C27 • Suegra Querida

433 45 17
                                    

Y la tercera es la vencida. Una boda inolvidable, un amor desmedido, una unión que esta vez si sería para siempre, pues estaba basada en el más bello de los sentimientos.

Minerva y Dante pasaron su luna de miel en un paraíso tropical, relajándose y amándose sin medidas por un par de semanas a la orilla del mar. Al regresar a la ciudad mudaron las cosas de Dante a la casa de Minni, por que sí, ella era la reina y sus deseos eran ordenes. Convenció a su mugrosito que no había necesidad de conseguir otro lugar.   El jardín de su enorme casa era bellísimo, y ya se imaginaba a sus dos pequeñines jugando y corriendo por todo el lugar.

Semanas después recibieron una llamada que los tomó por sorpresa, pero los llenó de alivio, otro dolor de cabeza menos en sus vidas.  Durante todo este tiempo Julián y Carla habían estado evadiendo a las autoridades, pero por fin dieron con su paradero, y los lograron atrapar al tratar de huir del país con pasaportes falsificados. La mayor parte del dinero robado aún en su posesión fue confiscado, y ellos arrestados. Julián y Carla pasarían largos años tras las rejas pagando por todos sus crímenes.

Con ya seis meses de embarazo y con gemelos, Minerva sentía tanto esos achaques que vienen mano a mano con el bello estado de la maternidad: cambios repentinos de humor, antojos raros, y esa fatiga siempre presente. Pero en la última cita con su ginecóloga, al fin descubrieron que esos pequeños seres que pronto llegarían a alegrar sus días, serían mas ni menos que.. ¡dos princesas! Los dos no podían con tanta felicidad, brotaba por sus poros, y sin perder más el tiempo despues de la cita se fueron directo al centro comercial a comprarles ropita, juguetes, entre otras cosas a las nenas.

Minerva: Vas a ser un papa consentidor, ya me estoy dando cuenta de eso [dijo Minerva sonriendo mientras Dante escogía un par de vestiditos]

Dante: Tenlo por seguro, para mi reina y mis princesas lo mejor, me tendrán siempre a sus pies mis bellas damas.

Minerva: Te amo tanto mugrosito [lo abrazó besando su mejilla] Ahora si podemos empezar a pensar en nombres. Ay, todo se esta volviendo tan real.

Dante: ¿Nerviosita? [pregunto tomándola suave del mentón, y ella asintió] Todo saldrá bien mi amor, ya lo verás, yo estaré siempre a tu lado, y pronto estarán estas princesitas en nuestros brazos.

Minerva sonrió, sus ojos brillando de emoción, y lo besó suavemente. Dante siempre lograba calmarla cuanto le entraba el pánico al pensar en la llegada de sus bebés. Como amaba a ese hombre, y a esas nenitas que en ese momento no dejaban de patalear. Tomó la mano de Dante poniéndola sobre su abdomen, y los dos sonrientes llenos de asombro, no se dieron cuenta de que alguien mas los observaba, acercándose lentamente a ellos, hasta aclarar su garganta llamando su atención.

Luisa: Dante, hijo.. Minerva..

Dante: ¿Mamá?.. ¿Qué haces aquí?

Dante tenia meses sin ver a su madre. El día de la boda relámpago él le había llamado, invitándola a que los acompañara en esa ocasión especial, tratando de enmendar su relación con ella, pero Luisa no aceptó, y desde entonces cortó toda comunicación con Dante. No podía aceptar su matrimonio con Minerva. Pero ahora ahí estaba, parada enfrente de ellos mirando sorprendida ese vientre que era prueba innegable del amor entre Minerva y Dante.

Luisa: ¿Van a tener un bebé? [preguntó mirando de uno al otro]

Minerva: No uno, dos [contestó alzando una ceja]

Luisa: Dos...

Dante: Son gemelas, tendremos dos hijas.

Luisa se cubrió la boca con sus manos, sus ojos inundándose de lagrimas. En esos meses de silencio había reflexionado, extrañando a su hijo, su única familia, arrepintiéndose de todas sus acciones tratando de imponer su voluntad sobre Dante, sin tomar en cuenta lo que él deseaba. No cabía duda de que Minerva era su felicidad, y lo que Luisa tanto anhelaba, ese sueño de Dante, lo que pensó que Minerva jamás le podría dar por ser mayor que él, estaba prensente ahí enfrente de ella. Dos princesas venían en camino, sus hermosas nietas, y cegada por sus prejuicios y odio incoherente hacia el amor de su hijo Luisa se estaba perdiendo de la oportunidad de compartir esos momentos con ellos.

Luisa: Minerva, Dante, no saben cuanto me arrepiento por todo lo que pasó. Se los juro que jamás pensé que Carla llegara tan lejos.. y yo la impulsé a que tratara de separarlos, se que no merezco su perdón.. pero..

Luisa agachó su cabeza llorando, y el corazón de Minerva se ablandó. Era despues de todo la madre del hombre de su vida, la abuela de sus hijas, que por un mejor futuro, uno sin rencores, decidió hacer un a un lado su orgullo y darle una oportunidad.

Minerva: Luisa.. por mi parte todo queda en el pasado.. Comencemos de nuevo, ¿qué le parece?

Dante: Por mi parte también. Por estas pequeñas que lo merecen todo intentemos ser una familia unida.

Luisa levantó su mirada, tomando las manos de Dante y Minerva en la suya, una sonrisa genuina, llena de agradecimiento, apareciendo en su rostro.  Sus lágrimas que eran de remordimiento y de dolor, ahora se convertían en lágrimas de felicidad e ilusión.

Luisa: Me parece que mis nietas tendrán a los mejores padres del mundo, gracias hijo, hija. Gracias de todo corazón.

Minerva: De nada.. suegra querida [guiñó un ojo] Ahora sí, sigamos con las compras, ¿qué les parecen estos vestiditos? ¿Dignos de nuestras princesas?

~Últimos Capítulos~

La Reina [Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora