Un tigre en el armario

13. Darte-como perro

Resumen: En una misión normal, nada extravagante, Akutagawa se piensa muchísimo si asesinar al tigre es una buena opción. Sin embargo, hay una mejor manera de asesinar.

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Akutagawa se cruzó de brazos, llevaban media hora encerrados en un almacén esperando a que un informante, y dale con eso, llegara para darles información, evidentemente, de su próximo rival. La situación era que llevaban el tiempo suficiente para que Atsushi frunciera el ceño dispuesto a largarse antes de respirar por más tiempo el mismo aire que su perjurado enemigo. El azabache tenía los ojos cerrados, Atsushi le miraba, eso estaba colmando toda su paciencia. ¿Debería matarlo?

— ¿Puedes dejar de mirarme?

— ¿Te molesta?

— Bastante.

Atsushi se cruzó ahora de brazos, como si intentara copiar a Akutagawa en su misma actitud nefasta de siempre, vaya bebé, pensaba el mayor viéndole imitarle de una pobre forma. Suspira, hoy no tiene ganas de cortarle el cuello a Atsushi, no tiene definitivamente ningún ánimo por molestarlo. Realmente desea ir a su casa y encerrarse toda la madrugada en su alcoba para dormir después de un mes entero de misiones difíciles. Estaba harto, vamos, es humano.

— No tengo ganas de pelear hoy, Jinko.

— Eso es sorpresivamente interesante.

— No planeo serlo.

— ¿Me dirás qué te tiene tan motivado a cooperar? — Akutagawa ríe por la manera en la que le pregunta, ¿era idiota o qué? ¿De aquí a cuándo se hablaban como conocidos?

— Nada que le interese a un animal pulgoso.

— No estamos hablando de ti —. Atsushi se da cuenta de lo que dijo luego de decirlo, la viva imagen de la imprudencia. Estaba muerto. Akutagawa, abre sus ojos, filosos, dispuesto a destruir a ese tigre hambriento de sangre por la mínima palabra que vuelva a salir de esa horrorosa boca.

— ¿Me estás diciendo animal?

Atsushi entrecierra los ojos, su valentía baja totalmente al punto de preguntarse, cuestionarse realmente, si quería continuar esa plática o le gustaba su pierna en donde estaba: pegada a su cuerpo. Akutagawa ríe, le ve tan indeciso por algo que él empezó que es hasta gracioso ¿Atsushi un idiota? Definitivamente, no podía sentirse menos que eso. Akutagawa se acomoda la gabardina, acercándose a Atsushi, que llevaba rato sentado en unas cajas del almacén, siendo jalado de su corbata negra para encarar a Akutagawa lo que es más curioso porque gracias a eso puede darse cuenta que el mafioso ha crecido un poco más de la última vez que le vio; ahora le tenía qué alzar la cara.

— Repítelo —dice. Atsushi vacila unos momentos.

— Pues te dicen perro de la Port Mafia ¿no? —murmura. Ryuunosuke entrecierra sus ojos, soltando al tigre.

— El único animal a cuatro patas aquí, eres tú.

— Pero te dicen perro.

— Es una expresión, Jinko, ¿eres idiota?

— Eso no cambia que seas un perro.

Akutagawa suspira, está seguro de que Atsushi se veía mejor tres metros bajo tierra, entonces le mira provocando que el albino baje más la mirada.

— Oye, Jinko, ¿te gusta estar a cuatro patas?

— ¿Eh?

— Porque a la próxima que me digas animal voy a darte como perro.

Atsushi tiene una cara de completa estupefacción ¿qué quería decir con ello? Se da unos momentos, mismos en los que Akutagawa se aleja a su posición antigua sin importarle lo confundido del albino, lo piensa muchísimo ¿qué demonios era eso? Piensa y piensa y piensa. Hasta que lo entiende y su rostro se vuelve un rojo tan intenso como la sangre que tanto le gustaba al mafioso, abre la boca sin saber qué decir ¡Akutagawa era un idiota! Ryuunosuke se da por servido con ello, sonriendo levemente con su mano tapándole. Esa forma de molestar a Jinko siempre sería una delicia, y, bueno, no estaría mal tampoco darle a cuatro patas a Nakajima, tenía buen trasero.