HERIDOS

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¡Últimos capítulos! 

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-¡¿DÓNDE COJONES ESTABAS?! – gritaba Denver al teléfono antes de azotarlo en la mesa, pero antes de que Berlín o alguien más le pudiera tranquilizar entró Helsinki –

-¡HOMBRE HERIDO! ¡HOMBRE HERIDO! – gritaba a más no poder arrastrando a Oslo – ¡AYUDA!

-¿Qué ha pasado? – todos nos acercamos rápidamente –

-Helsinki ¿Qué ha pasado? – repitió la pregunta Denver –

-Rehenes, fuga, golpe muy fuerte – trataba de decirnos a todos – traumatismo – miró al chico – Denver, tú sabías de fuga ¿Quién rehén hizo la fuga? – le dejó sin palabras volteando a ver a Berlín, el cual también esperaba su respuesta – ¿Qué rehén hizo la fuga?

-Arturo – soltó – lo dijo, pero no... pero no llegué a tiempo

-Arturo – soltó frustrado –

Sin pena alguna, Berlín me tomó de la mano pasándome frente a él indicándome con la cabeza que le revisara.

Podía sentir la penetrante mirada de Denver, pero aún era incapaz de verlo sin echarme a llorar, así que simplemente evité su mirada y me acerqué lentamente a revisar a Oslo.

Verle ahí tendido, me hizo regresar de golpe a la realidad.

Con eficiencia comencé tomando sus signos vitales, revisé sus pupilas.

Fue desgarrador, tener que voltear la mirada hacia Berlín negando con la cabeza.

No, no había esperanza.

Esto era algo que estaba fuera de mi alcance y sin el equipo médico necesario no tendríamos la certeza de la magnitud del daño.

-Helsinki – murmuré volteando a verlo, pero aún estaba en shock – Oslo...

-Gracias – musitó Berlín poniendo su mano en mi hombro, haciéndome a un lado para llamar la atención del grandote – Helsinki, Helsinki – al segundo llamado lo consiguió – Oslo está mal

-No

-Está muy mal herido Helsinki – le repite –

-No, no – respiraba con fuerza – mal herido no, mal herido no

-Helsinki... de verdad – tomo su mano, pero me aparta bruscamente, Denver tuvo mejores reflejos que yo – no está bien

-Sólo necesita descansar – me miraba y después a Berlín – y meditcina – comienza a buscar – hora de meditcina, una medicina

-¿Por qué tiene los ojos abiertos? – pregunta Nairobi –

-Yo ahora doy prednisona, antinflamatorios y heparina – lo hacía conforme lo hablaba mientras todos le observábamos – y a dormir, y mañana Oslo mejor – comenzaba a hablarle en su idioma –

Moscú se acercó poniendo la mano en el hombro, con ayuda de Berlín me puse de pie y me situé entre Nairobi, Denver y Berlín comenzando a explicarles la pregunta que la pelinegra había hecho.

-No soy neuróloga, o alguien de ese rango de estudios – suspiro – pero una lesión en la cabeza puede privarnos de oxígeno en el cerebro, es como cuando se tiene un paro respiratorio o cardiaco – señalo a Oslo – o por daño craneoencefálico... creo que entró en un estado vegetativo, va a poder abrir y cerrar los ojos, tal vez comer pero todo lo que incluya un pensamiento consciente no va a ser posible – me abrazo – recomendaría que se traslade a un hospital por que va a necesitar una atención integral

-¿No tienes que ser muy estudiada para decir algo así?

-Sí tienes que serlo, pero tampoco puedo pasar indiferente al estado en el que se encuentra – le mira – ¿Has visto el vendaje? Estuvo sangrando y no sabemos cuánto tiempo pasó así, cuanta sangre perdió... créeme no lo tomo a la ligera pero ese golpe que le dieron fue drástico, no sólo lo querían desmayar... eso me queda totalmente claro

Helsinki nos pedía no preocuparnos por Oslo, que ellos habían pasado peores resfriados". Logró que a todos se nos aguaran los ojos ante su convicción.

Las hormonas las tenía disparadas, estaba mucho más sensible de lo normal, así que aunque de frente tenía a Denver, listo para abrirme los brazos, me refugié en los de Berlín.

Pude ver el desconcierto en su cara, pero no fue en venganza... si entraba en contacto con él, no habría barrera que detuviera todos los sentimientos que desbordaría.

Y ese, no era el momento más adecuado para dejarme caer.

Las cosas estaban por ponerse turbias, y solo Dios sabía hasta qué punto.

La mirada de Denver me mataba, pero los brazos de Berlín sostenían todo aquello que no era capaz de soltar en ese momento, mientras su mano se deslizaba de arriba hacia abajo sobre mi espalda.

Lena (La casa de papel Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora