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si tuviera que darle un nombre, la llamaría: electricidad.
aquella la sensación cuando se envuelve alrededor de tus hombros, con su rostro hundido en tu cuello. cada toque se siente como una chispa de energía renovada.
el tiempo parece dilatarse mientras pasan horas en un instante, acurrucados en un sofá, en la cama o en la escuela, sentados uno al lado del otro. tu mano entre las suyas es todo lo que necesita.
dios, azumane asahi está profundamente enamorado de ti.
incluso cuando discuten y terminan afuera hasta tarde, regresan a casa perdidos y ebrios. él adora cada aspecto de ti, cada faceta de tu personalidad. así que, cuando te observa juzgándote en el espejo por la mañana, preocupada por cada pequeño detalle, él simplemente no lo comprende.
se une a ti mientras te cepillas el cabello, ajustas tu ropa y murmuras algo inaudible en tu reflejo. cuando te toca, no es simplemente electrizante. es un ardor incesante que lo consume por dentro. te vuelves hacia él, tratando de actuar molesta o feliz, o como sea que no te sientas, puede ver a través de tu fachada.
asahi te envuelve en sus brazos de nuevo, y el calor crece. es como un fuego interno imparable que los consume a ambos.
su mano acaricia el cabello que acababa de molestarte, frota la tela que odiaste ver en ti y besa tu mejilla que consideraste demasiado regordeta.
[...]
años más tarde, mientras observa maniquíes en noches de insomnio, las luces fluorescentes lastiman sus ojos y sus gafas se ensucian con el constante ajuste. asahi trabaja pellizcando el puente de su nariz con cansancio.
luego, su mirada periférica se detiene en un rincón sucio y polvoriento, donde una madeja de tela se encuentra enrollada en una canasta con otras. a veces, su equipo se queja de que nunca la usa, así que se acerca y la pasa por sus manos un par de veces.
es en esos momentos cuando vuelves a él, en signos, sueños, visiones y recuerdos.
asahi deja caer la tela como si le quemaran los dedos, igual que cuando te dejó hace algunos años. no, piensa para sí mismo. nunca usará esto. le recuerda demasiado a ti, y a los momentos compartidos.
mientras la luz sobre este pequeño rincón parpadea, asahi siente que le falta una emoción, una sensación que yace perdida en el borde de su memoria. afuera, los relámpagos destellan en el cielo nocturno.
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