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Mina estaba junto a Chaeyoung en la cocina, iban paso a paso mientras su relación se volvía  a edificar, puesto que no era fácil después de todo

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Mina estaba junto a Chaeyoung en la cocina, iban paso a paso mientras su relación se volvía  a edificar, puesto que no era fácil después de todo. El amor es puro entre ellas, es cierto, pero hay muchas heridas que tienen  que llevar con cuidado. La nipona le sonreía mientras intentaba que los waffles no se quemaran, tenía la lengua afuera y el cejo fruncido entre tanto tenía en su mano derecha la pala que trabajaba para que la masa diera vuelta, la contraria sólo podía reírse a tal vista. 

— Eres un desastre —sacó una pequeña risa—, en serio, Mina. 

— ¡Yah! —rió algo molesta—. No es tan fácil como parece —la mujer se embardunó la mano y manchó la nariz de la coreana, la última mencionada la miró desafiante y así comenzaron una pelea de cosquillas. Era algo que hace mucho no hacían y se sintió tan bien, tan familiar. 

— ¡Mina! —Chaeyoung reía—. ¡Basta!

— Espera... —el pecho de ambas mujeres subía y bajaba por las risas que no aguantaban no obstante se calmaron y la japonesa se acercó tranquila, acariciando la mejilla de la coreana—, tienes un poco aquí —pasó su mano por los labios y fue tanto el deseo en sus orbes que sus labios chocaron. 

Hicieron un bonito baile entre sus belfos, el aliento cálido que formaban era enloquecedor, pero entonces se profundizó más y Mina se alejó. 

— Patrick puede bajar en cualquier momento —sonrió distendiéndose para continuar en la cocina— además no queremos waffles calcinados, ¿o sí? —hizo una mueca de repugno y esbozó un gesto tierno. 

Estaban en Corea, hablaron con la embajada para tocar el tema de la adopción de Patrick, pero tenían que volver al país para poder sacar unos papeles, el tiempo era limitado pues el niño seguía siendo de Canadá y siendo menor de edad fue un lío, les dieron sólo dos días, explicando que el chico sufría maltrato en su casa, siendo un poco más flexibles de lo normal. 

— Tienes razón... —Chaeyoung sonrió mordiendo sus labios, fue extraño, hace mucho no sentía esas mariposas, esa magia de revivir y pensó que aquello estaba congelado como un copo enfrascado en el pozo más oscuro que había, pero eso era mentira. Sus sentimientos seguían ahí, todo ese tiempo siguieron ahí, no podía negar de ello. — Hablando de eso, iré por Patrick.

Mina asintió y Chaeyoung comenzó a llamarlo dulcemente, de sus labios salía el nombre del chico, se sentía extraño, un poco de fulgor atravesaba su pecho. Su pequeña hija, si la susodicha estuviese viva podría estar jugando con el niño, pero era imposible, así que intentó pasar el nudo de su garganta. 

Seguía sin encontrar al castaño hasta que escuchó unos ruidos provenientes de aquella habitación, de aquel lugar prohibido en su corazón, aquel que no se atrevía a pisar desde lo sucedido, abrió un poco la madera de la puerta y notó a Patrick jugando con un caballito de palo. Los ojos de la coreana se aguaron y sintió su pecho desmoronarse, es como si su corazón sólo fuera un tambor que toca la más triste melodía. Dolía, dolía mucho. Su cabeza ardía y su garganta se cerraba, las paredes seguían tiñadas de ese amarillo bonito, la cama seguía tendida con el edredon acolchado, los peluches la miraban y las repisas sufrían por algo de polvo. 

❛❛The last piece❜❜ |  ೃ Michaeng.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora