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Caterina

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Caterina

Los días siguientes de la fiesta de aniversario de Heiwa había sido un caos, los ataques habían aumentado con más regularidad, se habían robado algunas armas y herramientas de los almacenes poniendo en alerta a los guardias y ministros. Papá y Miles hablaban de una posible revolución, claro que no conmigo porque pensaban que era una delicada señorita que no soportaba los temas bélicos, lo que no sabían es que los rumores estaban por toda la ciudad esparciéndose como si fueran caramelos gratis. La gente estaba bastante aterrada porque creían que atacarían a Jones y eso era terriblemente malo.

Mientras me sentaba en el pequeño jardín que habían creado para preservar algunas flores y árboles que a duras penas sobrevivieron a los cambios climáticos, tuve un pensamiento sofocante sobre esta revolución. Tal vez sólo querían que entráramos en pánico para terminar con nosotros, terror psicológico seguro; así ellos podrían derribarnos muy fácil, pero ¿Por qué prolongar nuestro miedo? No sería mejor hacerlo ahora que está la incertidumbre sobre ellos. Otra cosa que me causaba duda, era la razón de decidir levantarse en armas, teníamos todo: medicina, tecnología, comida y una ciudad bonita; podría decir que tal vez la sociedad no era tan buena, como por ejemplo la señora Lirel, quien hacía los comentarios más mordaces, pero uno de los propósitos de Jones era mantenernos felices, ¿Qué les faltaba a ellos para levantarse en armas?

Muerdo la punta de mi bolígrafo intentando concentrarme en mis ideas, pero unos pasos acercándose me alertan, giró el rostro hacia el origen viendo a Stefan quieto mirándome sorprendido.

- Le juro que iba a ser muy silencioso- dice apenado.

Niego cerrando mi libreta.

- No te preocupes, de todos modos, estaba dispersa. - me miró dándole una sonrisa amable.

Él se acerca y se sienta junto a mí.

- Hace mucho tiempo que no veía una libreta, pensé que solo debías colocar el dedo sobre tu brazalete y podrías escribir en la pantalla. - me extiende la mano esperando que le permita ver mi libreta.

La colocó sobre su mano.

- Es verdad lo del brazalete, pero hacerlo a mano es más enriquecedor, por lo menos para mí, me permite aclarar mis ideas- le aseguro.

- Es magnífico, debo decir que dibuja de maravilla- alaga hojeando mis bocetos de flores. - tiene mucho talento.

- Por favor no seas tan indulgente, mis dibujos no son la gran cosa, solo son líneas de estrés y frustración- él se ríe.

- Estoy seguro de que no, son preciosos, le gustan las cartas he de suponer-

- ¿Por qué? ¿me enviaras una? - preguntó en broma, pero él me mira con seriedad, haciendo que me sonroje.

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