Epílogo (Editado)

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Siento mis ojos arder, mi cuerpo no responde a las órdenes que mi cerebro le da, giro mi cabeza y a lo lejos veo el auto en llamas, sé que mis padres aún están adentro, no logro entender como llegué aquí, como es que pude salir, como es que he sobrevivido.

Las sirenas de las ambulancias se pueden oír a lo lejos y una multitud de gente curiosa se acerca. Algunos me llaman para saber que sucede, si necesito ayuda o algo, pero simplemente soy incapaz de si quiera responder a sus llamados, mis oídos aún tienen ese sonido de pitido por la explosión, trato de unir cabos, trato de entender que paso, trato de gritar por ayuda, pero nada sale de mi boca.

Las ambulancias están llegando, el auto sigue en llamas, los bomberos hacen su mayor esfuerzo por sofocarlo y tratar de acercarse para ver si hay algún sobreviviente.

Los paramédicos me ayudan, hacen preguntas, pero a penas y logro mover mi cabeza en asentimientos y negaciones, mi cuerpo está débil, no responde, soy incapaz de sentir en totalidad los pequeños pinchazos en mis brazos.

Solo puedo escuchar que dicen mis datos gracias a la billetera que estaba en mi bolso, el vestido de gala en mi cuerpo se hace insoportable, no sé de dónde he sacado fuerzas, pero he logrado romper los tirantes de este, mis manos duelen y es cuando notó pequeñas cortadas. Las lágrimas comienzan a agolparse en mis ojos, de verdad, estoy resistiéndome por no llorar. Mi cuerpo es subido en una camilla y luego a la ambulancia, los paramédicos hacen todo por mantenerme con vida, pero es difícil no querer cerrar los ojos.

Estoy a punto de llegar al hospital, cuando mi cuerpo no lo aguanta más, los paramédicos me hablan, pero es más fuerte mi deseo, cierro los ojos y dejó caer mis lágrimas, mientras a lo lejos solo puedo escuchar mi nombre en una voz irreconocible.

Los Hermanos RissoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora