Capítulo 17:

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Dante:

Salimos del despacho de Franco hacia la sala principal de la casa, antes de llegar ahí Franco fue a la biblioteca, quería comprobar por su propia cuenta la ausencia de Lia. Cuando llego al lugar y noto que la figura femenina no estaba en el lugar, tomo una botella de vino vacía y la estampo contra la pared haciendo que los vidrios salieran disparados hacia diferentes direcciones.

En la sala principal nos reunimos con Artur el cual estaba claramente afectado por la situación, sin embargo, soy capaz de ver como trata de mantener la compostura frente a Franco.

-Quiero saber, como diablos es que Lia no está en esta maldita casa. – Franco nos mira a Artur y a mí, el anteriormente mencionado desvía la mirada.

-Lo siento señor, ella llego a la biblioteca donde yo me encontraba, llego molesta y llorando, pero tuve que dejarla, ya que tenía que montar guardia en las entradas principales esta noche. – tomo una respiración profunda. – En serio lamento mucho no haber hecho bien mi trabajo, señor.

De un momento a otro Franco había chocado su puño con la mejilla de Artur, este último debido al golpe se tambaleo, es notorio que el golpe lo tomo por sorpresa, pero, no hizo ningún reproche, pareciera que sabe que merece tal golpe.

Todo pasa demasiado rápido y de un momento a otro Franco me tiene agarrado del cuello de mi camisa.

-Tu fuiste el ultimo que estaba cerca de ella, ¿Cómo es posible que esto haya pasado frente a tu maldita nariz? – mi hermano me estampa contra la pared haciendo golpear mi espalda con esta. Pero no permitiré que esto siga así. Tomo las muñecas de Franco y lo empujo lejos de mí, justamente como él me había enseñado.

- ¿Y dónde estabas tú?, ¿eh? – camino hacia el - ¿Dónde estabas tu mientras nuestra hermana lloraba por tu idiotez? – lo empujo – Me culpas a mí por algo que tu hiciste, porque no eres capaz de ponerte los pantalones y aceptar que todo este maldito tiempo tú has sido el causante de que Lia odie vivir con nosotros. Sus ojos irradian odio puro, se aleja y posa todo el peso de su cuerpo en una de sus piernas.

-Artur, puedes retirarte. – habla Franco mientras desvía la mirada. El mencionado asiente y se retira de la sala. – Estaba bajo tu cuidado, Dante, ¿Cómo fuiste capaz de perderla de vista?

- ¿A caso yo soy su único hermano?, ¿A caso yo soy el único hombre viviendo en esta casa y cuidando de ella? – cuestiono – No, porque te recuerdo que tú eres su hermano mayor y tú también llevas huevos debajo de esos pantalones. – respondo mis propias preguntas – Por una maldita vez en tu vida, toma responsabilidad de tus acciones y encárgate de las consecuencias. No puedes ir vagando por el mundo, matando gente y simplemente olvidarlo al día siguiente. Se que ambos elegimos esta vida, pero también debemos de tomar las consecuencias en nuestras manos. – tomo una respiración profunda – Cometimos un error, los dos. Y ahora debemos de buscar la manera de encontrar a nuestra hermana antes de que algo malo pueda pasarle.

Franco se da la vuelta dándome la espalda, toca el puente de su nariz y cierra los ojos. Se que está procesando todo lo que dije, porque se perfectamente que él sabe que solo he dicho más que la verdad.

-Eres un maldito. – responde mientras toma una respiración profunda – Bien, debemos crear un plan para encontrarla, necesito que tus hombres recojan la mayoría de información posible. Esta casa está en vigilancia las veinticuatro horas, no es posible que alguien exterior haya entrado fácilmente a la mansión.

- Eso quiere decir... - dejo la frase en el aire, pero se perfectamente la respuesta.

- Que hay un maldito traidor, empecemos por ahí. – se da la vuelta y me mira fijamente. – Quiero que cuestiones a cada uno de los guardaespaldas, saca los sospechosos, tortúralos si es posible, pero necesito información. Siempre en los traidores hay un maldito soplón, tienes que ubicarlo.

Los Hermanos RissoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora