XIX: Determined

114 26 0
                                    

Cuatro días transcurrieron desde el descubrimiento de Diego y en ningún momento la tensión se detuvo, de hecho, incrementó aún más. Ninguno de los dos se había vuelto capaz de convivir por al menos 5 minutos, ni siquiera lograban mirarse a los ojos. Johnny por supuesto, se encontraba más que cansado de esa situación... si tan solo el capitán lo notara estaba perdido. El príncipe se decidió a discutirlo con Diego, haría que escuchara, por las buenas o por las malas.
Ocurrió durante un encuentro espontáneo entre los pasillos, ambos caminaban hacia el sentido contrario y chocarían entre sí al cruzar una de esas esquinas.
"¡Oye, fíjate imbécil-!". La voz de Diego hizo presencia, callándose casi al instante de notar la identidad el otro pirata. "Ugh". Se quejó rodando los ojos y dando media vuelta para alejarse lo máximo posible de ese muchacho que únicamente problemas le daba.
"Espera, Diego-". Intentó llamar nuevamente su atención interponiéndose en el camino del comandante, aquel gruñó por lo bajo.
"Quítate". Ordenó irritado. Al no recibir movimiento intentó moverse por otro lado.
"Espera tenemos que hablar". Habló apresurado colocándose de nueva cuenta frente al pirata, abriendo los brazos para obstruir más camino.
"No hay nada de qué hablar entre tú y yo". Le dijo cansado de no poder huir y comenzando a desesperarse. "Quítate". Insistió de nueva cuenta acorralado por el príncipe, el muchacho negó esporádicamente con los ojos bien fijos en Diego.
"¡No te dejaré ir hasta que aceptes escucharme!". Los ojos berilos del más alto rodaron en sí mismos, próximamente varando en el príncipe un par de segundos.
"¡Bien!". Exclamó irritado a punto de explotar, golpeando su pie contra la madera en repetidas ocasiones y cruzando sus brazos. "Habla antes de que colmes mi paciencia". Avisó vagando sus ojos por otros lugares del barco, sin desear tener otra interacción con aquel.
"No podemos estar así toda la vida". Soltó haciendo referencia a la indiferencia en exceso que solía darle en sus horas de trabajo en equipo.
"¡Por supuesto que puedo!". Le respondió entusiasta antes de volver a su usual estado de ánimo, intentando apartar al muchacho.
"Ahora quítate". Otra vez ordenó mientras su posición de poder era burlada por Johnny. El de ojos zafiros no se movió ni un solo centímetro, se mantuvo firme.
"No me voy a quitar". Anunció provocando el rechinar de los dientes de Diego.
"Continúa". Fastidiado dejó al otro hablar, acomodando su tricornio para fingir no oírlo.
"Quiero que entiendas que no soy tu enemigo". A sus oídos llego el sonido de Diego soportando una carcajada. "Ahora formo parte de Phantom Blood, soy un pirata al igual que tú". Observó a Diego dejar de jugar con su tricornio, volteando sus ojos aguamarinas a él.
"Puedes mirarme ahora como una ventaja porque soy un pirata". El mayor intento abrir la boca para hablar, se apresuró a hablar para continuar,
"Y como el aliado que soy ahora, estoy dispuesto a otorgar la información necesaria para llegar a la joya". La ceja de tal macho se alzó al escuchar semejante oración.
"¿Estás traicionando a tu gente?". Le preguntó de forma socarrona casi como si hubiera querido reírse en su cara.
"¿Y qué más da si eso hago? Toda esa gente decidió callarse cuando a tu familia la traicionaron". Eso pareció hacer callar al mayor, dio en su punto débil con aquel discurso.
"Bien". Contestó agotado mientras que sus manos se colocaban a sus costados, recibiendo una expresión de sorpresa convertirse a alivio poco a poco.
"¿De verdad?". Algún gran pedazo de culpa pareció librarse con esa sola palabra, recibió un asentimiento del de cabello dorado.
"Uh-hu... eso no cambia que te mantendré vigilado, pero si serás de ayuda para el principal objetivo de esta banda podemos hacer las paces". Admitió divisando el consuelo en los gestos del pecoso. Soltó un soplido.
"Gracias...". Murmuró finalmente haciéndose a un lado para dejar ir a Diego. El ambiente se había vuelto más ligero.
"Ni lo menciones." Respondió cansado, aligerando sus extremidades, comenzando a caminar a la dirección predicha.
Johnny sonrió, la amenaza más peligrosa había sido contrarrestada.
Finalmente, cada uno se fue por su lado, después de todo lo más importante estaba resuelto ya.
(...)
Mountain Tim quizá extrañaba un poco a Blackmore, tal vez los almuerzos que solían tener, pero algo estaba provocando ese horrible sentimiento de nostalgia en él.
Tal como el de la coleta había prometido no había vuelto a interactuar con el vaquero a no ser que Nicholas los obligara a hacerlo. Se daba la libertad de incluso decir que se sentía un poquitín celoso.
Solía observarlo vagar por el palacio en compañía de Ferdinand, y si es que era hora de su almuerzo, aparecía en la cocina bromeando entusiasta con Tonio y otros del personal, ahí fue cuando Tim se dio cuenta que su compañero no lo necesitaba, si no que el necesitaba de Blackmore.
Es decir, pasear a Ghost Rider era divertido, pero no tanto como cuando el hombre de coleta se les unía y platicaban por horas. No recordaba que la soledad era tan aburrida.
Pero ahí se encontraba, con el orgullo herido y arrodillado frente a la tumba con 'Anne Joestar' en letras mayúsculas.
"No sé... No sé lo que debo hacer amada mía". Susurró después de un buen tiempo de silencio, observando al suelo y con una aparente vergüenza de expresar lo que sentía.
Las hojas dejaron de chocar, los pájaros de cantar y el viento de soplar, un escalofrío recorrió toda su columna vertebral, cerró los ojos un par de momento para que, al abrirlos se encontrara con unos zapatos de tacón alto pisando sobre el césped; sus ojos se alzaron confundidos.
"No me gusta este lugar". Murmuró la suave voz de Anne, sentada sobre la orilla de su tumba. Los latidos de Tim aumentaron de forma salvaje sin procesar que, todas esas veces que la vio y escuchó no fueron alucinaciones desesperadas de su mente por verla una vez más. "Pero estoy atada a este lugar, así que...". Volvió a comentar frustrada ante tal situación, sus ojos azules inspeccionaron cada lugar con atención. La rubia suspiró.
"Escuche que hiciste algo incorrecto". Le mencionó refiriéndose a la platica solitaria que el vaquero pareció tener consigo mismo.
"Si no sabes que hacer... ¿Por qué crees que lo sabría yo?". Tarareó entre dientes. "¿Qué es lo que quieres que te diga?". Cuestionó en un bajo murmullo.
"Sólo un algo...un algo que me lleve por el camino correcto". Nuevamente su corazón se aceleró al escuchar una de esas delicadas risas de Anne.
"No existe un camino correcto, querido... te lo he dicho hace tiempo ya". La princesa se inclinó para que su rostro junto al de Tim quedaran a la altura.
"¿Con qué pensaras el día de hoy, la cabeza o el corazón?". Sus dedos de nube tocaron el pecho y cabeza del contrario, con tactos tan reales como el universo mismo.
Recibió un suspiro.
"Toda decisión tomada con el corazón es buena". Susurró con los ojos bien abiertos. "Entonces... ¿Con qué pensarás hoy, mi amor?". Mountain tomó una de las manos de Annie para colocarla entre las suyas. Estaba helada.
"Con... con el corazón". Una delicada sonrisa se formo sobre el rostro de Anne.
"Perfecto...". Lentamente volvió a su posición original, alejándose del vaquero, quien ansiaba mas de los toques de tal fémina.
"Eso es todo lo que puedo darte Tim...". Le susurró mientras que su figura comenzaba a desvanecerse en lentitud justo como un proyección terminada.
"Espera... por favor, aún no te vayas...". Pidió tratando de aferrarse a la figura de su mujer, pero ésta desaparecía a pesar de todo.
"Debo irme Tim... ahora solo soy la proyección de un alma que viaja". Finalizó la princesa alzando las comisuras de forma casi imperceptible.
Finalmente volvió a respirar, con el aire golpeando su cara y el canto de las aves viajando a sus oídos; suspiró rendido extrañando la calidez de la mujer Joestar. Alzó la vista, Blackmore parecía volver de algún lugar.
"¿Qué se supone que deba hacer?". Interpeló para sí mismo volviendo a exhalar aire, posteriormente levantarse de la tierra. "¿Pensar con el corazón cuando lo miro, eso qué sentido tiene?". Se cuestionó negando en repetidas ocasiones.
(...)
"Yo me alegré cuando me dijeron: Vamos a la casa del señor.'".
Nicholas asomó su presencia por la gran puerta de iglesia otorgando pasos sencillos en dirección a su asiento, su rostro lucia en neutral, caminando lento y escuchando los canticos de fondo gracias al coro que apoyaba; al llegar al frente se arrodillo un par de segundos articulando la señal de la cruz posteriormente volver a su lugar.
"Se nos asegura un lugar en las puertas de esta ciudad santa de paz Sus muros están construidos sobre el amor y la fe fundados en nuestra unidad"
Sus mirada se dirigió al suelo, sentado en la primer banca y con las manos entrelazadas sobre su regazo.
"El amor del padre y la comunión del
espíritu santo estén con todos ustedes". La voz del párroco llamó la atención de Nicholas, quien se removió sobre su asiento para dirigir todos sus pensamientos a tal misa.
Para ser honesto se perdió los primero diez minutos, una falta de respeto al señor, se dijo Nicholas; pero no era culpa suya, de verdad intentaba redirigir su atención al cura que hablaba y recitaba cada verso de Dios, sin embargo, todos sus problemas aglomerados se acercaban para impedirlo.
"Huimos de la fornicación, huimos del adulterio, huimos de los pecados, sin embargo, a veces no se huye de la mentira. Es fácil mentir, la mentira es un pecado donde es muy fácil caer, este pecado es muy común en la vida de la mayoría de los creyentes.
Y no, no es un pequeño pecado; realmente la mentira es un pecado grave delante de nuestro señor todopoderoso". La culpa del joven rey apodero su cuerpo, cerró los ojos un par de segundos.
"Perdóname Dios mío, he caído en el pecado, no tuve otra opción que entregarme a la tentación de la mentira". Susurró con la cabeza más baja aún, apretando el rosario que llevaba entre sus manos entrelazadas.
"Nuestro señor es el padre del perdón, porque no importa cuantas veces peques en un día, Dios estará ahí y las mismas veces en que engañaste te perdonará. Sin embargo, hermanos míos, ¿Qué tanto podrán perdonarse a ustedes mismo?".
Un suspiro perezoso salió del pelirrojo, volviendo a disculparse con su creador por la tentación.
"Mi señor, lo lamento tanto... He de perdonar todo mi pecado el día en que mi justicia sea la vencedora y aleje del pecado a mi semejante. De lo contrario no seré capaz de entrar a tu templo". Volvió a murmurar continuando con el silencio para seguir escuchando.
"Y ese mismo tema tan simple nos lleva a otro que es la sanación, la sanación del perdón. Le veo una gran importancia a la
sanación, porque donde no hay sanación,
hay cadenas ¿Cuáles son las cadenas?, el pecado, la culpa, un peso en el alma". Nicholas tragó saliva, sentía como si ese discurso estuviera dirigido a él.
"Sanación es aquella obra de Dios que te permite obrar a la altura de tu
capacidad, que te permite vivir el máximo de tu vida sin sentir que algo está fallando en ella".
"La sanación es ese punto máximo donde puedes ver con claridad tu problema y puedes sentir como la mano bendita de Dios te estrecha entre tus brazos".
"Pero hermanos míos, así como existen sacerdotes y creyentes ya sanados, hay quienes no lo están, y estas mismas personas son las que desean ayudar sin haber sanado un poco". Contuvo la respiración, intentando escuchar mejor sin el espantoso sonido de su respirar.
"Entonces un hombre tan herido que no llega a sentirlo se acerca a otro hombre en agonía, tratando de guiarlo al camino aumenta su dolor, cuando la sanación es un proceso precioso, estas personas lo hacen ver como el sufrimiento". Explica. "Y en lugar de ayudarlo lo deja en un estado espiritual mucho peor... de aquí la pregunta ¿Cómo vas a ayudar a otros si no te sanas un poco tú primero?". Silenció completamente al monarca, manteniéndolo pensativo y reflexionando.
Orad por la paz del templo que Él guarda, Él asegurará cada piedra, Cantad por todos los Redimidos, Hablad bien y daréis a conocer Su reposo
El pueblo de Dios subirá y gritará Sus alabanzas en toda lengua. El trono de Su juicio está establecido para siempre Para Cristo, el Hijo de David.

Young|DieJoni|JJBA|#Book1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora