C9 • Desnuditos

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La siguiente mañana después de una ducha llena de pasión, Minerva y Dante bajaron a desayunar, planeando como pasar el día juntos. Minerva por fin había arreglado los problemas con la exportación, y solo le faltaba dar un recorrido por los cultivos de agave, al cual Dante la acompañaría.

Los dos se encontraban en la caballeriza esperando que uno de sus trabajadores terminaran de alistar a los caballos, y ella no pudo evitar soltar una risa al notar la cara de preocupación de Dante.

Minerva: ¿Todo bien, Casanova? No me digas que le tienes miedo a montar. Si quieres te llevo en mi caballo [se paró enfrente de el, dándole la espalda tomó sus manos poniéndolas en su cintura] Mira, tomas mi cintura así, te agarras fuerte, y no te dejaré caer.

  Si quieres te llevo en mi caballo [se paró enfrente de el, dándole la espalda tomó sus manos poniéndolas en su cintura]  Mira, tomas mi cintura así, te agarras fuerte, y no te dejaré caer

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Dante: Muy chistosita, pero [susurro en su oído, dejándole una pequeña mordida] ya tu sabes lo bien que se montar.

Minerva: Hmm, no, no lo sé [contestó, su piel erizándose]

Dante: ¿Ah no? Entonces necesitas otra demostración [bajando su mano a su trasero apretando, haciéndola soltar un jadeo casi inaudible]

Jesus: Señora Mine, ya están listos los caballos, cuando usted quiera.

Minerva: Ah, si, gracias Jesus [separándose de Dante, ocultando esa sonrisa]

Ambos montaron los caballos y cabalgaron hacia los cultivos de agave, recorriendo sus tierras a paso normal. Usualmente Minerva cabalgaba tan rápido, su pelo volando atrás de ella con el aire, sintiéndose tan libre. Pero aunque se burló un poco de Dante, si notó su nerviosismo al subirse al caballo, y lo tomó en consideración sin llamarle mas atención al asunto.

Durante ese recorrido Minerva se detuvo en varias ocasiones a saludar a sus trabajadores, recordando todos su nombres, preguntándoles por sus familias, y hasta los nombres de los hijos se sabía. Siempre amable, con una sonrisa en su rostro. Tan diferente a esa mujer que Dante conoció en la carretera, algo altiva, algo grosera. Cada día le descubría una nueva faceta, y poco a poco estaba conociendo a la verdadera Minerva. Una de la cual se enamoraba cada día más, por que si, estaba enamorado, no lo podia negar. El problema era que ella lo aceptara también, por que estaba seguro que ese sentimiento era recíproco.

Un par de horas después ya era tiempo de regresar a la casa grande, pero antes Minerva quería refrescarse un poco y dejar descansar a los caballos. Los dirigió hacia su lugar favorito de la hacienda, el rio que corría por sus tierras, y en especial esta sección, rodeada de arboles altos, densos, que brindaban algo de privacidad, y una pequeña cascada de donde le encantaba brincar cuando era niña. Desmontando los caballos los ataron a un árbol, y Minerva se quitó sus botas, sentándose en una alta roca de donde alcanzaba a meter sus pies en el agua.

Minerva: Vamos, Casanova. Siéntate conmigo ¿Acaso no te gusta la naturaleza, prefieres la ciudad?

Dante: Si, si me gusta [dijo sentándose a su lado, también metiendo sus pies descalzos al agua] Solo que este día ha sido lleno de sorpresas.

Minerva: Hmm, ¿lo dices por que no ando gruñona hoy como siempre? Pues.. con mis trabajadores no lo soy. Aquí en mi dominio puedo ser yo misma.  A ellos los conozco de toda la vida, mi padre desde pequeña me llevaba a todas partes y me enseño el negocio de pies a cabeza. Y lo importantes que son esas manos que trabajan la tierra.  Todo lo que tengo es gracias a ellos, quienes se esfuerzan todos los días trabajando bajo el arduo sol, en los cultivos o en la destilería, para llevar comida a sus casas y mantener a sus familias. No siempre fui una fría orgullosa sabes.

