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El olor a biblioteca se mezclaba exquisitamente con el té de durazno que emanaba el vasito de vidrio caliente

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El olor a biblioteca se mezclaba exquisitamente con el té de durazno que emanaba el vasito de vidrio caliente. Chaeyoung estaba completamente aburrida y cada vez que Rosé intentaba hacer algo para acercarse a ella, no podía evitar alejarse o sentirse abrumada, de todas formas estaba intentándolo, porque Hyunjin le recomendó por luego de esos meses, salir a conocer a alguien, que lo intentara nada más. A pesar de que su corazón e gritaba a gritos que no lo hiciera, aunque su mente le callaba, en una confusión eterna. 

— Disculpa, ¿qué decías? —preguntó desconcertada la menor mirando hacia la ventana—. Discúlpame, de verdad —notó como la delgada mujer con hermoso rostro suspiraba de una manera profunda.

— No importa —dio una suave sonrisa falsa— en serio —mintió de forma descarada, estaba aburrida y agobiada de tanto pensar en como poder acercarse y como la indistinta e indiferente coreana se mostraba. 

— Ah... —Chaeyoung se mordió los labios apenada, en un indicio de hacer algo para que su cita -que estaba saliendo como un desastre-, se levantó. Rosé fijó su rostro confuso en la chica y se levantó de forma continúa. — Ya hemos acabado con el té, ¿te parece si salimos a caminar un poco? Debe haber un lindo atardecer —ofreció una reverencia algo vergonzosa y pudo sacar una pequeña sonrisita de Rosé aceptando. 

Los faroles aún no estaban encendidos, pero casi parecía por el color que se reflejaba gracias al sol que se ponía, el sol consumaba tonos rojizos y algo románticos. Mientras la coreana miraba las calles con una pequeña comisura de labios arriba, la australiana decidió acercarse y tomar su mano. Chaeyoung reaccionó algo sorprendida y conmocionada; muy rápido para ser la primera cita. Y ahí estaba otra vez, juzgando sus movimientos sin disfrutar. Aún así, no quitó aquel frío contacto, y no se hablaba especialmente de la temperatura. 

— Me encanta el tono del cielo... —dijo Rosé—. Hablando sobre eso, es mi color favorito. ¿Y el tuyo? —Chaeyoung asintió ante la información pero vio una silueta que la desconcertó de aquel intento de conversación agradable.

Tan parecido a Seoku, parecía él, y era lo único que sabía de Mina después de que desapareció avisándole que sería lo mejor, pero Chaeyoung creía que tal vez no lo fue, o tal vez sí. Como sea, todo estaba siendo un casto desastre de enredos. La coreana siguió con sus ojos al hombre de traje hasta que entró a un carro negro, al voltearse, descubrió que las arrugas de sus ojos y su característica no podría ser más que el hombre. 

— ¿Qué miras? —dijo Rosé en un tono más amargo; ya estaba cansada de estar en ese tipo de intentos al rededor de todo el día. 

— Dios, Rosé... —miró a la mujer que tenía en frente, con un ligero rubor—. Estoy tan apenada, de verdad. He sido todo un caso —la chica se recostó en una barandilla ceniza que combinaba con el local de afuera, mirándola fijamente. — De verdad... yo

— Basta —se acercó con si mirada aún fija—. No respondiste sobre tú color favorito —recalcó con un tono calmado, Chaeyoung asintió aún en un color carmesí. 

❛❛The last piece❜❜ |  ೃ Michaeng.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora