Capítulo 5 (Editado)

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Franco: 

- Eres un jodido idiota, Franco – Dante ríe mientras esperamos en mi despacho que terminen de revisar a Lia.

- Eres una mierda Dante – contraataco mientras tomo licor, el líquido quema mi garganta, pero la sensación es realmente relajante. - ¿Cómo lo has hecho? – pregunto a su dirección. Sin embargo, el sin entender me mira, entonces completo la oración. - ¿Cómo has hecho para que ella sea más apegada a ti, que a mí? – doblo las mangas de mi camisa blanca hasta mis codos.

- ¿Quizás sera porque yo no le dije que me era fácil dejarla en América? – lo miro con enojo y sigo con mi bebida – No te entiendo Franco.

- ¿A qué te refieres? – miro una foto de nuestros padres junto a Lia.

- Morías por tenerla aquí y ahora que está aquí, la mandas a América – dice mientras se sirve un poco de Whisky. – Si no fueras mi hermano te golpearía.

- Tú sabes que cuando estoy enojado no mido mis palabras y soy el ser más despreciable, no es por buenas acciones que tengo mi reputación – miro por el ventanal.

- Ya veo lo que pasa aquí – miro a Dante y este ríe con burla. – Tu y ella tienen el mismo carácter, son tranquilos y reservados, pero cuando están enojados explotan. Que reacción mas familiar.

- A veces me gustaría haber adquirido la tranquilidad de nuestra madre, pero Lia, la obtuvo. – miro una foto de Lia. – Quien podría creer que la niña que dejamos con dos años tiene veinte años y nos desafía.

- Bueno, que tengas veintinueve años no hace que dejes de ser un completo idiota – contesta Dante, me rio sin humor.

- Tranquilo, tu estas en los veinticinco y quieres tener la razón siempre. – toca su pecho fingiendo dolor. Los dos reímos.

Tocan la puerta de mi despacho, respondo un "adelante" y aparece el doctor con uno de los guardaespaldas, el último se retira dejándonos con el médico.

-La señorita Risso se encuentra estable, he notado que tiene una fractura en proceso de sanación en su cabeza, quizá hubo algo que le alboroto su sistema y eso hizo que su cerebro se cansara, creándole el desmayo. -saca unos papeles de su maletín los cuales extiende hasta nosotros. -Aquí hay algunas medicinas para el cansancio además de calmantes con sus descripciones de uso, es necesario que ella tome reposo, al menos lo que resta del mes.

- Muchas gracias doctor, mi hermano lo acompañara a la salida. – Dante acompaña al mencionado mientras tomo la libertad de respirar con calma.

No sé qué hacer, soy el hombre más temido por la mafia italiana, para mí, uno de los principios más importantes es la familia, pero ahora que tengo a mi hermana aquí, no sé cómo lidiar con ella, nunca he cuidado a alguien más que no sea Dante, aunque el, con el paso del tiempo aprendió a cuidarse solo. Pero Lia, es un caso aparte, necesita más cuidado, es mi hermana menor, el mundo al que la he traído es cruel y egoísta, con hombres avaros que necesitan más y más poder y que no dudan en matar a alguien con tal de obtener lo que desean. Cierro los ojos con la esperanza de aminorar la frustración, tomo el ultimo sorbo de licor y me levanto.

Salgo de mi despacho y camino a la habitación de Lia, sé que esta dormida, por su respiración tranquila me aseguro de no hacer mucho ruido, tomo una silla y me acerco, es entonces que las facciones de nuestra madre son muy notables en su rostro, cabello negro y ondulado como el de mi padre, ojos rasgados y grandes como los de mi madre, la he visto sonreír y sus sonrisas son increíblemente idénticas.

Aún no he llorado la muerte de mis padres y sé que si no lo hago esto puede causarme una grave afectación más adelante. Muevo un poco el cabello de Lia y puedo notar la pequeña fractura en su cabeza, veo sus manos y hay cortadas, es más que suficiente para llorar. Lloro, al recordar a mis padres y como escape al tener casi 10 años, lloro al ver que no pude conocer del todo a mi hermana, no verla crecer, no estar con ella cuando le rompieron el corazón por primera vez, cuando logro sus triunfos y más.

Los Hermanos RissoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora