secuestrado

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-viene a matarte- aquello sonaba irreal.

-¿matarme? ¿por qué?

-Por que eres la única que pude liberarme, ella me odia y desea acabar con todo lo que me hace feliz....- apoyé la cabeza en la mesa.

me sentía al borde de un ataque de nervios, estas iban a ser unas vacaciones relajadas para evadirme de todo aquello que me rodeaba, pero en escasas semanas me he enterado que soy una bruja, he tenido que cuidar de un gato parlante al cual tengo que salvar, he descubierto que todo aquello que conocía solo era un espejismo de lo que realmente es el mundo, y ahora, una bruja loca pretende matarme.

-querida, se que esto es demasiado para una sola persona, pero las cosas para una bruja nunca son fáciles.- Las palabras de Mag no me reconfortaban.

-Estoy cansada- dije en un suspiro

-¿cansada?-preguntó Mace casi en un susurro.

-sí, cansada de tener que estar a prueba en todo momento, esto...todo esto es demasiado, yo nunca elegí ser una bruja- me levanté de la silla- no podeis esperar que haga todo aquello que me pedis, ya he hecho demasiado, sin conoceros a ninguno acepté toda esta locura.

-Di- Mace me miraba tan asustado que me dolía, se levantó y me agarró del brazo.

-No-me separé de él sintiendo el mayor de los dolores, cuando me miraba de aquella manera llena de dolor y tristeza mi corazón parecía morir- necesito respirar, necesito pensar.- abrí la puerta y salí de allí corriendo.

Lloraba tanto que no podía ver donde iba, solo corría, como cuando mi perro murió y yo solo tenía cinco años, como cuando mis padres se separaron, cuando Trey me dejó o como la primera vez que Mace me habló, hicé lo mismo, huir.

Me paré en seco, huir no me ayudaría en nada. Pero necesitaba desahogarme, fuí andando hasta la colina en la que acabé la primera vez que huí, no tardé mucho en llegar y me tumbé en la hierva. Era de noche y el cielo estaba repleto de estrellas que resplandecían, era hermoso. De alguna manera me recordaba a los ojos de Mace, tan brillantes y amarillos. Seguro que ahora mismo estaría muy preocupado. Mientras miraba a la lejanía, donde se veían las pequeñas casas iluminadas, me daba cuenta de que si había alguien que quería acabar conmigo no había sido tan buena idea venir aquí arriba, sola y rodeada de completa oscuridad.

Como si me hubiesen leido la mente, escuché un ruido muy cerca de mi, me giré poniéndome en guardia, al principio no veía nada ¿debería esperar a ver quien era? ¿o debería salir corriendo? Me quedé en el sitio, sabiendo que no era la mejor de las ideas, pero mi cuerpo se negaba a reaccionar. Quizás podría atacarla con lo que me había enseñado Mace, solo para despistarla y poder huir, pero si era tan vieja y poderosa como creía, no tendría muchas posibilidades.

La otra persona cada vez se acercaba más y notaba el miedo recorriéndome las venas, con una sensación horrible en el estómago.

-Di- lo dijo en un susurro, pero pude escucharlo claramente, era Carolyne la que estaba ahí buscandome.

-Estoy aquí- ella me miró y sonrió de manera fría ¿estaría enfadada por haberla dejado en el lago?- ¿qué haces aquí?- le pregunté poniéndome en pie.

-buscándote, no era capaz de encontrarte.

-¿nos vamos?

-Claro- su voz sonaba cansada, vale, estaba enfadada.

-Ten cuidado- saqué una linterna pequeña que tenía atada al pantalon (siempre la llevaba por si salí a algún sitio de noche, en este pueblo solo estaba iluminada la calle principal)- con esto veremos mejor.

the curse of the catDonde viven las historias. Descúbrelo ahora