La adrenalina que Emilie y yo habíamos sentido luego de nuestra fuga, fue reemplazada por angustia cuando volvimos y nos encontramos frente al rostro tenso y preocupado de Matías. Él nunca se ponía así.
—Hablaré con Felipe, a solas —dijo Matías a Emilie y el tumulto de guardias que lo seguían.
Matías me señaló en dirección a mi suite y ambos nos dirigimos ahí, a toda prisa.
Abrí la puerta y Matías se botó en uno de los sofás. Desde ahí empezó el sermón que jamás creí escuchar de él.
—Tu cara de infeliz payaso me lo dice todo —aseguró Matías— ¡¿Pero en serio fuiste tan estúpido?!
—¡De qué hablas! Acabo de tener una de las mejores experiencias de mi vida. Deberías felicitarme.
—Lo haré cuando vea la prueba negativa.
—¿La prueba? ¿De qué demonios hablas? Tomamos todas las precauciones necesarias.
—¿Y alguna de esas precauciones tiene 100 % de efectividad?
Guardé silencio. Ningún método tenía el 100% de efectividad, salvo el irreversible. Pero yo necesitaba tener herederos a futuro, así que esa no era una opción plausible para mí.
Estaba seguro de que nada pasaría. Muchos de mis amigos usaban los métodos existentes y nadie había tenido problemas.
—Hay una razón por la que el Consejo Superior de Ancianos prohíbe los noviazgos entre menores de edad, ¡por idiotas como tú!
—¡Ya basta Matías! Tomé las precauciones necesarias —me defendí.
—Eso lo sabremos dentro de quince días. ¡Te mataré si te destituyen y me ponen como heredero directo!, sabes que toda esa porquería no me interesa. ¡Mi legado es la música, no toda la basura política que a ti te toca! —gritó.
—¡Tranquilízate! Matías, lo que para ti es porquería, para mí es un honor. Protegeré el legado de mi familia, hoy y siempre. Esa es mi misión.
—¿Crees en Dios? —asentí con la cabeza—. ¡Te sugiero que comiences a rezar!
Entonces Matías salió de mi suite dando un terrible portazo.
Emilie ingreso un par de minutos después. Tenía en el rostro dibujado un gesto de quien había recibido el mismo sermón que yo.
—¿No pasará nada? ¿Verdad? —me preguntó— Además, nunca antes lo habíamos hecho y juro que no lo volveremos a hacer. ¿Viste el rostro de tu madre? Creo que va a detestarme por el resto de nuestras vidas.
—Tranquila cariño. Todos están exagerando.
—Es porque eres el heredero en línea directa. Todo debe ser correcto y tradicional contigo. Lo que es normal para otros jóvenes, podría convertirse en una pesadilla para ti.
Eso era cierto y por eso había tomado todas las precauciones necesarias. Sin embargo, ahora que veía todo el alboroto que se había armado, probablemente nunca más lo volvería a hacer.
Era prudente esperar por lo menos hasta nuestra mayoría de edad. Y, pensando extremistamente, quizá lo mejor era que esperáramos hasta después de casados.
Realmente deseaba con todo el corazón una sucesión tranquila para mi familia. Sobre todo, después de todo lo que habíamos vivido con el drama de los Tuset.
Antonio, mi mayordomo, llamó a mi puerta y mis padres, cual si se tratarán de dos militares dispuestos a disparar, entraron a su retaguardia.
Antonio, mi querido amigo, llevaba un rostro tenso y una clara determinación de interponerse entre las balas y yo.
Los reclamos y frases de decepción inundaron mi habitación, atropellándose unas a otras.
Puse mi mente en blanco, al principio intenté defenderme, pero después cerré mis oídos. No quería seguir escuchando cuánto me había equivocado y cuánto los había decepcionado. Sobre todo cuando todavía no había pasado nada malo.
***
Una hora más tarde y cuando todo el alboroto pasó, bajé las escaleras, de vuelta a la fiesta, junto a Emilie.
Noté que en el gran Salón el espectáculo de mi cumpleaños continuaba de la forma más natural posible.
Mis padres pusieron su mejor sonrisa y se dirigieron nuevamente al centro de la pista. Emilie y yo los seguimos.
Pese a que en medio del baile traté de animar a Emilie. Ella permaneció con el rostro tenso y la mirada perdida. Me dolía mucho ver el sufrimiento de mi ángel. Besé su mano y sentí el temblor de la misma. Me estremecí.
—Descuida querida —le susurré—. Todo estará bien. Te lo prometo.
—No hagas promesas que no puedas cumplir, querido mío. Lastimosamente, nuestro destino siempre está y estará ligado a las decisiones del Consejo Superior de Ancianos. Mira lo que pasó con los Tuset, incluso no les importó que se tratara de Loukass...
—Sabes que odio que menciones ese asunto. Te lo pasaré por alto porque sé que estás asustada. No debes preocuparte, te protegeré con todo mi ser. Siempre serás las señorita y señora La Fuente más admirada. No permitiré que nadie más ocupe tu lugar.
—Muchas gracias querido —me dijo esbozando una pequeña sonrisa.
La fiesta continuó su curso y yo traté de disfrutar el resto de la velada. Después de todo, no todos los días se cumplían 15 años.
Trate de actuar con naturalidad, tal y como me habían enseñado las clases de protocolo.
Frente a cualquier dificultad que se nos presentara, los La Fuente, siempre debíamos permanecer inquebrantables. No podíamos mostrar agobio, ni mucho menos tristeza.
Estaba seguro de que en quince días podría entregarles a todos la prueba de que nada malo había pasado. Podría mostrarles que continuaba siendo el heredero perfecto y pulcro que tanto se habían esforzado en crear y mostrar.
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Antes de ser una princesa
Teen FictionCuatro años antes de los hechos ocurridos en "Síndrome de princesa", Elizabeth Salvatierra tiene 13 años y una vida simple de estudiante de secundaria. La historia inicia con un inesperado cambio de colegio que traerá a su vida un amor aparentemente...