XXIV: Rock Lobster

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Los treinta días habían acontecido, Nicholas no tenía ni un segundo de descanso; día y noche se encontraba atendiendo a todas las familias afectadas y a funcionarios furiosos exigiendo una solución a ese lío, la cual, por supuesto no tenía.
La colera lo consumía sin cesar, parecía solo sentarse en su maldita silla y escuchar parloteos y reclamos de todos, como si olvidaran que él gobernaba todas esas tierras que se atrevían a pisar.
“El pueblo está furioso al igual que los funcionarios”. Jotaro habló, sentado frente a aquel pelirrojo. Nicholas suspiró a punto de colapsar en crisis.
“Lo sé, capitán”. Respondió frotando su sien, disgustado ante el constante recordatorio. “Pero ¿Qué quiere que haga? ¿Voy frente a Phantom Blood y les pido que se vayan? ¡Por favor!”. Su recelo lo obligó a acomodarse en la silla. “Hemos enviado a la marina a proteger los pueblos y lo único que hemos recibido son noticias de que nuestra protección ha caído. He hecho de todo para protegerlos y nada parece funcionar”. Espetó, para posteriormente soltar un gran y profundo suspiro.
“Por lo mientras, su majestad, recomiendo que salga de este palacio para calmar las aguas, me temo que, de lo contrario, el pueblo no tardará en rebelarse contra el reino”. El Joestar volvió a tomar aire, mojándose los labios, se cruzó de brazos y pronto asintió despacio sin separar su mirada de la mesa frente a él.
“Bien…”. Replicó, sus dedos tallaron uno de sus ojos, levantándose lentamente de la silla. “Mientras tanto… veré si puedo conseguir un poco de información con la joya o…”. Paró de hablar justo después de soltar esas palabras, deteniéndose de toda acción que se encontraba haciendo.
“¿Majestad?”. Jotaro le miró intrigado. “¿Sucede algo?”.
“La joya…”. Murmuró el oji-azul, reaccionando de nueva cuenta y volviendo a su silla. La mirada del hombre se volvió al pelinegro.
“Capitán”. Habló. “¿Tiene… tiene el registro de los atracos anteriores?”. Ante esta cuestión, el otro se dedicó a buscarlo.
“Uh… sí, pero ¿Qué se supone que usted-?”. Fue interrumpido ante la orden de su rey.
“Dame eso”. Sin demorarse más tiempo, arrebató la carpeta de las manos de Jotaro, apresurándose a mirar sutilmente todos los detalles.
“El pistolero…” Murmuró pasando de página. “El pistolero…”. Repitió al cambiar de página, mencionando aquel apodo cada que cambiaba de hoja. “Eso es… Johnny participa en todos los atracos”. Comentó, alzando las comisuras de sus labios delicadamente, como si hubiera encontrado la solución a todos sus problemas.
“Uh… ¿Y saber eso en qué nos beneficia?”. Cuestión Jotaro un poco perdido.
“Oh… es cierto, uhm… hace unos meses yo logré conectar la joya con el cuerpo de mi hermano”. Tartamudeo, aún extasiado ante su reciente descubrimiento. “Es decir… logré que tuviera… uhm, jaquecas y quemaduras, y… otro par de cosas”. Hizo bastantes pausas, sin detener su lectura en el registro.
“¿Y eso nos beneficia en…?”. Nicholas alzó la mirada, volteando hacia Jotaro.
“Significa Capitán, que hemos encontrado una posible solución”. Tarareó a punto de explicarle todo lo que pasaba por su cabeza.

“Blake…”. Tim llamó al hombre que parecía pasear por los jardínes.
“¿Mhm?”. Disminuyó la velocidad de su paso para darle oportunidad al vaquero de caminar a su lado, aquel agradeció silenciosamente.
“Tenemos que hablar”. Blackmore suspiró, haciéndole saber su cansancio ante sus constantes charlas.
“Ahora no Tim… ¿No me dejarás disfrutar un día soleado?”. Cuestionó con un sutil tono bromista.
“Es urgente”.
“Habla…”.
“Es sobre Phantom Blood”. El hombre de coleta soltó todo el aire retenido, negando continuamente, se esperaba ahora las palabras de Tim. “Por favor, Blake sabías que tendríamos que charlar sobre esto”. Blackmore continuó en silencio para dejar parlotear a tal hombre todo lo que quisiera; ante esto, Tim siguió charlando.
“Tú y yo sabemos que se va a desatar todo un caos muy pronto”. Blackmore afirmó con la cabeza, aún pintando una sonrisa a boca cerrada en su rostro. “Y cuando eso suceda… yo me iré Blake”. El típico golpe de sombrilla paró unos segundos antes de volver a la normalidad.
“Lo sé…” tarareó vacilón.
“He aquí la pregunta, ¿Irás conmigo o te quedarás a morir?”. Observó la sonrisa de Blackmore agrandarse.
“¿Por qué me preguntas eso? Si no mal recuerdo me pediste que dejara de seguirte a todos lados”. Un inusual tono socarrón se escuchó por su , Mountain Tim se quejó en voz baja.
“Esto es diferente Blake… Simplemente no puedo dejarte aquí a morir”. Blackmore se volteó a mirarlo.
“¿No crees que pueda sobrevivir por mi cuenta?”. Cuestionó vacilón, Tim no tuvo oportunidad a negarlo pues el de la coleta continuaría hablando. “Tengo a Catch the Rainbow, Tim. Si soy el asistente del Rey es porque me lo he ganado, he protegido a la realeza desde que tengo memoria, no podría abandonarlos a todos porque crees que moriré”. A pesar de todo lo dicho, Blackmore no sé encontraba alterado, continuaba charlando en su desesperante tono relajado, paseando por los jardines y mirando la belleza de las flores. “En todo caso… tú eres el que debe de irse si crees que morirás, únicamente las mentes que perseveran son las que sobreviven”. Acertó a decir. “Mira, Tim”. Volvió a interrumpir el intento de hablar del más grande. “Agradezco tu preocupación, pero no es necesaria. Soy fuerte, y antes de que tú me protegieras, yo ya me protegía”. Blackmore sonrió. “Entonces… ¿Por qué no dejamos esta plática a un lado y continuamos con nuestro paseo?”. Tarareó, recibiendo el asentimiento del vaquero, quien copiaba los pasos tranquilos del hombre a su lado.
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“Esta será tu última misión, ¿Preparado?”. Diego cuestionó a Johnny, aquel negó a su pregunta soltando suspiros. Se encontraban sentados en los usuales asientos de vigilancia, donde solían pasar el rato parloteando hasta cansarse.
“Vamos a fracasar…”. Aseguró con un preocupante tono pesimista, mientras se dedicaba a colocarse los guantes de cuero para distraer su mente de los futuros sucesos.
“Al menos trata de ser positivo, Jonathan”. Pausó para tragar saliva. “Hemos tenido asaltos exitosos durante treinta días seguidos, nada cambiará hoy”. Su novio se quedó en silencio, sin despegar la mirada de las nubes, pues era lo único que había estado mirando durante casi un mes.
“Eso espero…”. Diego rodó los ojos, disponiéndose a revolver los cabellos del otro muchacho.
“Eso sucederá”. Murmuró. “Debes tener confianza; sobre todo si tú debes de tomar la joya”. Eso provocó los quejidos y maldiciones bajas por parte de Johnny.
“Dios, qué estrés… No he visto a Nicholas en aproximadamente un año… y para lo único que lo veré, será para robarle la joya”. El joven Brando se quedó en silencio, buscando las palabras indicadas.
“Todo estará bien… nada podrá contra ti ni Phantom Blood”. Sabía perfectamente que esas palabras no dejarían en paz a la consciencia de Johnny, pero al menos la callaría por un rato.
“¿Podemos repetir el plan?”. Preguntó Johnny, rindiéndose ante los nervios y moviéndose de su lugar, parándose en cubierta y caminando de un lado a otro para intentar apaciguar sus ansias.
“Uh-hu”. Diego volteó de posición, con la mirada hacia cubierta para poder observar al Joestar. “El primer paso era sacar al rey de su madriguera; anunció una conferencia en la plaza mayor, así que el primer paso está completado”. Pausó para observar a Johnny, quién le asintió para continuar. “El segundo paso… debemos asegurarnos que no lleve la joya consigo, de lo contrario comenzaremos el plan B”.
“¿Podemos repasar el plan B?”. Diego asintió.
“Tomaremos a Nicholas Joestar de Rehén". Tarareó, Johnny no paraba de moverse de un punto a otro. "Por eso es que tú lo harás, el capitán te eligió porque sabe que tu reward te quiere solo vivo... pero ambos sabemos que el rey no le haría daño a su pequeño hermanito". Johnny percibió un delicado tono socarrón en su voz. "Luego haremos un intercambio, la vida del rey a cambio de la joya ámbar... es realmente sencillo". El Joestar volvió a quejarse, negando y apresurando sus pasos.
"Sencillo para ti, te quedarás en el barco para ayudarme a subir". Diego soltó una sonrisa involuntaria.
"Es cierto... No haré esfuerzo, eres liviano". Johnny no tuvo oportunidad de contestar pues su capitán hizo notar su presencia con uno de sus recurrentes exclamos.
"¡Oyecomova!". Llamó al hombre que se encontraba sostenido por una soga, pasando las nubes para localizar su objetivo.
"¡Acaban de salir del palacio, capitán!". Respondió a su llamado de forma eficaz.

Young|DieJoni|JJBA|#Book1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora