ella

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Genial, acababa de llegar y ya me había perdido ¿cuántas casas podría haber en ese pueblo? ¿60? ¿80? y voy yo y me pierdo. Llevaba en la mano el papel donde mi madre me había escrito la dirección. Al cabo de un rato dando vueltas y una vez que había pasado por el mismo sitio tres veces me senté en un banco. Hacía dos horas que había llegado a ese pueblo y ya estaba mas cansada que nunca, aún era temprano, solo las cinco de la tarde, pero a pesar de que había comido antes de coger el autobús, mi tripa no paraba de quejarse pidiéndome comida.

-necesito comer- susurré al aire.

Un dulce aroma llego a mi nariz, era delicioso ¿caramelo? me levante y empezé a seguir aquel maravilloso olor, quizás me llevaría a una cafetería o restaurante o a algún lugar con comida. Pero me llevo a una casita en lo alto de una colina, parecia sacada de un cuento como todo aquello que la rodeaba.

No era muy grande, pero era acogedora, un gran jardin lleno de plantas, un pequeño camino de piedras que llevaba a la entrada que estaba rodeado de flores de todo tipos y cada una tenía un color y olor diferente.

-quizás me encuentre a Hansel y Gretel o a los tres ositos

Aunque me moría por entrar, la verja que rodeaba aquella maravilla me decía que no era ningún tipo de cafetería ni nada en lo que pudiera entrar libremente. pensé en darme la vuelta y buscar a alguíen que pudiera darme explicaciones, pero antes de que pudiese reaccionar, y a pesar de ser pleno verano, una rafaga de aire con la fuerza de un tornado me metio en aquel jardín y me hizo chocar con la puerta de la casa, derribándola.

-ay, ay, ay- empezé a quejarme, me había caido de culo.

-querida ¿estás bien?- me volví y pude ver como una anciana se levantaba de una mesa de madera y se acercaba hacia mi.

-sí, no se preocupe, siento mucho haber irrumpido así en su casa-le dije mientras me levantaba con la ayuda que ella me ofrecia, a pesar de ser tan anciana tenía muchísima más fuerza de la que me esperaba- me perdí y de alguna extraña manera acabé aquí, siento lo de la puerta.

-No te preocupes mi niña- dijo cerrándola y dejándome a mi dentro- vamos, vamos, siéntate. he preparado te- me señalo a la mesa donde había una taza de té que olía a... caramelo...

-no quisiera importunarla señora, solo me gustaría pedirle indicaciones de como llegar a un sitio.

-Te las daré, pero me gustaría que me hicieras un poco de compañia, a mi edad no puedo evitar sentirme sola- cuando me miro a los ojos no pude evitarlo y aquel te olía demasiado bien.

Me fui a sentar cuando vi a un gato tan negro como el carbón mirandome con ojos amarillos, empezó a mirarme de arriba a abajo, con cierto aire de superioridad.

-oh, no te preocupes cariño, él es mi única compañia estos días.-dijo mientras arrastraba su silla para sentarse- como eres una invitada mia no te hara nada, es muy noble cuando quiere- esto último lo dijo mirando al gato seriamente y este bufó.

-le veo demasiado cómodo, estaría bien que le moviese?.-aquel gato no paraba de mirarme.

-claro, claro, no te cortes.

Me acerqué a la silla y aquel gato parecía retarme a ver si era capaz de que yo lo moviese. A lo largo de mi vida había vivido con miles de perros y estaba acostumbrada a mordiscos y arañazos y ese gato que se creía superior no me iba a echar hacia atras. Rapidamente levanté al gato, quite los cogines, me sente y lo deje en mi ragazo. Él se quedó ahí sentado, parecia meditar que hacer a continuación.

-Espero que te guste el té que he preparado.

-caramelo ¿verdad?

-tienes muy buen olfato querida.

-me lo dicen a menudo.

El gato a modo de venganza o porque se sentía cómodo empezó a "acomodarse" en mis piernas mientras me clavaba las uñas, por suerte había decidido no ponerme pantalones muy cortos. Para no darle el placer a aquél felino decidí hacer como si no sintiera nada ¿cómo me podía caer mal un gato?

-veo que os llevais bien-dijo la anciana y el gato bufo en mis piernas-dime querida ¿qué te trae po aquí?

- pues verá señora....- acababa de darme cuenta de que no tenía ni idea de como se llamaba aquella señora.

-llámame Mag, no soy de aquí y mi nombre es demasiado extraño de pronunciar-se rió.

-Mag yo soy Dashuri- el gato se levantó en cuanto lo oyó y saltó de mi regazo, miro a la anciana y negó con la cabeza antes de marcharse por la gatera corriendo.

-no le hagas caso querida, es un gato después de todo...-dijo con tristeza.-Tu nombre es también bastante raro.

-sí, me lo puso mi abuela, ella era de albania, siempre me decía que mi nombre significaba mucho, pero nunca me dijo el qué-dije dándole un sorbo al té, estaba riquísimo.

-ya veo- dijo con una sonrisa- ¿y qué te trae por aquí?

-unas simples vacaciones, descansar de la rutina y el humo. Iba a casa de mi abuela cuando me he perdido.

ella se rió

-ten cuidado querida, no te vaya a comer el lobo feroz- no pude evitar reirme

-por lo menos me enseñaría el camino hacia la casa.-le contesté dándole otro sorbo al té

-me gustas mucho querida, estoy segura de pasarás unas buenas vacaciones. Aunque a tu edad yo emperaba que fueras a un sitio más marchoso

-no me gusta mucho el bullicio y estar en un edificio rodeada de gente bebida y sudada no me llama mucho la atención.

Nos quedamos hablando toda la tarde, me conto cosas sobre su juventud y el marido y los dos hijos a los que perdió. Ya eran cerca de las 8 de la tarde cuando nos despediamos en la puerta. Ella me mostró el camino a mi casa y me dijo que le encantaría que nos volvieramos a ver.

Llegue a casa de mi abuela, que estaba a unas tres calles de la casa de Mag, subí las escaleras y me tiré en la cama. Caí en los brazos de morfeo sin evitar antes sentir unos ojos clavados en mi.

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"Me niego, me niego rotundamente" no paraba de dar vuelta en aquella cornisa, ella estaba dormida, "¡pero no puede ser ella!" salté de la ventana y me dirigí a casa de Mag. "Esa vieja me va a oir"

-has llegao pronto, gato-me dijo mientras recogía algunas cosas de colores casi imposibles.

-¡me la has jugado!- ella se volvió y antes de que pudiera reaccionar me agarro de la piel de detrás del cuello dejándome paralizado.

-te estoy salvando la vida, sabes lo que cuesta todo lo que estoy haciendo por ti- y después de esto se puso a llorar. En todo el tiempo que llevaba con ella solo la había visto llorar una vez, y no fue por mi.

- lo siento- ella me solto sobre la mesa y se secó las lágrimas- todo esto ha sido demasiado repentino, es solo que llevo tanto tiempo como gato que pienso que será imposible romper la maldición.

-ese es tu problema Mace, recuerda que tu no eres un gato, recuérdalo.

-Pero sabes que está contra las reglas que una vez que la encuentre yo aprezca y le hable como si nada.

-Tú no haras nada, ella esta ligada a ti, a la vez que tú a ella-suspiro- y ahora marchate, estoy cansada.

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he decidido subir otro capítulo a ver si os animais un poco más.

os pido que comenteis y puntueis, es la primera vez que escribo y no quiero que sea un completo desastre :(

lamento que los capítulos sean tan cortos, pronto serán mas largos.

gracias por leerme, un beso

the curse of the catDonde viven las historias. Descúbrelo ahora