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Caterina

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Caterina.

No fui capaz de contar el tiempo que estuvimos en ese perfecto momento en donde nos besábamos, donde yo lo había besado, y realmente no me importaba mucho. Stefan me sujetaba fuertemente evitando que mis pies tocaran el suelo, era más alto que yo asi que prácticamente estaba colgada a él; jamás había besado a alguien antes, toda mi vida pensé que Angello sería mi todo, pero jamás sentí el impulso de besarle, nunca estuve en una ensoñación irreal como en este instante. Crecí siendo idealista, idealista sobre lo bueno que era Heiwa, sobre el amor verdadero y solo ahora sentía que era real.

Stefan corta nuestro beso, pero en lugar de separarnos me estrecha más cerca, me recargo sobre su hombro rodeándole el cuello, sus brazos me sujetan cálidamente.

- No podemos hacer esto- murmura en un tono dolido.

Cierro los ojos llenándome de su aroma besándole el cuello en apenas un roce.

- ¿Por qué no? - respondo en un susurro, la verdad no quiero escuchar su respuesta.

El ladea su rostro recargándose cobre mí.

- Si te hirieran, yo jamás podría perdonármelo. Si algo malo te pasara, no podría seguir viviendo. - sé que lo que dice es verdad, lo noto en la honestidad de sus palabras.

- No tienes que preocuparte, yo te perdonare por los dos. Asi que por favor...- un nudo cierra mi garganta.

- Oh Nina, te mereces flores y cartas de amor, no soy lo que esperas. – insiste, pero él no sabe lo obstinada que soy. Pobre Stefan.

- Puedes darme flores y cartas, no voy a negar que me gustan, pero no tienes que hacerlo, yo solo te quiero a ti, vivir un amor real. Aunque no seas romántico, si estás conmigo está bien. - entonces recuerdo lo que me dijo. - cuando llegamos dijiste que no podías llamarme Nina, pero lo has hecho, ¿significa que esto ya es personal? ¿o necesitas que te bese otra vez? – se ríe deslizándome hasta que mis pies tocan el suelo.

Nos miramos.

- Creo que me gustas más de lo que creí – una de sus manos va hasta mi mejilla acariciándome, luego toma uno de mis mechones de cabello que se ha soltado nuevamente y lo coloca tras mi oreja. - dios mío, no puedo engañarnos, estoy más que enamorado de ti, quisiera prometerte el universo, porque es lo que te mereces, si pusiera te ofrecería una historia de amor de cuento de hadas. – su suave toque me sonroja.

- Soy una científica, no creo en cuentos de hadas. Solo ofréceme un amor real y es todo. –digo con honestidad mirándole.

Nuestras miradas se conectan un largo momento, su mano no abandona mi rostro, se recorre hasta mi nuca atrayéndome a él, nuestros labios se unen nuevamente en un toque más profundo, las múltiples sensaciones y sentimientos me abruman, pero en un aspecto hermoso, sus dulces labios derriten mi corazón. Él es el que detiene nuestro beso, separando nuestros labios apenas unos milímetros, nos quedamos asi un breve instante, me da un pequeño beso y se aleja solo un poco.

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