Dante: Y te admiro tanto por eso ¿Algún día me contaras que fue lo que pasó? ¿Por qué eres distinta fuera de tu dominio?

Minerva: Algún dia quizá...

Minerva le regalo una hermosa sonrisa que le hacia brillar sus ojitos verdes, y con su pelo volando en la brisa se veía tan irresistible, que Dante se la quería comer a besos. Era la mujer mas bella, la mujer perfecta para el. Acercándose mas la tomó del rostro besándola suavemente. Minerva lo tomó del pelo, pegándolo mas a ella, haciendo ese beso mas intenso al morder su labio inferior. Sus pulsos se aceleraban, sus lenguas rozaban sensualmente, y los jadeos no tardaron en aparecer. Al escasear el aire, ese beso terminó, y Minerva lo miró con picardía, una idea viniendo a su mente. Algo que no hacía en años, pero al lado de Dante se estaba atreviendo a tantas cosas nuevas o cosas que nunca pensó volver a hacer.

Minerva: Quítate la ropa, Dante [ordenó]

Dante: ¿Perdón?

Minerva soltó una carcajada por su expresión sorprendida, y poniéndose de pie se empezó a quitar el pantalón, una sonrisa apareciendo en el rostro de el también.

Minerva: Vamos a nadar al río [agachándose para susurrar en su oído] Desnuditos.

No tuvo que decir nada mas, Dante se levantó, y ambos quitándose la ropa la dejaron doblada sobre las rocas, y con esa risa alegre, tan nueva para el, que cada vez que la escuchaba se robaba mas su corazón, Minerva corrió subiendo a esa cascada y con un grito emocionado brincó desde lo más alto al agua, y Dante la siguió, envuelto en risas también.

Nadando en el agua se encontraron de nuevo, abrazándose y dándose besos. Minerva lo miraba con una sonrisa y unos ojos de enamorada que él ya no pudo más.

Dante: Minerva, te amo.. [soltó de golpe, borrando esa sonrisa del rostro de Minni]

Minerva: Dante.. no me digas eso, por favor.. [trató de alejarse, pero él la detuvo de la cintura]

Dante: Solo quiero que sepas mis sentimientos, no me tienes que decir nada, pero ya no podia aguantar más con esto en mi pecho.

Minerva sonrió melancólica, y tomándolo del pelo lo volvió a besar.  Esta vez más intenso, lleno de esos sentimientos que ella llevaba adentro, que se moría por gritar a los cuatro vientos.  Sus cuerpos desnudos rozaban bajo el agua, despertando sus sentidos, y sin dejar de besarse, Dante bajo sus manos a su trasero, acariciando y apretando.  Minerva soltó un suave gemido, sintiendo su creciente hombría tentando cerca de su intimidad.  Rodeando su cintura con sus piernas le dio paso, y Dante sosteniéndola de la cintura entró en ella de golpe.   Un fuerte gemido de ambos ante esa intensa unión, y Dante se empezó a mover en ella, Minerva bajando sus besos a su cuello, mordiendo su hombro, gimiendo en su oído sin parar.

Minerva: Ya no puedo más [jadeó mirándolo a los ojos] Te amo, Dante, te amo..

Dante: Y yo te amo, te amo con locura Minni..

Sus labios chocaron de nuevo, besándose apasionadamente, los movimientos de las caderas de ambos volviéndose más intensos, más rápidos, hasta que estallaron de placer.  Los dos abrazados, recuperando su respiración, Minerva escondió su rostro en el cuello de el, su corazón latiendo tan rápido como nunca.  Se había atrevido, eso que juró no volver a hacer jamás.  Dejó al amor entrar de nuevo a su corazón, a su vida.  Solo esperaba que esta vez la historia tuviera un final feliz, y no con su corazón destrozado como la última vez.

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stephxrn y mi relato?  🧐🧐
Te quiero ❤️

La Reina [Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora