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Chaeyoung rondaba por el parque gélido de Jung-gu, unos hermosos cerezos pintaban el paisaje de manera cálida

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Chaeyoung rondaba por el parque gélido de
Jung-gu, unos hermosos cerezos pintaban el paisaje de manera cálida. La chica había vuelto del viaje, pero no a su casa. Esos tres días le sirvieron para poder despejarse intentando ignorar el hecho de que se acercaba tal fecha. 

Se acomodó en una banca color tronco, a pesar de ser primavera, no hacía calor, era un clima fresco. Llevaba su abrigo hasta el cuello, y en el puente de su rostro se rociaba un tinte de color rosáceo debido al ambiente. 

— ¡Cariño! —espetó una mujer joven, tenía una sonrisa deslumbrante y un carisma tierno. Chaeyoung miraba la escena con cariño y suplicio, veía como la chica alzaba entre sus brazos aquel pequeño que no paraba de sonreír, ¿y cómo no? Si tenía a su madre, y ella a él. Intentó esconderse entre la tela, pero el clima, no era lo único frío ahora, eso incluía el hueco que sentía en su pecho—. Tienes que tener cuidado —dijo la madre al niño. 

Cuanto quisiera la coreana poder volver a esos momentos felices, donde no sentía tal preocupación. Y aunque el impasible viento calaba sus huesos, su rostro estaba calentándose y amenazando con derramar algunas lágrimas, como era recurrente. 

Metió sus pálidas y delgadas manos a los suaves bolsillos que hacían parte de su abrigo beige que resaltaba con una bufanda roja. Se levantó sin mucho afán para salir del parque. Sus pies se arrastraron al auto, se metió sin mucho afán y comenzó a llorar, ella se dirigía a un lugar que cambiaría todo. Necesitaba sacar unos papeles. No quería ir sola, por lo que le pidió compañía a Hyunjin. 

Se sentía completamente mal, pero ya lo había planteado. Es que, no había más en la mente de la chica. Sólo quería tranquilidad, dejar de ser una carga. Su corazón se apretujaba cada vez más, al hacer aquello perdería para siempre a Mina. Tendría que olvidarse de todo lo que tuvo, de ella, de ellas, y tener de recuerdo como si fuese una vida pasada. Pero no tenía fuerzas. 

Bajó la ventanilla para intentar tomar aire y reprodujo música algo movida. Necesitaba ser fuerte, aunque su pecho se destrozara, aunque las lágrimas se anclaran a ella, aunque estuviera sudando y con la respiración entre cortada. 

A lo lejos notó al chico esperándola. Llevaba una maleta en su espalda con un abrigo igual al de la coreana, aunque no lo crean, solían llevar ropa de pareja, pero como mejores amigos. Era algo tonto, pero muy significativo y tierno para ambos. Chaeyoung manejó acercándose al andén y bajando la velocidad. Quitó los seguros y el rubio entró. 

— Chae, Chae...— saludó sin mucho ánimo el chico. Tenía una mirada de lástima. Él no quería que hiciera aquello—. ¿Cómo estás? 

— Muy... nerviosa, la verdad. Pero, creo que es lo mejor —intentó aliviar. El chico iba a decir algo más, pero ella cambió el tema de manera abrupta—. ¿Cómo van las clases de inglés? —Hyunjin hace unos meses había iniciado a aprender de manera más formal el idioma para poder obtener un certificado y tener más posibilidades y asequibilidades  a un trabajo. 

❛❛The last piece❜❜ |  ೃ Michaeng.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora