C21 • Pasados Y Presentes

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Tenía a Dante a su lado de nuevo.  Minerva aún no lo podía creer.  La siguiente mañana despertó antes que él, y con una sonrisa en su rostro lo observaba dormir al lado suyo en la cama. 

En estas semanas separados Dante había dejado crecer más su barba, y Minerva tenía que admitir que eso le fascinaba, mas aún cuando rozaba su piel al tener su rostro entre sus piernas.  Sus mejillas se pusieron coloradas al recordar la noche anterior, como se amaron hasta el cansancio, y un calor creció en su entrepierna.  Acercándose más a él, besó su cuello, su pecho, bajando más hasta tomar su hombría en su boca, haciéndolo despertar, un gemido varonil escapando de sus labios.

Dante: Ahhh, Minni mi amor.. [jadeó tomándola del pelo, moviendo su cadera]

Minerva lo besaba, succionaba delicadamente, lamiendo todo, hasta que Dante la detuvo, o terminaría ahí mismo.  Tomándola de los hombros la subió, besándola apasionadamente, y girando sobre ella,
Minerva lo rodeó con sus piernas, y sus cuerpos se fundieron como uno solo.

Dante: Te amo, te amo tanto Minerva [jadeó mirándola a los ojos entre estocadas]

Minerva: Y yo a ti mi vida.

Minerva lo aferró a su cuerpo, apretando su espalda con sus manos, y Dante se movía más rápido, más intenso, adorando con toda su alma esos gemidos en su oído llenos de pasión que provocaba en Minerva, hasta que con un último grito de placer ambos llegaron a la cima del éxtasis, cayendo rendidos en un abrazo.

Dante la llenaba de pequeños besos, dulces caricias, bajando su mano a su vientre maravillado.

Dante: ¿Cuanto tiempo tienes?

Minerva: No se.. la primer cita es hoy.  Irás conmigo obviamente.

Dante: No me lo perdería por nada [sonrió]

Minerva: Pero estoy segura que sucedió esa última noche que estuvimos juntos, en el hotel.

Dante: Estoy tan feliz, ¡seremos una familia!

Minerva: Es maravilloso [suspiró, acariciando su mejilla]

Los ojos de Dante brillaron, lleno de emoción, una idea formándose en su mente.

Dante: Minerva, mi amor, me harías el más grande honor—

Minerva: Ah, no, eso si que no. [se sentó rápidamente, cubriéndose con la sábana]

Dante: Pero si no terminé mi pregunta.. ¿no quieres?

Minerva: Si quiero, pero Dante, mi amor [volteó a verlo sorprendiéndolo por completo al ver sus ojos llenos de lágrimas, haciendo puchero a punto de llorar] Si me vas a proponer matrimonio tiene que ser especial, no aquí los dos desnudos. Soy La Reina, carajo.

Dante: Tienes razón, mi amor. Será especial, lo juro, pero no llores por favor.

Minerva: Aish, ¿quién fregados va a llorar? En serio Dante.

Minerva se levantó de la cama, tirando la sábana a un lado y caminó hacia el baño con una sonrisa coqueta, dejando a Dante con la boca abierta. Ese embarazo apenas comenzaba y los cambios de humor de Minni lo dejaban dando vueltas.

Minerva: ¡Dante! ¿Qué esperas? [gritó desde el baño, y él reaccionando corrió a su lado]

Después de un baño lleno de pasión, y un desayuno preparado por él, unos pancakes con Nutella y fresas pedido especial de Minerva, se fueron a esa cita con la ginecóloga, donde descubrieron la razón por que los síntomas habían hecho presencia tan rápidamente.

Un ultrasonido confirmo su embarazo. Minerva tenía ocho semanas. Y además, había otra gran sorpresa. En la pantalla no se encontraba uno, si no dos bebés ¡Eran gemelos!

Minerva: ¡Son dos mi amor, dos bebés! [soltó un grito de emoción]

Las palabras no le salían a Dante, y solo pudo entre lágrimas besar la frente de Minerva, sosteniendo su mano en todo momento. Los dos escuchaban llenos de amor a los latidos de esos dos seres que ahora significaban todo para ellos.

Minerva y Dante salieron de la consulta llenos de ilusión, discutiendo planes para el futuro, cuando caminando en esos pasillos del hospital se toparon con alguien del pasado de Minerva.  El causante de todo su dolor hace años, ese que la volvió fría y renuente al amor.  Su primer marido.

Sergio: ¿Minerva? ¿Eres tú? [preguntó ese hombre alto, fornido, su pelo lleno de canas]

Minerva se detuvo de golpe, alzando su mirada hacia él, y tomó del brazo a Dante, temblando incontrolablemente.

Minerva: Sergio.. tú aquí..

Sergio: Ah, pero Minerva.. eres como el vino, los años te sientan tan bien.  Estas más hermosa que nunca.

Dante: ¿Y usted quien es? [preguntó, su sangre hirviendo por la manera lasciva en la que la miraba]

Sergio: Yo.. soy el marido de Minerva, claro [contestó con una sonrisa que no le llegaba a los ojos]

Minerva: ¡Ex-marido! ¿Qué demonios haces aquí Sergio? Pensé que jamás te volvería a ver.

Sergio: Vine a visitar a alguien al hospital, pero el destino confabuló para encontrarnos de nuevo ¿Qué cosas, no?

Minerva se le erizó la piel del miedo, recordando todo lo que pasó a su lado, y Dante lo notó, poniendo su brazo sobre sus hombros en forma protectora, y sin una palabra más a ese hombre salieron de ahí.  Al salir del edificio Minerva ya no pudo controlarse más, y se refugió en los brazos de Dante, llorando y temblando descontrolada.

Dante: Mi amor, ¿qué pasa? [preguntó asustado]

Minerva: Llévame lejos de aquí por favor [suplicó]

De regreso en la casa de Minerva, Dante le preparó un té, y logró que se calmara.  Después de varios minutos en silencio, por fin Minerva le contó lo que llevaba guardado en su pecho por tanto tiempo.  Esos años llenos de sufrimiento al lado de Sergio.

Después del fallecimiento de su padre, uno de los amigos de él, Sergio, se acercó a ella, ofreciéndole su apoyo.  Poco a poco se fue ganando su confianza y su corazón, convenciéndola que se casara con él.  Pero todo era una farsa.  Sergio solo buscaba su dinero, y ella joven y enamorada se dejó manipular.  El amor, el cariño que él le profesaba, poco a poco se convirtió en control, en abuso.   Sergio la hacía sentir menos, convenciéndola de que sin él no era nada, incapaz de tomar las riendas del negocio que le había dejado su padre.  Todo culminando un día que Sergio llegó a la hacienda borracho golpeándola.  Y esa fue la gota que derramó el vaso.  Minerva ya no pudo más y se armó de valor, tomando fuerzas de donde pudo, y a patadas logró sacar a Sergio de su vida, prometiéndose a si misma que jamás dejaría que nadie abusara de ella de esa manera, escudando su corazón contra el amor.

Pero el verdadero amor llegó, derrumbando todas sus barreras. Un amor sincero, uno que liberaba, y que rindió frutos. Ahora Dante estaba con ella, y juntos, lado a lado enfrentarían esos obstáculos, pasados y presentes, que amenazaban su felicidad.

La Reina [Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora