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incluso en las dos primeras semanas de embarazo, él estuvo a tu lado como un guardián silencioso, observando a la multitud que se movía a tu alrededor como olas en el mar.
su mano casi siempre estaba entrelazada con la tuya o su brazo rodeaba tus hombros. cualquiera fuera el caso, sabías con certeza que no te soltaría fácilmente.
como aquel día que bokuto vino a visitarlos con obsequios para la bebita, aún con uno de sus amigos cercanos presente, akaashi se mantenía siempre al alcance de tu mano.
era como si estuvieran unidos en todo momento, y él se mostraba más atento que nunca contigo.
sus gentiles manos recorrieron tu cuerpo, y sus besos en tus labios eran suaves y exploratorios, en comparación con la pasión que habías conocido de él.
y cuando los nueve meses llegan a su fin y rompiste fuente a las 04:00 de la madrugada, tu esposo se levantó apresurado para tomar la bolsa que había preparado en el armario durante todo ese tiempo.
llamó a cualquiera que se le pasara por la cabeza: tus padres, los suyos, incluso despertó a kuto, que estaba ligeramente enojado por ser despertado en vísperas de un partido, pero demasiado feliz antes de colgar atontado.
solo dejaste que akaashi te acompañara hasta el auto de esa manera sobreprotectora y reíste un poco.
— mi amor, estoy bien...
después, le mencionaste una y otra vez que era algo natural, que no iba a suceder absolutamente nada en el camino al hospital, semanas más tarde, él no puede evitar separarse de su princesa.
lo pillaste muy temprano en la mañana, observando cómo dormía profunda y placenteramente en el moisés junto a su cama, meciéndolo muy suavemente.
frotaste tus párpados, aún con algo de cansancio tras la salida del hospital. "kaashi, cariño..." dices somnolienta, envolviendo tus brazos alrededor de sus hombros desde atrás y dejando un piquito en su mandíbula.
— ella no se irá a ninguna parte.
miraste a tu querido esposo asentir antes de inclinarse hacia ti y cerrar los ojos. "siento que ella solo dejará de respirar si la dejo." intentas no reír (ya que te habías sentido igual desde que supiste que estabas embarazada).
tomaste su mano y guiaste un dedo hacia la palma abierta de la pequeña. al principio se resistió un poco al movimiento, pero te permitió unirse a la mano de su hijita, que se aferró dando un ligero suspiro soñador.
él te mira con ojos fascinados por la pequeña vida que han creado juntos. "¿ves, amor?" tarareaste, volviendo tu rostro hacia la curva de su cuello.
— ella sabe que no hay nada que temer.
no te enteraste, pero cuando volviste a dormir no se movió de esa posición durante dos horas.
y cuando tus ojos se abren lentamente por el llanto de su retoño hambriento, akaashi te rodea acariciando tu vientre adolorido y, en lugar de manifestar molestia alguna, susurra con los ojos más brillantes.
— me encantaría tener otro...
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