C25 • Hoy, Mañana, y Siempre

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Minerva no supo de donde sacó las fuerzas para sobrevivir las últimas horas. Pero al ver a Dante acercándose sintió un gran alivio, él la envolvió en sus fuertes brazos, y al sentirse protegida y a salvo ya no pudo más y se rindió ante el shock y el cansancio, todo se desvaneció y perdió el conocimiento.

Horas después, al abrir los ojos la suave luz de un nuevo día se colaba por las cortinas y Minerva sonrió al sentir a Dante durmiendo a su lado con su brazo sobre su abdomen, aún cuidándola en su profundo sueño.

Minerva: Dante, mi amor, despierta.. [susurró tocando su hombro]

Dante: Minni.. ¿cómo te sientes mi reina? [preguntó sentándose rápido, su mano sobre su frente checando su temperatura] El doctor dijo que todo estaba bien contigo y los bebés, que solo necesitabas descansar, pero podemos llamarlo—

Minerva: Calma mi mugrosito. Me siento bien.. ahh, y mira [tomó su mano poniéndola sobre su vientre, sus ojos brillando llenos de ilusión al sentirlos mover por primera vez] Y los bebés dicen que ellos también lo están, se mueven como nunca.

Dante: No sabes el miedo que sentí al pensar que los perdía [se agachó besando su vientre, y subiendo la besó tiernamente lleno de amor, y Minerva se recargó en su pecho suspirando] ¿qué fue lo que te hizo ese maldito?

Minerva: Sergio.. solo ese golpe cuando me tomó de mi coche.. ¿qué pasó con el?

Dante: El fuego en la cabaña lo consumió.. Garza intentó rescatarlo pero fue imposible.  Murió en el incendio.

Minerva: Suena cruel.. pero me alegra que ya esté fuera de mi vida, que ese doloroso capítulo se cerró.

Dante le contó como con la ayuda de Garza y sus contactos, rápidamente descubrieron que rumbo tomó Sergio, llegando poco tiempo después que él a la hacienda. Garza también se ocupó de lidiar con las autoridades para que Dante permaneciera en todo momento al lado de ella mientras el medico la revisaba de regreso en la hacienda.

Aliviado de que las cosas no pasaron a mayores y que su amada y sus bebés estaban sanos y a salvo, Dante la abrazó fuerte contra su cuerpo besando su cabeza, y Minerva cerró sus ojos inhalando ese aroma tan suyo, no había momento más feliz que cuando se encontraba entre los fuertes brazos de su bello mugroso.

Minerva: No necesito propuesta especial, o una boda a lo grande. Solo quiero ser tu mujer. Casémonos ya, Casanova.

Dante: Pero.. ¿estás segura mi amor? Ya tenía todo preparado de hecho..

Minerva: Estuve a punto de morir hace unas horas. Estoy segurísima, Dante. No quiero perder ni un segundo más, lo único que necesito en mi vida es tu amor.

Dante: Lo tienes, hoy y siempre. Soy todo tuyo.

Dante se levantó de la cama caminando hacia la silla donde colgaba su chaleco de piel, y de un bolsillo sacó esa cajita de terciopelo que cargaba consigo desde hace días, cuando planeaba proponerle matrimonio a su hermosa reina.  Minerva con una gran sonrisa se sentó a la orilla de la cama y Dante se arrodilló enfrente de ella mostrándole ese anillo de compromiso símbolo de su amor que con tanto esmero eligió para ella.

Dante: Minerva, reina de mi corazón, mamá de nuestros bellos mugrositos.  Te amo hoy, mañana, y siempre.  Me harías el hombre más feliz de este mundo si me concedes la dicha de ser mi mujer.

Minerva: Mugroso divino [su voz quebrándose y sus ojos brillando con lágrimas de felicidad] Desde ese momento que te apareciste en mi camino mi corazón fue todo tuyo.  Gracias por detenerte, por enseñarme lo que es el verdadero amor, y por estos pequeñines que son un pedacito tuyo y mío.  Te amo, y sí, acepto ser tu mujer.

Con lágrimas en sus ojos Dante tomó el anillo de la cajita de terciopelo y después de colocárselo la abrazó fuertemente, llenándola de besos, los 'te amos', risas, y las tiernas caricias no paraban en ese momento lleno de felicidad.

Minerva: Está decidido entonces [sonrió triunfante] Nos casamos esta misma tarde, haré unas llamadas a mis amigas o nunca me lo perdonarían esas babosas.  Pero antes..

Mordiéndose el labio y con una mirada pícara, Minerva en un rápido movimiento empujó a Dante sobre la cama, quedando sobre el a horcajadas.  Esas ganas inmensas de amarse siempre presentes eran más evidentes con el embarazo.  Minerva lo besó apasionadamente, moviendo suave sus caderas, sonriendo en ese beso al sentir su cuerpo despertar para ella.

Dante la tomó del trasero apretándola más contra su cuerpo y un gemido extasiado escapó de sus labios.  La ropa pronto desapareció, y Dante no pudo resistirse, esos maravillosos senos que al parecer habían crecido algo más gracias al embarazo lo tenían hipnotizado.  Se prendió de ellos, besando y succionando sutilmente mientras que con su mano acariciaba su intimidad empapada de deseo, Minerva se retorcía de placer, sus suaves gemidos endulzando su oído.

Minerva: Ya mi amor, no aguanto más.. [jadeó]

Dante se acomodó atrás de ella de lado, y elevando su cadera un poco, entró en ella lentamente.  Sus movimientos suaves pero profundos la hacían ver estrellas.  Minerva recargó su cabeza hacia atrás, buscando sus besos, y las manos de Dante encontraron sus senos nuevamente, jugando con sus pezones erguidos entre sus dedos.  Dante le hacía el amor con tanto sentimiento, con tanta adoración, que Minerva simplemente se derretía de amor y de placer.  Ambos tocaron el cielo, llegando a un intenso orgasmo, y permanecieron abrazados, llenándose de suaves besos y caricias mientras recuperaban el aliento.

Un rápido baño y desayuno, y manos a la obra, ese sería un gran día para esos dos enamorados.  Un torbellino de movimiento se vivió en esa hacienda con los preparativos para la boda express de La Reina y su mugroso.  La pesadilla había terminado, y la hermosa historia del resto de sus vidas apenas comenzaba.

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La Reina [Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora