❛❛The last piece❜❜ | ೃ Michaeng.

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— Chaeyoung... Son Chaeyoung —un hombre iba tomando y escribiendo en papeles. Se veía concentrado. La coreana se inquietaba, el ver como el hombre iba a un ritmo tan tranquilo le causaba estrés—. En su petición... ¿Incluirá bienes por partes iguales, todas o sin nada? —el señor quitó sus gafas y tomó un bolígrafo. 

— Sin nada, no me interesa el dinero. Entre más rápido y menos complicado, sería mucho mejor —Chaeyoung estaba consternada. Sólo quería salir de ese calvario rápido, no quería sufrir en el proceso, sí que quería arrepentirse, pero, no podía ahora. Con ese papel, sólo tendría que estar la firma de Mina para concretarlo.

— Bien. Entonces un divorcio sin intereses materiales y en proceso acelerado...—El hombre manejaba el computador con agilidad—. ¿Todo correcto?

— Uhm... He de suponer que sí —concluyó Chaeyoung—. La verdad ni siquiera quiero un abogado, tomaré el caso sola. No quiero nada, sólo... el divorcio —dijo apretando sus manos, le dolía decirlo. Era como si por cada vez que lo pronunciaba, un pinchón la atravesaba.

— Entonces... Oh, espere. ¿Ustedes son un matrimonio homosexual? —la coreana asintió. Y recordó algo muy importante; en Corea el matrimonio no era legal aún. No ilegal pero ese proceso era imposible en aquel país, por eso tuvieron que casarse en Canadá, donde sí era legal. Ni siquiera en Japón pudieron llevarlo a cabo—. Bien... aquí el único problema es que deben llevar a cabo el juicio en donde se casaron, aquí aún no se avala este tipo de... matrimonios. 

— Ya veo. ¿No hay forma de que podamos trasladarlo aquí? —el hombre negó rotundamente. 

— No, su esposa puede firmarlo aquí en Corea, pero no se puede concluir aquí. Es como cuando se tiene un hijo en otro país. Así que, lo siento pero no puedo ayudarle más —en una carpeta blanca, le pasó los documentos y Chaeyoung los guardó en su bolso—. Ah, y deben pasar también a Japón, por lo  que veo la Señora Myoui Mina debe sacar un permiso en su lugar de nacimiento, así que...

El hombre le mintió, sí había una forma pero no vio las condiciones de esta pareja para trasladarlo en Corea, tenían la accesibilidad económica y de salud.

— Bien... Gracias —salió del lugar frustrada. Definitivamente era tedioso todo esto, y aún más cuando no lo quería hacer. Todo se le iba en contra. Ella tenía presente que los divorcios no son sencillos, pero definitivamente tampoco pensó que serían tan enrevesado. 

Volvió al auto con el bolso. Esto era demasiado para Chaeyoung. 

— ¿Cómo te fue? —cuestionó Hyunjin mirándola atento. Necesitaba escuchar que ella se arrepintió pero su semblante abandonó las esperanzas cuando sacó los documentos.

— Tenemos que hacer el juicio en Canadá, Hyun... ¡Esto es un infierno! —estaba exhausta.

 — No es por nada, pero tú misma te lo estás poniendo así. Ya sé que me dijiste la razón, pero, cariño... Te estás destrozando y ni siquiera lo has charlado con Mina. ¿Y si ella no lo acepta? —Hyunjin estaba realmente exasperado. No quería ver algo tan lindo, irse a la borda. 

— ¿Podrías entregarle el papel a ella? No... no puedo yo. No puedo —soltó un sonoro suspiro. Su valentía se esfumó como la arena ante un torrente—. Por favor...

— Chaeyoung... Le estás pidiendo el divorcio. ¿Entiendes, no? Debes hacerlo tú y de frente —le exclamó. 

— Entonces se lo enviaré por correo...— iba a cambiar de dirección para volver a su casa, pero el coreano puso la mano en el volante. 

— Bien. Pero, oye, no me parece bien —le recalcó. La corean sabía más que nadie que eso no era así, y en cierta parte era inmaduro, ella misma ha de reconocerlo, pero no podía hacerlo, no, porque si lo hacía, se derrumbaría. Su corazón se retocía de dolor y no evitaría caer de rodillas al verla. 

La nipona se había quedado dormida ese día en el sofá de su oficina. Ella solía ser muy limpia, por lo que tenía una ducha en aquel lugar. Estaba revisando unos trabajos, pero toda su mente había sido acaparada por el pensamiento de Chaeyoung. Se levantó un momento para estirarse. Rondaba por el lugar pero su mente estaba dispersa. 

Tomó el celular para poder marcarle a la coreana, necesitaba saber de ella. Cuando iba a tocar el contacto, entró Seoku y, detrás de él, estaba Hyunjin. El chico se veía decaído y, enteramente apenado. Mina volteó ligeramente, estaba bastante sorprendida de tal aparición. Hace mucho no lo veía. Exactamente, desde el funeral de Miyoung.

— ¿Hyunjin? —la nipona frunció el ceño—, ¿Qué haces aquí? 

— Mina... Yo... sólo... Toma esto —rodeó el gran escritorio y se acercó a la japonesa. Estiró el papel, sin poder mirarla a los ojos—. Tendrán que llevar a cabo el juicio en Canadá, ya que allí fue donde se casaron, y pasar por Japón, a recoger tus papeles. En serio, lo siento mucho, Mina... Intenté hablar con ella pero está muy decidida y...— las palabras cesaron de sus belfos, se acalló sus disculpas al ver como Mina comenzaba a romperse, las lágrimas no tardaron en aparecer.

— No. No, Hyunjin. ¿Dónde está? No puedo perderla. La amo, esto es estúpido. E-Esto...—su corazón se encogía poco a poco—. ¡Hyunjin! ¡Dime dónde mierda está! 

— Abajo. Ella no pudo entregártelo. Así que... me está esperando abajo —Mina no esperó más y arrugó un poco el papel, saliendo de la oficina, pasando de largo ante la mirada triste de Seoku y Hyunjin. 

Sus piernas no podían parar de temblar. Ni siquiera sabría qué decirle. ¿Qué podía decirle? Ni siquiera había pensado en aquello, pero sus extremidades parecieron dormirse y se sentía fría. Su calor corporal bajó abruptamente. No sabía qué haría pero debía al menos verla.

Las personas de la empresa la vieron con una pizca de confusión y asombro, puesto que, no era algo que sucediera. Su rostro estaba preocupado, y las lágrimas eran evidentes. Sus acciones eran torpes y apresuradas. Muy diferente a la Mina de siempre y a la anterior de la muerte de su hija. Ella siempre se mostró muy seria e independiente entre su vida personal y laboral. 

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Subiré dos capítulos más en el transcurso del día.

Besos.

-Anónima.