ESPECIAL

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Y ahí estaba ella, como otro día normal en su vida. Giró el último panqueque de la mañana y se dispuso a servir, dirigió su mirada hacia la ventana y sonrió; hoy la mañana estaba fresca, igual a esa mañana en la que conoció a quien hoy es su marido, con el que ya lleva 17 años de casada.

—¡Katsuki! ¡Niños! ¡A comer! —gritó mientras ubicaba los platos en la mesa, pudiendo escuchar el ruido que hacían sus amores mientras bajaban las escaleras 

Primeramente, pudo ver dos cabelleras castañas, uno tras otro mientras se le acercaban a saludar y ubicarse en sus asientos ya designados. Kenta y Yamato, sus hijos gemelos de 15 años, los dos con sus cabelleras castañas y suaves, esos ojos afilados y de color rojo carmesí que podrían estremecer a cualquiera, sus rasgos bien definidos dándoles ese pequeño toque de brusquedad en sus rostros, pero sus pieles tan suaves y blancas hacen que el contraste sea perfecto. Por suerte, sacaron el físico de su padre, Ochako estaba muy segura que sus hijos traían locas a muchas.

Kenta, había heredado la personalidad de su padre, mientras que Yamato la de su madre, pero a pesar de eso se llevaban muy bien. "Perfectamente equilibrado, como debe ser" suele decir Ochako.

Después vio a su esposo bajar con Reiko en sus hombros, su descendiente de 10 años. Ella sí era una réplica exacta de Katsuki físicamente, pero, para su fortuna, había sacado la personalidad de la pelo castaño.

—¡Buenos días, mamá y fotocopias! —Pero claro, eso no significaba que Reiko no molestara a sus hermanos —Papá, di buenos días 

—Buenos días, mujer mía y replicas —dijo Katsuki mientras bajaba a su hija ubicándola en su asiento

Todas las mañanas eran iguales, el rubio se encargaba de alistar a Reiko para que vaya a la escuela y despertaba a los gemelos, mientras que la castaña les preparaba las cosas que llevarían y empezaba hacer los quehaceres.  

La familia, aunque algunos no lo creían, vivía en una gran armonía. Obvio había pleitos una que otra vez, pero nada que no se pudiera arreglar. Katsuki y Ochako estaban más que felices con su pequeño hogar.

—Por cierto, mocosos, hoy tendrán que ir en transporte público, el jodido carro sigue en la casa de la bruja —soltó frunciendo las cejas, recordando como su mamá, por "castigo", le puso una sanción por haber llegado borracho hace dos días.

—¿Ese es el maldito ejemplo que le das a tus hijos? —fueron las palabras de Mitsuki

—Si alguien no hubiera tomado unas estúpidas copas de más, hoy perfectamente pudiéramos ir en la camioneta —murmuró Kenta

—¡¿Qué mierda dijiste?! —evidentemente Katsuki había escuchado eso

—¿Acaso ya estás sordo, viejo? —remató su retoño.

En un movimiento rápido, Yamato detuvo a su padre mientras Ochaco reprimía a Kenta.

—Más respeto a tu padre, Ken —dijo la castaña dándole un cucharazo en la cabeza a su hijo 

—Recuerdo los ejercicios de auto control, padre —fue lo que dijo Yato

—¡ES QUE ÉL ME SACA DE MIS CASILLAS! —respondió señalando al mayor de los gemelos

—Sacó tu carácter pues. —Suspiró la ojo café —Bueno, Ken y Yato, es hora de irse, si no salen ahora, se les hará tarde para el instituto. 

—¿Rei irá con nosotros? —preguntó el menor de los gemelos mientras agarraba sus cosas, listo para marcharse 

—No, una amiga mía me viene a ver —dijo Reiko mientras terminaba de tomarse su chocolatada 

—¡Okey, nos largamos viejos! —Replicó Kenta caminando hacia la puerta principal, pero se detuvo abruptamente para luego girarse —Por cierto, papá. Lo siento, mi comportamiento hacia ti estuvo mal —hizo una reverencia y siguió su camino.

La chica del bus || Kacchako (Katsucha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora