Emilie: El Consejo superior de ancianos da su veredicto

40 4 2
                                    

Mientras los ancianos del Consejo superior debatían apasionadamente sobre nuestra situación, mi querido Felipe sostenía mi mano firmemente. Dentro de mí, sabía que lo había arruinado todo, por supuesto Felipe también era responsable. Pero debía admitir que el escape fue idea mía. Sin embargo, fue Felipe quien insistió en que vayamos a un lugar más íntimo. No medimos las consecuencias que podía traer eso. No pensamos en nuestra juventud y el fuego que llevábamos dentro.Lo habíamos arruinado todo. Y pensar que teníamos todo para ser los herederos La Fuente más perfectos y sobresalientes de la historia. Éramos refinados, inteligentes, educados y, por su puesto, bellos. Aunque últimamente la gente cuestionaba la importancia de la belleza, lo cierto era que aún se quedaban paralizados ante ella.Entonces vi a los ancianos empezar a redactar el documento final. Tragué saliva. Pronto sabría mi destino. Hiciera lo que hiciera, nada podría cambiar aquella determinación que sería leída, dentro de pocos minutos.—Te amo —me susurró Felipe—. Creo que es la primera vez que te lo digo.Era cierto. Él me llamaba amado ángel, mi amada. Pero nunca me había dicho aquellas palabras que todos esperábamos escuchar en algún momento de nuestras vidas: "Te amo".—Te amo —le respondí—. Siempre lo haré.Felipe depositó un suave beso en mis labios y sostuvo mi mano con mayor firmeza. El momento de la lectura del veredicto había llegado. Nuestros corazones empezaron a latir violentamente y a un solo ritmo.


Primer párrafo...

Dios mío, eso no sonaba bien.

Segundo párrafo...Eso era aún peor.


Tercer y último párrafoEstaba perdida.


Sentí como Felipe soltó mi mano lentamente y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Abracé mi estómago, como si tratara de abrazar al bebé que llevaba dentro. A ese hijo que aún asimilaba y que ahora estaba tan perdido como yo.Miré a Felipe suplicante.—Protégenos —le rogué con los ojos brillosos.—Emilie... solo Dios sabe cuánto te amo. ¡Emilie...!—¡FELIPE! —grité, sabiendo lo que venía.—No puedo hacer nada por ti. En serio, en serio, lo lamento.Entonces varios guardias rodearon a Felipe. Y lo alejaron de mí. En medio de aquel tumulto lo escuché gritar:¡¡¡PERDONAMEEEE!!!Luego, sus cabellos castaños desaparecieron de mi vista y, después de mucho tiempo, comprendí que esa era quizá la última vez que lo vería.
Otro tumulto de guardias me rodeo. Y poco después, así como en los cuentos de hadas, me encerraron en una torre alta que había en los terrenos de la mansión. Una que nunca había visto hasta entonces. Era una cárcel, una muy vieja, antigua y fría.Entonces solté un llanto amargo que hizo eco entre las paredes. «Dios mío... qué será de mí», reflexioné. Había destrozado mi vida. Todas las mamás nos decían que si nos embarazábamos a tempranas edades arruinaríamos nuestras vidas. Sin embargo, son ellas las que nos apoyan cuando ocurren estos... "accidentes". Pero en mi caso, realmente estaba perdida. Ni siquiera mi madre iba a poder ayudarme.Lloré durante horas y nadie apareció ante mis lamentos y pedidos de auxilio. Sin darme cuenta, me quedé dormida y tuve horribles pesadillas. Sin embargo, en medio de ellas vi a Loukass...Loukass, quizá él podía ayudarme. En vano busqué mi celular entre mis bolsillos, pues en algún momento me lo habían quitado.¡¡¡LOUKASS!!!Grité, como si por arte de magia él podría escucharme y salvarme de mi suplicio.—Así que lo llamas a él —me dijo la señora Mary Anne La Fuente, apareciendo entre las sombras. Ella me quería. Tal vez si le pedía clemencia.—Por favor, déjeme salir. Tiene que haber otra solución —le dije entre lágrimas.—Nada nos garantiza que tú no difundas tu embarazo a los medios de comunicación. Estamos protegiendo el legado. Si lo piensas con calma, sabrás que es lo mejor. Incluso para ti. Oh Emilie... qué decepción, pudiste ser una gran heredera.—Aún puedo serlo. Las personas con el tiempo aceptarán lo que sucedió y dejarán de tomar esto como algo grave o como un terrible error. Estamos en el siglo XXI.—¿Qué acaso no leíste la historia de nuestras familias? En los libros claramente puedes ver que los herederos que comenten estupideces son fácilmente derrocados. Felipe es el único en línea de sucesión directa, no tiene hermanos. Por lo tanto, es el único de sangre pura. ¿Crees que la gente se conformará con Matías? Claro que no. Su error podría costarnos el fin de un legado histórico. ¿Te crees tan importante como para acabar con todo eso? ¿Eres tan importante como para que se desate una guerra por tu causa? ¿Tu vida vale más que la de millones de personas que podrían morir en esa guerra?Me quedé en silencio. No, mi vida no valía más que la de millones de personas y eso era algo que comprendíamos bien los aspirantes a herederos. Mi país y mi gente eran más importantes.—Sabía que lo entenderías —me dijo la señora La Fuente—. Perderte será demasiado doloroso para mi hijo y también para nosotros. Eres una joven bella, astuta y con liderazgo. Lástima que haya pasado esto. —Entiendo que se debe proteger al legado y yo lo haré mientras viva. Si se me da una segunda oportunidad yo... —la señora La Fuente movió la cabeza negativamente— Y aunque no se me dé una segunda oportunidad —continué—, mi corazón ya ha sido entregado al legado y, pase lo que pase, yo lo protegeré.—¿En serio? Qué tal si nos muestras tu buena voluntad hablando con Loukass. El chico Tuset, aunque sea tu amigo, es una amenaza para nosotros. Si tú logras que él y Felipe se detesten para siempre, habrás contribuido a nuestro legado. Y eso marcará un precedente. —¿Qué significa eso?—Que, si en un futuro puedo ayudarte, lo haré.La señora La Fuente se fue y yo me quedé pensando en la manera en que podía lograr que Loukass y Felipe jamás se reconciliaran. Esa era la única alternativa que me quedaba. Dejar en Felipe y Loukass una huella de dolor tan grande que jamás pensaran siquiera en compartir un té juntos.

Antes de ser una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora