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Stefan

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Stefan.

Cuando era niño mi abuelo me dio una misión que siempre debía cumplir, cuidar del pequeño Mark, aún recuerdo cuando lo vi sobre su cuna la primera vez, tan pequeño y frágil, asi que lo protegí tal como mi abuelo había dicho, con esa misión arraigada en mí, me fue fácil cuidar de otros además de mi familia, primero Joseph, luego Marjorie, ahora Nina, además claro de todos a los que estaba cuidando en Heiwa. Por años creí que estaba haciendo bien mi trabajo, pero al ver a Marjorie tan destrozada sentí que había fracasado haciendo la única misión que debía cumplir.

Al verla allí, sentada al final de las escaleras con el rostro tan sombrío solo pude acercarme a ella, al notarme se limpia las lágrimas e intenta aparentar que está bien, me siento a su lado, pero evita mirarme al rostro.

- Deberías estar con ella, la elegiste. - murmura en un tono amargo. Sus manos unidas sobre sus rodillas se presionan entre si de manera dolorosa.

Suspiro.

- No hagas esto más. Hemos sido amigos muchísimos años, deja de alejarnos, por favor. - me mira herida dispuesta a discutir. - detente, siempre hablamos sobre que lo nuestro no era más que amor fraternal, nunca te hice falsas promesas y te aseguro que, si te eligiera simplemente por lealtad sin amarte de la manera que la amo, nos destruiríamos, asi que acéptalo y deja de convertir esto en una lucha interminable. Perdóname no te puedo amar asi. – explico, una lagrima le corre por la mejilla.

- ¿entonces qué haces aquí? - su voz se corta.

- Estoy aquí porque te aprecio, lamento tanto no haber notado que algo sucedió, puedes culparme, pero estoy aquí para apoyarte, aunque no te amo como tu quisieras, eres importante para mí. – me acerco más para poder abrazarle, al principio ella se pone tensa e intenta apartarse, pero luego de pelear un rato sus brazos me rodean, llora sobre mi hombro aferrándose a mí.

Mientras su llanto se vuelve desgarrador mi corazón se comprime, debí estar allí para ella. Sus manos aprietan mi chaqueta con fuerza, su cuerpo comienza a temblar en mis brazos, puedo notar su dolor y rabia. Pasamos asi un muy largo momento, hasta que sus lágrimas se terminan y solo quedan los pequeños sollozos., ella es quien se separa limpiándose el rostro.

- Empezó antes de conocernos. - dice de la nada, le miro confundido. - mi tía era joven, prácticamente una adolescente haciéndose cargo de una niña, ella eligió recurrir a las personas equivocadas y por algún motivo hizo un trato con alguien que la inculpo de robo, no sé bien los pormenores, pero después de que militares vinieran a casa haciendo preguntas llego Ernest, iba por mi tía, pensó que en el estado de angustia en el que se encontraba haría todo lo que él quisiera, al parecer no sabía de mi pero cuando me vio al principio de las escaleras sus ojos se volvieron oscuros y me dio una mirada tan asquerosa que aún tengo pesadillas, semanas después, el obtuvo lo que quería, pasa varias veces, luego se detuvo unos años, sucedió de nuevo, se detuvo cuando entre a la milicia. El día que nos torturaron...paso de nuevo. - llora de nuevo. - nunca puedo detenerle...- dice en un susurro.

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