EL PRIMER ENCUENTRO

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Alejándome de él fui a la sala en dónde todos estaban cuando su voz resonó por todo el lugar

-Estamos encerrados – se dirigía a todos – y realmente no sabemos cuánto tiempo pueda durar esto, pero mientras no me vuelen la cabeza yo voy a cuidar de ustedes – levantó un dedo respirando profundamente – mientras no intenten engañarme... o comunicarse con el exterior todo irá bien – aplaudió – a partir de ahora nos organizaremos – voltea a ver a Nairobi – se les asignarán tareas para que no caigan en depresión – se puso frente al novio del corderito – ¿Cómo te llamas?

-Pablo

-¿Haces deporte?

-Soy el capitán de atletismo del colegio – Berlín volteó a ver a Río, quién se burló de ese dato tan innecesario –

-¿Qué tienen esos tipos para sentirse Dioses? – bufé en el oído de Nairobi, mientras ésta reprimía una sonrisa – menudo imbécil

-Da un paso al frente... capitán – le dijo Berlín, comenzó a pasearse en la fila de rehenes seleccionando algunos hombres, cuando un recuerdo se coló en mi mente –

FLASHBACK

Mis piernas... el cuerpo entero temblaba escuchando a las personas gritando órdenes, sintiendo jaloneos, gritos estridentes y el nerviosismo de los mismos asaltantes.

Mi mente simplemente había decidido ir de vacaciones apenas un par de horas antes para no caer en total y absoluta desesperación.

España no había sido lo que esperaba, era aún más encantadora, tanto que había decidido quedarme a estudiar ahí y para ayudar con los gastos me había decidido por un empleo de medio tiempo.

Los jefes eran increíbles, y él me había mandado a una joyería bastante exclusiva, pidió un catálogo y yo misma había sacado algunas fotos de los anillos de compromiso.

Se había decidido por un anillo de edición limitada con mil cosas más.

El encargo había tardado quince días y por fin había llegado el día de ir a recogerlo, me llevé un vestido fresco y veraniego, unas sandalias bajitas y el cabello suelto.

Era mi día libre pero le haría ese favor para poder ganar algo de tiempo entre semana con el trabajo que tenía, el cheque estaba en mi bolsa, y por un segundo permití que mi imaginación volara.

Tenía ese estatus económico para permitir despilfarrar unos cuantos miles, no había nada que hacer ese día más que tratar de que pasara lo más rápido posible. El señor que me había estado atendiendo previamente se acercó y me ofreció enseñarme más artículos, y los estaba probando.

Un anillo de oro con diamantes me llamó la atención.

-¿Se lo quiere probar? – me sonrió – ésta pieza normalmente no la enseñamos a cualquier cliente – desliza la bandeja, se coloca unos guantes negros y lo saca del terciopelo en que se encontraba encajado – pero la pieza que hoy se va a llevar es de muchísimo mayor valor que esto –

Pidió mi mano, y con delicadeza lo pasó por mi dedo, quedaba un poco más grande pero casi no se notaba, extendí la mano sonriente admirando la hermosa joya –

-La verdad es que ya le había echado el ojo a ese anillo – una voz ronca pero a la vez tranquila habló tras de mí – pero después de verlo en su mano, me es difícil imaginarlo en otra que no sea la suya

Un poco sobresaltada me giré para observarle, y era un tipo bastante mayor, con un porte imponente y un gusto exquisito.

Todo él era un conjunto de elegancia andando.

Cuando somos niñas solemos pedir un príncipe azul; aunque cuando llega en la realidad no imaginas encontrarlo en una joyería, bastantes años mayor que tú, en un traje impecable y en medio de un asalto.

-Andrés – tomó delicadamente mi mano y ofreció un beso en ella, cuando el caos se desató –

Cuatro tipos entraron soltando un par de disparos al aire, la gente comenzó a correr en todas direcciones, pero él no soltó mi mano, estaba temblando como una gelatina y de alguna manera me mantuvo a su lado.

Seguía las instrucciones sin alterarse, logrando que no cayera en una crisis nerviosa.

-Tranquila – susurró levantando mi mentón – ellos son amateurs, sólo quieren algunos diamantes y cosas de oro

Incrédula le miraba, de mi boca no salía ninguna palabra pero mi cerebro procesaba todo de una manera que no sabía que podía.

La gente arrinconada, conforme pasaban los enmascarados se tiraban al piso pecho tierra.

Uno llegó frente a mí, gritando y apuntándome con su pistola, mi reacción no fue lo que esperaba.

-¡QUE TE TIRES AL SUELO MALDITA PERRA!

Mis piernas y el cuerpo entero seguían temblando, pero se mantenían firmes en su posición sintiendo la calidez de sus dedos entrelazados con los míos.

La voz del asaltante taladró mis oídos regresándome a la realidad, y cuando mi rodilla estaba a punto de vencer para acatar sus órdenes, Andrés, aquel extraño que no había soltado mi mano me dio un jalón manteniéndome de pie.

Le quitó su arma y le disparó a la cabeza, seguido de los otros tres dejando en silencio a todo el mundo, se colocó tras de mí y susurró.

-Sígueme la corriente –

Me tomó de la cintura pegándome a su cuerpo y martilló la pistola junto a mi sien

-Disculpen esa invasión – voltea a ver a los asaltantes – pero eran unas personas corrientes, haremos esto con la elegancia que amerita el lugar y si alguno hace un movimiento esta hermosa rehén pagará las consecuencias

Caminó lentamente haciendo que todos nos siguieran con la mirada, llegando al cuerpo de uno de los asaltantes me soltó un poco

-Recoge la bolsa

Con obediencia levanté las manos, lentamente me agaché y la tomé

-Ponla sobre el mostrador que la señorita nos hará favor de terminar de llenar – le sonrió amable volviéndome a pegar a él colocando la pistola en mi cabeza – solicito que me den una vía de escape por la parte trasera

Todos estaban atónitos, su mente aún no procesaba que los asaltantes estaban muertos, que un cliente les había disparado... y mucho menos que ese cliente les estuviera terminando de llevar el asalto.

-¡AHORA JODER! – repitió sobresaltando a los empleados – no tenemos todo el día señores – movió la pistola señalando la bolsa – toma la bolsa cariño

Un poco temblorosa hice lo que me indicó y se la extendí con la frente en alto, y la mirada retadora.

Una media sonrisa salió de su boca y se acercó a mi poniéndome de espaldas ahí y pasando por el mostrador dónde los empleados hacían espacio.

-Tú vienes conmigo – aplicó un poco de fuerza haciendo que me moviera con él –

-Señor – se adelantó el empleado preocupado – le dejaremos marchar con las joyas y diamantes... deje a la señorita

-Dije que ella viene conmigo – le apuntó – o prefieres un tiro en la frente

Con súplica en sus ojos se volvió a agachar, mis pies se movieron por inercia mientras aquella lujosa sala iba desapareciendo de mi campo de visión.

FIN DEL FLASHBACK

-¡He linda! – me golpea ligeramente Nairobi – despierta que estamos en la hora de las complacencias 

Lena (La casa de papel Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora