I: Cuarenta y Un Campanadas

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"Los reyes han caído" confesó a través del teléfono y, pocos segundos más tarde el silencio de la llamada fue interrumpido por la voz del otro hombre.
"...Entendido, me encargaré de hacerlo llegar a los príncipes, ya conoces el código". Colgó la señal para posteriormente mirar por la ventanilla al siguiente vagón, donde dos muchachos de distintas edades esperaban llegar a su destino de forma pintoresca.
Suspiró pesadamente tallando uno de sus ojos y caminando a la puerta que dividía los vagones.
"Dios mío, ésto será difícil". Murmuró antes de abrir la puerta y llamar la atención de los dos infantes.
"Sus altezas" les habló escondiendo de forma casi perfecta el nerviosismo de su voz.
"¿Sí Mountain Tim, qué se te ofrece?" El más grande de los hermanos cuestionó de forma respetuosa.
"Lo siguiente que les diré no será fácil altezas, pero...". Se tomó una pausa para armarse de valor y hablar frente a esos dos inocentes niños.
"Su majestad el rey y la reina han fallecido" habló con firmeza para no mostrar debilidad ante tal noticia, sintiendo inmediatamente la culpa apoderarse de su cuerpo. Ambos callaron casi al instante y dejando como único sonido el tren moviéndose a toda velocidad por las vías.
El sonido alejado de las campanas les indicó que todo lo que aquel hombre decía no era una muestra de una mala broma, una... dos... tres... Parecían no conocer el final. Finalmente después de un par de segundos, el más grande de ellos asintió en lentitud aún procesando.
"Mountain Tim, por favor... déjanos sólos" pidió Nicholas enredando sus brazos al rededor del cuerpo de su hermano en forma de abrazo para mostrar su compañía, pues el príncipe más joven comenzaría a dejar caer lágrimas saladas junto a suaves sollozos.
"Cómo ordene, alteza. Si me necesita, toque la campanilla". El príncipe asintió bajando la mirada dirigiéndola a su hermano. El tan llamado Mountain Ton obedeció, dio media vuelta y desapareció por la puerta. Sin embargo aún ahí, donde parecía alejado podía escuchar los desgarradores llantos de Johnny, el heredero más joven.

Al llegar al pueblo central todo se encontraba en solitarismo, nadie parecía habitar ese pueblo pues todas las calles estaban en completa soledad... Finalmente estaba sucediendo.
A los príncipes se les transportó en un carruaje de la realeza, dónde el muchacho más pequeño lloriqueaba aún, ahora haciéndolo en silencio y sin drama; a su lado, su hermano mantuvo su rostro firme y sereno, pero eso sí, perdido en la nada y vacío.
"Alteza" Tim sacó a Nicholas de sus pensamientos. "Sé que no soy nadie para hablar así, pero si desea llorar en nombre de sus padres está completamente bien y es libre de hacerlo" habló con timidez a su superior, quien formó una delicada sonrisa y negó con lentitud.
"Eso no importa ahora Mountain Tim, soy completamente capaz de controlarme" forzó nuevamente una sonrisa, estaba mintiendo.
La llegada al palacio fue especialmente deprimente, su entrada al interior del palacio comenzó en una triste soledad siendo llevados a la sala del té, donde ambos fueron obligado a esperar algunos minutos en completo silencio.
"Deja de parlotear como imbécil, ¿Cómo cruza una estupidez así por tu mente ahora?" Ambos príncipes escuchaban los susurros de los asistentes reales discutiendo detrás de la entrada a esa habitación, uno de los participantes era claramente Mountain Tim.
"El código indica que se debe coronado al heredero horas después del fallecimiento de los reyes" el otro asistente respondió a la defensiva, Blackmore era su nombre.
"No, el código especifica que únicamente debe hacerse en caso de que el heredero haya cumplido la edad requerida. Míralos, ahora mismo solo son unos niños que se han quedado sin padres y llegas a hablar de estúpidos códigos" hablaban en voz baja tratando de no ser escuchados por ambos príncipes, era inútil pues ellos lo oían todo desde el sofá.
"¿Y qué haremos hasta que cumpla los veinticinco?¿Dejar el reino a la suerte?" Cuestionó Blackmore comenzando a desesperarse.
"El cargo debe tomarse temporalmente por el duque Jona-" fue interrumpido por el de coleta rubia antes de terminar la oración
"Y yo soy el enloquecido. No, no y no... Ese hombre fue acusado de traición a nuestro reino hace 10 años ¿Acaso esa cabeza tuya ya no lo recuerda?" Preguntó con las manos en la cintura y mirando de forma demandante al otro.
"Por supuesto que lo recuerdo, pero el príncipe no está capacitado para asumir el cargo y no hay otro familiar dispuesto a gobernar" volvió a hablar Mountain Tim poco más alto. Nicholas definitivamente ya cansado de sus alegorías cubrió los oídos de su hermanito.
"¿Dudas de las capacidades de nuestra alteza?" Cuestionó intentando llevar en su contra la conversación.
"No seas imbécil Blackmore, claro que no. Aquí lo que más me preocupa es la joya real, es a penas capaz de llevar consigo una minúscula parte de la piedra" el tono de voz de Tim se moduló y finalmente bajó la voz.
"Por eso mismo me preocupo, el duque no debe estar al mando de una joja tan poderosa como es ésta" miró al hombre más grande rodar los ojos antes de asentir cansado.
"¿Qué te parece si eso lo decide el príncipe?" Se excusó Mountain Tim finalmente abriendo la puerta, fingiendo con todo descaro que la conversación hacía minutos atrás nunca había ocurrido.
"Si alteza" la voz de Blackmore se hizo presente en el salón. "¿Usted estaría dispuesto a asumir el cargo en pocas horas?" Ése hombre nunca se iba por rodeos, siempre llegaba al punto con todo mundo; el joven príncipe se exaltó ante la sorpresiva propuesta.
"¿Qué? No... No, yo no estoy capacitado para serlo aún" habló apenado, mientras Blackmore se ganaba una mirada socarrona por parte del otro. "De hecho, si desearía que alguien tomara el trono temporalmente no sería nadie más que el duque Jonathan" comentó como sugerencia fingiendo no haber escuchado ni una palabra de la charla ajena.
"Comprendo alteza... Me retiro" dió media vuelta junto al otro y salieron de la habitación volviendo al mismo lugar en el que discutían.
"¿Lo ves? Ya te lo ha dicho, ahora deja a los pobres niños solos que lo que menos necesitan saber es sobre el trono" habló con indiferencia antes de callarse al mirar un rostro conocido acercarse a ellos.
"Permiso" Murmuró Ferdinand abriendo las puertas del salón y observando a los jóvenes herederos sentados en el sofá.
"Alteza, es hora de llevarlo a la sala de reuniones, discutiremos el trono real y necesitan su opinión" El más viejo de los hermanos asintió dudoso antes de suspirar con miedo.
"Está bien... Johnny, quédate aquí debo irme" susurró en el oído de su consanguíneo y recibiendo un asentimiento de éste dejándolo ir.
La ida de su hermano mayor provocó que Johnny comenzara a lloriquear nuevamente, y Mountain sin soportar los sollozos se acercó a cargarle.
"¿Puedo hacer algo por usted, majestad?" Preguntó el hombre sin recibir ni una respuesta, sintiendo al niño llorar en los brazos de Tim.
"Entonces... Supongo que debo llevarlo a su habitación para que se cambie". No tuvo oportunidad de dar un paso pues la voz de Johnny le interrumpiría.
"¿Por qué mis padres, Tim?" Entre su llanto el niño preguntó abrazando a ese hombre que de ahora en adelante se encargaría de cuidarlo aún más.
"No tengo idea alteza, también me gustaría saberlo" contestó en un casi susurró subiendo las escaleras del palacio en silencio y escuchando al niño llorando.
Al día siguiente de tan fatídico día el funeral de los reyes dió su inicio, no importaba cuáles fueran sus invitados si la mayoría del pueblo estaban ahí, simplemente rezando por los reyes que dieron prosperidad a su hogar.
Fuera del palacio se habían organizado los pueblerinos, lloriqueaban y rezaban por el descanso eterno de quienes habían sido sus gobernadores.
Las calles se habían vuelto repletos de tristeza, donde no había más que incertidumbre por ellas.
Dos cajas funerarias salieron del palacio exactamente a las doce del día y se dirigieron al cementerio de la realeza; ahí, fueron enterrados los cuerpos sin vida de Mary Joestar I y George Joestar I después de que el obispo rezara por sus almas.
"Ave María"
"Ruega por ellos".
Johnny miraba en silencio hacia la nada en el suelo. ¿Por qué a pesar de ser un día soleado podía sentir como el aire frío le generaba escalofríos.
Mentiría a su moral si no derramaba ni una lágrima, si no se lanzaría a las cajas funerarias a llorar por su muerte o porque rogara que todo fuera un mala sueño y estuviera a punto de despertar; pero todos sus lagrimales estaban vacíos, era irónico considerando la horrible tristeza que guardaba su corazón.
Su vista se dirigió a su lado, Nicholas fijaba la mirada en las cajas funerarias a punto de ser enterradas bajo tierra, su rostro se miraba en completa tranquilidad como si el hecho de digerir la muerte de sus padres fuera pan comido. La mano de su hermano mayor se dirigió en su hombro, acercándolo a él.
Nadie fue capaz de dar un discurso o al menos quedarse, todos, incluídos los hermanos Joestar salieron de allí en cuanto tuvieron oportunidad de hacerlo.
Aquella noche Johnny escuchó a su hermano por primera vez en todo ese tiempo llorar hasta el cansancio. Nicholas se había encerrado en su habitación y ahora quizá rogaba por piedad hasta que los nudos en la garganta no le dejaran respirar o hasta que las lágrimas ardieran como el ácido, quizá hasta que sus párpados se tornaran rojos por las veces que trató de limpiar su cara empapada, pero estaba seguro que esa noche su alma debió abandonar su cuerpo para que su mente pudiese descansar.
Johnny estaba seguro que su hermano era el que más sufría en éstos sucesos. Johnny al menos tuvo que ser consentido un poco para poder ser calmado, pero Nicholas, Nicholas no pararía ni por toda la fortuna del mundo.
Él fue el único en asistir a la coronación real, donde Jonathan Joestar I fue coronado como rey temporal bajo la supervisión oficial de Nicholas y la prohibición al contacto de la joya divina de la realeza.
Lo miró todo, cómo ese hombre de cabellos azules era coronado a rey, escuchando una y otra vez los exclamos casi forzados de la multitud que alababa a Jonathan.
¡Que viva el Rey!
¡Que viva el Rey!
¡Que viva el Rey!

Young|DieJoni|JJBA|#Book1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora