía a su madre llorando y su padre con lágrimas en sus ojos reconfortado a su mujer.

No era una buena señal

—Lo siento, los resultados no son nada favorables para Jennie —Tragué duro sintiendo un nudo formarse en mi garganta. Y entonces, lo dijo—No hay nada más que hacer por ella

Su madre lloró, su padre la abrazó y yo solo... Solo pude suspirar.

Mis ojos se cerraron con fuerza, me rehusaba a derramar una lagrima porque sabía, yo sabía que este día llegaría, pero... ¿Por qué me dolía tanto?

No sabía por qué me sentía tan mal, pero ahora, después de todo este tiempo, lo sé

Esperanza

La maldita, jodida y asquerosa esperanza.

Sin darme cuenta estaba albergando dentro de mi esa sensación, creía con ingenuidad que él la salvaría.

Esperé hasta que sus padres se fueran, Jennie no era una chica tonta, pues pese a que sus padres estaban tratando de mostrarse optimistas, ella lo sabía.

Sabía que su fin estaba cerca.

Sus padres se fueron a la cafetería porque ella les insistió que fueran a comer o a descansar un poco ya que su espera en hospital sería muy larga, y cuando las puertas del elevador se cerraron, yo entre.

—Hey —me sonrió.

Tuviste que ver su sonrisa, normalmente su sonrisa me traía paz, me hacía sentir ya que sus ojos se ponían como los de un gatito con esas mejillas regordetas, era tan preciosa, pero... esta vez lo único que me hizo sentir fue miseria

—Me gusta tu optimismo Nini

—No me queda otra cosa ¿no? —En realidad odiaba su optimismo, en ese momento no podía ver lo lindo que era sonriendo, solo pensaba en el tiempo que quedaba—. Mañana me harán estudios, picaran mis brazos y dolerá muchísimo

—Jennie

—Te voy a confesar algo—Me susurró colocando su mano en su boca—. Odio las agujas. Aún que estas ya han formado parte de mí que  ni me quejo

Mordí mi labio con ansiedad, quise sonreír pero mis mejillas se encontraban paralizadas por completo.

—¿Por qué estás tan... —quise terminar la frase pero me mantuve en un siniestro silencio.

La escuché suspirar.

—Necesito ser fuerte Tae, sino ¿Quién lo será?

Duramos varios minutos hablando, cambiamos de tema y no volvimos a tocar la tristeza que albergaba mi corazón y el suyo. Me quedé junto a ella, recostado en la cama mientras escuchábamos la lluvia.

Ese día llovió como nunca en ese maldito lugar.

La escuché rezar y pedir por todo el mundo menos por ella, incluso aún pedía por mí...

—Duerme un rato Jen, será un día muy largo

—Estarás aquí cuando despierte ¿verdad? —Bostezo con los ojos ya cerrados.

No tuve oportunidad de responder, pues ella ya se encontraba profundamente dormida.

—No me pidas que me quede y verte morir Jennie, porque no lo haré —Susurré antes de acercarme a ella y besar su frente—, lo siento tanto vida mía.

Las gotas de lluvia caían dramáticamente por mi cabello, por mi rostro, por todo mi cuerpo... Las ráfagas de viento tan gélidas de esa noche ponía mi carne de gallina y mi aliento salía en forma de humo que era claramente visible.

Mi corazón latía despacio y ¡joder! Dolía demasiado.

Mi pecho dolía tanto como si quisiese extirpar mi corazón, mi pulmones ardían y mis ojos quemaban; realmente estaba aguantando unas enormes ganas de llorar.

Un haz de luz cruzó el cielo, iluminando las luces en tonos púrpuras... A Jennie le encantan esos colores... ¿Le encantaban?

Suspiré queriendo deshacer el nudo en mi garganta pero poco después de que el cielo se iluminará se escuchó un trueno golpear el cielo con violencia y exploté.

—¡Con una jodida mierda!

El grito fue tan fuerte y profundo que desgarró mis cuerdas vocales. Mis rodillas cayeron al suelo en un golpe seco y doloroso, pero en ese momento el dolor físico no superaba lo que estaba en mi interior.

—¡¿Por qué tienes que ser tan... Cruel?! —grité con furia.

Realmente estaba destrozado, era una sensación tan horrible que nadie se podría imaginar la maldita impotencia que recorría mi cuerpo.

Mi Jennie estaba muriendo y lo único que hizo él fue hacer nada.

—Tú, maldito manipulador infeliz ¡por qué! ¡Ella siguió tus jodidas reglas al pie de la letra! ¡No pecaba, no mentía, no robaba, iba a la iglesia, incluso...

Contuve el aliento mientras las lágrimas caían de mi rostro, y cuando ese pensamiento oculto llegó a mí, no pude evitar sentir rabia.

—Incluso... Mierda ¡Incluso me rehusé amarla! —Grité— ¡Me rehusé para que ella pudiera entrar!—golpeé el suelo con furia—. ¡Ella seguía tus estúpidas reglas y aun así no fue suficiente para salvarla! ¡Con una Mierda! —Grité— ¿por qué ella? —Lloriquee al cielo en búsqueda de alguna tonta respuesta.  Y aún sigue siendo una pregunta que en mi soledad cruza por mí cabeza—Habiendo tanta escoria en el mundo la llevas a ella

Las lágrimas salían de mi rostro en corrientes interminables, realmente en este punto mi corazón dolía como nunca había dolido y ya no podía controlar nada de mí.

Sabía que él me estaba viendo, que todos me estaban viendo, quizás mucho de ustedes reía por mi mala fortuna, por mi dolor... Disfrutaban verme tan débil, pero nunca cruzó por mi mente lo que él estaba pensando y hasta ahora es algo que ignoro.

—No es justo, realmente no es justo.

Yo sé lo que es el dolor y ella no lo merecía

Yo sé lo que es el dolor y ella no lo merecía

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