LA ÚLTIMA PIEZA DEL ROMPECABEZAS

2.4K 61 2
                                    

-¿Estás en posición? – repitió por enésima vez la masculina voz a través de sus manos libres –

-Que sí – resopló sonriendo mientras daba una calada a su cigarro – mira Sergio... que si la pierdes

-La tengo justo frente a mí

-Es una tía que ha sido difícil de rastrear, y te lo digo yo que me hice experta en ese arte... aunque ya conoces mi opinión sobre traerla

-Es buena Mactzil...

-Si vine aquí fue con una condición...

-Está bien, está bien... Zazil – le responde de manera burlona –

-Te voy a colgar – resopló observando toda la policía que la esperaba –

-Ya cálmate Elena, sólo bromeaba

-Te perdono pero sólo porque – ajusta la radio escuchando un poco más claro a la policía – estabas bromeando y eso se ve cada mileno

-De acuerdo...

-Shhhhhh – el radio estaba hablando y las voces de repente se entrecortaban – la han convencido – niega aplaudiendo un par de veces – las fotos te las he enviado al móvil, emigro.

Cortó la comunicación antes de que Sergio se despidiera de ella, tomando su radio lo dejó en la mesa y derramó su bebida sobre él.

-¡Hay que tonta! – se levantó y un mesero acudió a ayudarle – Ha sido un accidente – intentó ayudar a secar –

-No se preocupe – le sonríe amable – que aquí no pasa nada más allá de haber manchado el mantel... pero su aparato

-Bueno me ha quitado medio año tratando de repararle – se ríe alzando los hombros – la verdad que era un cacharro que guardaba por mero sentimentalismo

-Esas cosas valen la pena

-Pero si uno no las deja atrás... – le deja un billete guiñándole el ojo y antes de salir aventó el aparato a la basura –

Se subió a un taxi, pidió que le llevara al pueblo más cercano a su destino, preguntando sobre hostales, lugares de comida y demás banalidades entabló una amigable conversación con el taxista.

Una vez dejándola en el sitio entró a una tienda para comprar un helado, saliendo de ahí y con un suspiro se puso en marcha, caminando hacia la finca.

El calor era bochornoso aunque el helado refrescaba un poco, pero eso no eliminaba las gotas de sudor que caían por su espalda, la vibración del móvil le hizo sobresaltar haciendo que cayera su postre.

-¡Me debes un helado! – refunfuñó al móvil sin molestarse en mirar – estaba buenísimo

-Tienen al ratón – habló con solemnidad soltando una ligera risa burlona – 

Lena (La casa de papel Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora