Capítulo 6

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Usagi se despertó muy aturdida, al principio no comprendió dónde estaba, pero su cuerpo reaccionó antes que su conciencia, sintió el pánico apretando sus oscuras paredes a su alrededor y supo que Seiya no estaba cerca de ella, no sabía cómo explicar su reacción instantánea, pero sabía por qué era.

Luego abrió sus ojos por completo al comprobar su entorno. Recordando poco a poco esa última noche con Seiya, los latidos de su corazón y sobre todo su bonita cara mientras dormía.

Espero que no me odies.

Ese pensamiento llegó tan fugaz, que provocó que un par de lágrimas se escaparan de sus ojos. Mientras se abrazaba a ella misma, de repente, la puerta de su habitación se abrió y una señora con mirada amable entró.

- Buenos días, Usagi - dijo esa mujer. - Me alegro de verte calmada, no han sido unos días fáciles.

- ¿Días? - pregunté con miedo. ¿Cómo que días?

- ¿No lo recuerdas? - preguntó la señora con obvia sorpresa. - Soy la Doctora Saitō, y soy la médica encargada de llevar tu tratamiento. ¿Qué es lo último que recuerdas?

- Ver dormir a mi... - dije, pero de pronto me corté y me sonrojé, Seiya no era nada más que una amiga y yo estaba a punto de decir algo que no debía. - Ver dormir a mi amiga, y luego el pánico. Pánico que siempre siento cada vez que ella no está cerca.

- Bien - dijo la doctora Saitō, mientras apuntaba algo en la libreta que traía. - Llevas aquí tres días, bueno dos y medio, por qué llegaste de madrugada. Pero has pasado la mayoría del tiempo sedada, el primer día cuando vine a darte los buenos días para comenzar el tratamiento estabas dormida aun, pero cuando te despertaste entraste en un ataque de pánico y necesité la ayuda de dos enfermeras para sostenerte, así que te sedé, lo siento por eso, pero pensé que era lo mejor para ti en ese momento. Ayer sucedió algo parecido, y hoy esperaba encontrarme una imagen así, pero pareces haber controlado el ataque de pánico.

- A duras penas - susurré, por qué en ese mismo estaba luchando contra el pánico que se aferraba a mí, pero quería mejorar. - Pero quiero hacerlo, quiero estar bien de nuevo. No solo por mí, sino por ella... no puedo arrastrarla hacia abajo, no de nuevo, la destruiré.

- Bien - dijo la doctora Saitō. - Qué pienses en tus seres queridos te ayudará, pero lo principal es que pienses en ti, ¿de acuerdo? ¿Podrías vestirte? Me gustaría que charláramos, pero supongo que tendrás hambre, así que podemos charlar mientras desayunamos.

Asentí a las palabras de la doctora, entre al baño y me di una ducha rápida, para luego vestirme con ropa que había en el armario, supongo que era cortesía de ellos. Al fin y al cabo, era solo ropa de color blanco, sin cordones ni nada que pudieras usar... ¡Qué estás pensando! Me asusté de mis propios pensamientos, y salí en búsqueda de la doctora, no podía quedarme atascada en esos pensamientos.

Pensé que iríamos a una cafetería o algo similar, pero ella me acompaño a una especie de lago, aunque no parecía un lago natural, sino más bien artificial, pero era muy hermoso y transmitía mucha calma, una vez que nos acercamos pude comprobar como debajo de un templete había una mesa, con comida, y un par de sillas. La seguí hasta que me indicó que tomara asiento, ella me dejo comer, aunque sinceramente sentía mi estómago revuelto, así que tomé un par de cosas que me parecieron deliciosas y comí muy despacio, no sabía cómo reaccionaría mi cuerpo, a pesar de qué había despertado un día antes de que todo se fuera al traste, no había ingerido demasiado, así que no sabía cómo reaccionaría mi cuerpo a la anterior privación y a todo lo acontecido después.

La doctora parecía observar cada bocado que yo llevaba a la boca, y de vez en cuando noté que anotaba algo, así que me preguntaba que anotaba, pero luego dejé de analizarla a ella y me di cuenta de lo que ella estaba viendo. Estaba aferrándome a los cubiertos como si fueran un ancla, mi cuerpo estaba tensó y como dispuesto a luchar, mi corazón estaba latiendo de manera acelerada y estaba casi segura de que el miedo se podía ver en mis ojos. Me maldije, y apreté los labios, lamentando mi propia debilidad.

Every Time Belive On MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora