Falta de aire, presión en tu cabeza, ojos llorosos, temblores...
Un momento donde tu único enemigo es tu mente y sus advertencias de que algo contigo mismo no va bien.
El simple hecho de respirar te cuesta, la presión de tu cabeza se hace agonizante, parar de llorar es imposible y tu cuerpo temblando un descontrol. Cuando llegas a ese punto, simplemente quieres irte, dejar de existir, dejar de sentir esa agonía. Tu mismo eres tú carcelero y tú héroe.
Tú, capaz de resistir todo, sigues en pie o al menos eso intentas, ya que no paras de tambalearte y caer.
Es un infierno. Un infierno terrenal
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Todo mi ser
Non-FictionLas cuestiones que tengo y mis respuestas a las mismas, comprendiendo todo lo que me ha hecho crecer