10. ¡Mátala!

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Resumen: Atsushi arrugó la nariz; Akutagawa comenzó a chillar descontroladamente; Tanizaki solo quería matarlos a todos. [AUdePersonalidades]

— ¿Qué pasa? —Preguntaba Tanizaki entrando.

— ¡Alguien, mate a esa cosa! ¡Vuela, eso vuela!

~⭕️~

Tanizaki estaba llegando de la casa de Naomi, curiosamente también era su casa pero la mujer le había sacado a patadas por existir, simplemente respirar era como si matara su oxígeno. El pelirrojo tenía ojeras, un gran estrés y ganas de destruir a cualquiera que se le pusiera frente a sus ojos, decidió que lo mejor era ir con otro amargado tal como él. Atsushi siempre estaría disponible si de odiar la vida se tratara, no tardó en llegar a la casa que compartía con Akutagawa, su novio.

— Atsushi, ábreme. — ¿Patear la puerta? No negaba que eso era una gran opción. Akutagawa le había abierto antes de poder ejercer violencia en la madera. Con una risa nerviosamente descontrolada.

— ¡Pelirrojo! Pasa, pasa. — El azabache le hizo un camino, siendo el que partía la marcha hacia la sala. Atsushi estaba ahí con los dedos en el puente de su nariz, parecía terriblemente cansado de existir.

— ¿Qué pasó ahora? — Inquirió saber pues el ambiente del lugar solo pretendía decir una cosa: problemas. Akutagawa se acercó a su novio, abrazándole del cuello a pesar de la cara de Atsushi.

— Akutagawa quiere que mate una cucaracha —dijo, para abrazar al otro por la cintura. El pelirrojo entrecerró los ojos.

— ¡Vuela, Atsushi, vuela!

Tanizaki comenzó a reír, imitando la voz del azabache con burla. El albino frunció el ceño con ganas de asesinar al hombre que se reía de su pareja.

— No te burles, idiota.

— Bueno, hombre, que yo no ando chillando por una cucaracha —respondió igual de duro. Atsushi suspiró, acariciando los cabellos del más bajo y dándole un beso.

— Cariño, ve a la cocina. Yo me encargo.

— ¡Atsushi, vuela!

— Sí, amor, yo me encargo —respondió empujándolo más dentro de la cocina, donde aún escuchaba sus gritos de auxilio. Tanizaki no pudo evitar reír una vez más, a carcajadas. — Una cucaracha. Una desgraciada cucaracha impidió que lo hiciéramos hoy.

— Uy, necesitado sexual —murmuró. Los ojos de Nakajima dijeron lo que sus manos planeaban hacerle al otro si seguía. — Ya, ya, me callo. ¿Entonces matas a la cucaracha y vas por la damisela?

— Más bien, mato a la cucaracha, que vuela, y me cojo a la damisela. Simple —. Atsushi se desamarró la bota negra pesada que llevaba, moviendo a Tanizaki para encontrar a su enemiga mortal: un insecto con alas que no dejaba su morada. Tomó el zapato y al notar que pretendía huir volando, empujó a Tanizaki contra la pared.

— Hey! — chilló, sintiendo el zumbido en su espalda. — Qué asco, Dios.

— Ahora que ya le quite la habilidad, muévete. La voy a matar —ordenó, sacando el cuerpo del pelirrojo para lanzar la bota con fuerza, que cayó al suelo junto a la cucaracha.

— Qué valiente hombre —dijo rodando sus ojos con ironía. — Naomi me sacó de la casa, no hagan mucho ruido.

Atsushi comenzó a reír. — Tápate los oídos.








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No sé cómo se me ocurrió esto. JSJSJJSJSJAJAJ Solo quería ver las personalidades alternadas.

Un tigre en el armarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora